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P. Me gustaría saber en detalle sobre las oraciones diarias. Quisiera saber por qué oramos en los tiempos diarios de oración y qué significado contiene.

R. Dios ha dado a los seres humanos las tres condiciones necesarias para vivir: respirar, comer y ejercitarse. Si falta alguna de estas, ¿cómo podemos mantener nuestra vida? Aquellos que se encuentran en la verdad mantienen la vida de sus almas respirando a través de la oración, comiendo la palabra de vida y ejercitándose mediante la predicación. Así como debemos respirar continuamente para mantener nuestra vida física, la Biblia menciona que debemos orar sin cesar. Esto se debe a que la oración es como la respiración.

El punto principal de su pregunta está relacionado con los tiempos diarios de oración. A fin de salvar a la humanidad, Dios estableció el santuario celestial donde se realizan los sacrificios para el perdón de pecados. En ese santuario, Cristo, que es el Sumo Sacerdote, ofrece un sacrificio espiritual por nosotros de acuerdo con las reglas que Él estableció, y la ofrenda espiritual es su sangre.

Dios ya había explicado a Moisés las ceremonias de estos sacrificios que se llevan a cabo en el santuario celestial. Dios le mostró el santuario celestial y le hizo construir el santuario terrenal como figura y sombra, para que pudiera ofrecerle sacrificios. Por lo tanto, los sacrificios establecidos durante la época de Moisés eran figura y sombra de los verdaderos sacrificios que se realizarían en el santuario celestial. Por tanto, los judíos ofrecían sacrificios en el santuario terrenal de acuerdo con la ley de Moisés, y durante ese tiempo, el pueblo oraba fuera (Lc. 1:8-10).

Además de los sacrificios que las personas ofrecían con animales en el santuario terrenal cuando eran conscientes de sus pecados, se ofrecían sacrificios regularmente por la mañana y al atardecer, se presentaban holocaustos en el Día de Reposo, sacrificios ofrecidos durante las fiestas en los tiempos señalados, etc.

Todas las ceremonias de estos sacrificios que se llevaban a cabo en el santuario terrenal sirven como figura y sombra de los verdaderos sacrificios que se realizarían en el santuario celestial, y nos muestran los tiempos y períodos en que se realizan los sacrificios en él. Por supuesto, en el santuario celestial, el sacrificio es la sangre de Cristo, no la sangre de animales, y las oraciones de los santos llegan al trono de Dios.

En los tiempos del Antiguo Testamento, se ofrecían sacrificios en los horarios regulares de los holocaustos, lo cual sirvió como figura y sombra de que Cristo sería ofrecido como el verdadero sacrificio. Para cumplir la profecía, Cristo fue crucificado a la hora tercera (9 a. m. en la actualidad) y falleció a la hora novena (3 p. m. en la actualidad). La tercera y la novena hora, cuando Cristo, que se convirtió en la verdadera ofrenda sacrificada en el santuario celestial, fue crucificado y murió en la cruz, se convirtieron en los tiempos de oración en los días del Nuevo Testamento, y durante esas horas, junto con el sacrificio que Cristo realiza en el santuario celestial, nuestras oraciones llegan al trono de Dios.

Los santos de los tiempos del Nuevo Testamento oraban en todo momento, guardaban el Día de Reposo y las fiestas solemnes, y cumplían los tiempos diarios de oración para participar en los verdaderos sacrificios que se realizan en el santuario celestial (Hch. 3:1).

Algo más que debemos explicar es que el sistema de horario usado por los judíos en la época de Jesús es diferente del sistema de horario que tenemos actualmente. En ese entonces, consideraban la hora del amanecer como la hora cero y la hora del atardecer como la duodécima hora. En este sentido, la hora en verano era de más de sesenta minutos y en invierno, de menos de sesenta minutos.

Por esta razón, los tiempos de oración en verano son a las 9 a. m. y 3 p. m., y en invierno, a las 10 a. m. y 2:30 p. m.