Ninguna parte de los sermones en texto puede ser imprimida o difundida. Por favor, grabe en su corazón lo que ha entendido, para compartir la fragancia de Sion.
La administración de Dios
El día en que volveremos al cielo se acerca más cada día. Cuando veo a los hermanos y hermanas de Sion predicando el evangelio con seriedad y un solo pensamiento, siento que estamos volviendo a ser creados como nuevas criaturas en el amor de Dios. Hemos recibido la misión de profetas en estos últimos días. Por eso, debemos predicar a Cristo y las buenas nuevas del reino de Dios a este mundo de tinieblas, con un entendimiento pleno de Cristo, quien es el misterio oculto desde los siglos y edades.
La administración de Dios para la salvación
Todos nosotros creemos en la existencia del cielo. ¿Por qué existe el cielo? ¿Para quiénes? Si nos ponemos a pensar, comprenderemos que Dios creó el cielo para aquellos que heredarán la salvación. Entonces, debe de haber una administración para salvarlos. No se obtienen buenos resultados sin una administración, es decir, sin planificar y operar de acuerdo a lo planeado.
Hay muchos administradores en el mundo; los hombres de negocios administran sus compañías; los escolares, el mundo académico; y los presidentes, su país. Todos manejan cosas terrenales, y tienen más probabilidades de fracasar que de lograr el éxito. Sin embargo, la administración de Dios Todopoderoso, que conoce el principio y el final, no puede fracasar, sino que tiene el éxito totalmente garantizado. Este es el motivo por el que estamos avanzando con fuerza, con el corazón y con el alma hacia el reino de los cielos.
Algunas personas invierten inútilmente toda su vida en una incierta y vaga administración en este mundo. Lo que obtienen de ella es nada, si lo comparamos con las bendiciones que reciben los que participan en la administración de Dios el Creador.
Dios estableció el reino de los cielos, y ha sido el administrador del ministerio de la salvación de las almas que vivirán allá. Al predicar el evangelio a los que aún no lo han oído, somos hechos parte de su administración. Creemos absolutamente en la infalibilidad de la administración de Dios; por eso podemos predicar el evangelio con ansias y edificar nuestra fe sobre la roca, aun bajo circunstancias difíciles.
Veamos qué nos pide Dios que hagamos en la obra de su administración de la salvación, esto es, la obra de reunir a sus hijos.
Ez. 3:17-19 『Hijo de Hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte. Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano. Pero si tú amonestares al impío, y él no se convirtiere de su impiedad y de su mal camino, él morirá por su maldad, pero tú habrás librado tu alma.』
Dios dice que nos ha hecho atalayas. Si la gente no se arrepiente a pesar de que les comunicamos la advertencia de Dios, él no nos hará responsables de su muerte. Pero si toman el camino de la destrucción porque nosotros no les advertimos, Dios demandará su sangre de nuestra mano.
Si creemos absolutamente en la administración de Dios, no hay nada que debamos temer. La vida no es más que un sueño vacío. Este mundo es temporal; solamente el mundo espiritual es eterno. La realidad es el reino de los cielos, donde viviremos por siempre.
Un sueño no es la realidad. ¿Podremos satisfacer nuestra hambre si soñamos que comemos? ¿O podremos saciar nuestra sed si bebemos mucha agua en un sueño? No. Sin embargo, muchas personas viven con la ilusión de que este mundo es real. Lo único real es el mundo espiritual. No seamos tontos, no temamos a este mundo irreal e ilusorio.
Somos embajadores de Dios. Debemos entender que la obra del evangelio es la obra de Dios, que se cumplirá de todas formas, igual que su administración.
Los que temen el fracaso, fracasarán. Pero los que enfrentan la situación con valentía, alcanzarán el éxito. Sin importarle nuestra falta de fluidez y técnica, Dios nos permite lograr buenos resultados cuando hacemos las cosas con fe en él.
¿Por qué fuimos expulsados del cielo y venimos a esta tierra de pecado? Porque traicionamos a Dios al ser tentados por el lucero de la mañana. La razón fundamental fue que no teníamos una fe perfecta en Dios. Él quiere que tengamos una fe absoluta en él, de modo que pueda establecer el reino de los cielos libre de pecados.
