P. ¿Por qué Dios comparó al Espíritu Santo con la lluvia temprana y tardía?
R. Para entenderlo, primero debemos conocer la situación geográfica y el clima de Israel en relación con la lluvia.
Situación geográfica de Israel
Israel tiene bajo nivel de precipitaciones y su suelo está compuesto principalmente de piedra caliza y arenisca, por lo que no es fácil encontrar agua subterránea. Es por esa razón que los sitios históricos de Israel tienen muchos embalses, que fueron utilizados para acopiar aguas pluviales destinadas al consumo personal, y la historia bíblica también muestra que los patriarcas como Abraham tenían que cavar pozos dondequiera que iban y había disputas por el agua. Así, la lluvia guardaba una relación directa con el sustento del pueblo de Israel, y su supervivencia se veía amenazada cuando no llovía.
Dt. 11:14-17 “yo daré la lluvia de vuestra tierra a su tiempo, la temprana y la tardía; […] Daré también hierba en tu campo para tus ganados; y comerás, y te saciarás. […] y cierre los cielos, y no haya lluvia, ni la tierra dé su fruto, y perezcáis pronto de la buena tierra que os da Jehová.”
Si comprendemos que el agua ha sido un bien sumamente preciado en Israel, podemos entender en profundidad la importancia de las palabras de Jesús, que dijo: “El que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás” (Jn. 4:14), y las palabras del Espíritu y la Esposa que han venido como Salvadores en la época del Espíritu Santo y dicen: “Tomen del agua de la vida gratuitamente” (Ap. 22:17).
Clima de Israel
El clima de Israel se caracteriza por dos temporadas distintas: un período lluvioso de invierno de noviembre a marzo (o desde mediados de octubre hasta mediados de abril del año siguiente) y una estación seca de verano que se extiende de mayo a septiembre. La primavera y el otoño son cortos; abril corresponde a la primavera y octubre al otoño.
Llueve con relativa frecuencia durante la temporada lluviosa invernal. Después de dos o tres semanas de lluvia, las colinas y los campos cobran vida. Entonces los agricultores aran los campos y siembran las semillas. Por otro lado, durante la estación seca de verano, casi no llueve. El calor abrasador del sol seca el suelo y hace que las plantas se marchiten, y los campos y las colinas se vuelven de color marrón rojizo.
La agricultura y la lluvia
La lluvia que cae en octubre y noviembre, cuando comienza la temporada de lluvias, es la lluvia de otoño (“la lluvia temprana”); y la lluvia que cae en marzo y abril, cuando termina la temporada de lluvias, es la lluvia de primavera (“la lluvia tardía”).
Para producir una buena cosecha durante el año, debe caer suficiente lluvia temprana. Puesto que no llueve durante la estación seca y la tierra está en condiciones extremadamente áridas, es imposible cultivar tierras agrícolas si no llueve. Por esa razón, los agricultores esperan ansiosamente la lluvia temprana mientras se preparan para cultivar durante el año. Contemplando la tierra reseca con el abrasador calor del sol, esperan ansiosamente la lluvia (Stg. 5:7).
La lluvia tardía, también llamada “lluvias de primavera” (versión Dios Habla Hoy, Zac. 10:1), es una lluvia apropiada porque es absolutamente necesaria para una buena cosecha.
La lluvia temprana y la tardía, que llegan en el momento adecuado para las labores agrícolas en Israel, son una bendición de Dios. Así que, a menudo la lluvia mencionada en la Biblia representa simbólicamente la gracia y las bendiciones de Dios (Dt. 32:2, Ez. 34:26, Sal. 65:10).
La agricultura espiritual y la lluvia del Espíritu Santo
La agricultura física en Israel, controlada por la lluvia, representa espiritualmente la obra del evangelio de Dios (Mt. 13:24-30, 36-40). Las dos lluvias especiales en la temporada agrícola: la lluvia temprana y la lluvia tardía, representan el Espíritu Santo que Dios da a su pueblo para la agricultura espiritual.
Jl. 2:23 “[…] hijos de Sion, […] porque os ha dado la primera lluvia a su tiempo, y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía como al principio.”
El Espíritu Santo de la lluvia temprana y el Espíritu Santo de la lluvia tardía
La profecía de la lluvia temprana fue cumplida por Jesús hace dos mil años; en el Día de Pentecostés, Jesús derramó el Espíritu Santo sobre sus discípulos que perseveraban unánimes en oración y ruego durante diez días en Jerusalén, después de su resurrección y ascensión. Entonces ocurrió la milagrosa obra del Espíritu Santo en la iglesia primitiva: tres mil personas se arrepintieron en un día, y aún más almas fueron salvas.
Hch. 2:1-47 “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. […] Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, […] Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”
La profecía de la lluvia tardía que cae en la temporada de la cosecha, debe cumplirse a través de la gran obra del Espíritu Santo, que Dios derrama sobre nosotros para la obra del evangelio de reunir al pueblo de Dios, representado como el trigo, desde los fines de la tierra, en esta época de la cosecha espiritual.
Mt. 24:30-31 “[…] y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.”
El Espíritu Santo de la lluvia tardía, que se da en la temporada de la cosecha espiritual, se derrama sobre los que vienen a Jerusalén para celebrar la Fiesta de los Tabernáculos.
Zac. 14:16-17 “Y todos los que sobrevivieren […] subirán de año en año para adorar al Rey, a Jehová de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de los tabernáculos. Y acontecerá que los de las familias de la tierra que no subieren a Jerusalén para adorar al Rey, Jehová de los ejércitos, no vendrá sobre ellos lluvia.”
Ahora es la época de la Fiesta de los Tabernáculos, la temporada de fructificación espiritual, cuando debemos pedir diligentemente a Dios Elohim, que gobierna y administra todas las cosas, que nos dé el Espíritu Santo de la lluvia tardía. Los que vienen a Jerusalén y piden su gracia serán revestidos con el poder del Espíritu Santo de la lluvia tardía, que es siete veces más poderosa que la lluvia temprana dada en el tiempo de la primera venida de Jesús (Is. 30:26). Como obreros del evangelio, debemos realizar la asombrosa obra del Espíritu Santo predicando el evangelio con valentía, vistiéndonos con la abundante gracia del Espíritu Santo que nuestro Padre y nuestra Madre celestiales derraman sobre nosotros.
Jn. 7:37-39 “En el último y gran día de la fiesta [de los tabernáculos], Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; […]”
Ap. 22:17 “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.”