Crean en la administración de Dios y síganlo
Debemos tener suficiente fe para seguir al Cordero por dondequiera que vaya. Esta fe absoluta es una de las características de los 144 mil que serán redimidos de entre los de la tierra. Ya que estamos haciendo la obra del evangelio con absoluta confianza y fe en Dios, siempre habrá buenos resultados y todo marchará muy bien.
Mt. 28:18-20 『Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.』
Jesús tiene toda potestad en el cielo y en la tierra, y puede entregar su autoridad a quienquiera y cuando quiera. Ahora nos dice: “Toda potestad me es dada. Por tanto, vayan, y amonesten a la gente de mi parte”. ¿Por qué Dios, siendo la fuente de toda autoridad, quiere completar su propósito a través de nosotros, a pesar de que puede hacer cualquier cosa solo? La razón es que quiere darnos la oportunidad de perfeccionar nuestra fe.
Dios nos dijo que vayamos y hagamos discípulos a todas las naciones, y les enseñemos que guarden todas las cosas que nos ha mandado; y debemos seguir su palabra. No tengamos temor de la persecución y las pruebas que suframos en este ilusorio mundo. ¿Habrá algo que temer si creemos en el hecho de que el eterno reino celestial es nuestro mundo real?
El apóstol Pablo dijo que había deseado estar ausente del cuerpo y presente a Cristo, pero que era más necesario quedar en la tierra por causa de aquellos que no habían despertado espiritualmente. Él quería regresar pronto al hogar, porque sabía bien que esta tierra era un mundo ilusorio, y que el verdadero mundo era el cielo eterno donde moraría con Dios. No obstante, estaba dispuesto a quedarse en la tierra y sufrir toda clase de aflicciones a fin de despertar al mundo como atalaya, y de cuidar del pueblo de Dios que vagaba en el mundo de pecado como ovejas sin pastor.
La obra del evangelio que llevamos a cabo no se realiza fácilmente. En el proceso de iluminar al mundo, podríamos sufrir burlas y persecuciones, y enfrentarnos con severas dificultades, oposiciones y difamaciones con la intención de destruir nuestra fe. A pesar de ello, no debemos olvidar que predicamos el evangelio en el nombre de Dios. Con el mismo corazón de Dios, debemos predicar el evangelio del amor, la salvación y la paz a la gente del mundo.
Dios vino a la tierra para buscar a los que se habían perdido, y con misericordia, planeó salvar a los hombres del mundo. Debemos tener piedad del mundo, pues la Biblia nos dice que tengamos el corazón de Cristo. La verdad purifica y sublima nuestro corazón, haciéndonos tener piedad del mundo. Cuando nuestro nivel espiritual sea más alto que el mundo, podremos tener piedad de él y desempeñar la obra del evangelio como embajadores de Cristo. Dios siempre ayuda a los que trabajamos para él.
Is. 41:9-13 『Porque te tomé de los confines de la tierra, y de tierras lejanas te llamé, y te dije: Mi siervo eres tú; te escogí, y no te deseché. No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.』
Los versículos anteriores no significan que Dios nos ayudará sin que hagamos nada; quieren decir que Dios nos ayudará y hará lo que se ha propuesto, cuando llevemos a cabo la obra del evangelio de iluminar a la gente del mundo en su nombre, enseñándoles a despertar de la ilusión y acercarse a la verdad, y predicándoles su voluntad. El destino de los que están contra nosotros está escrito en la Biblia. ¿Entonces a qué le tememos? ¿Tememos a los hombres que son como la hierba? Creemos en la palabra de Dios, que dice: “He aquí que todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y confundidos; serán como nada y perecerán los que contienden contigo”.
Aunque nos falta conocimiento, Dios nos ayudará. El Espíritu de Dios nos dará sabiduría y entendimiento, corregirá nuestras ideas equivocadas y nos hará decir lo correcto. ¿Hay algo por lo que debamos preocuparnos?
El camino de la salvación no es fácil; ciertamente se requiere una firme resolución. Pero Dios nos ayuda constantemente a lo largo del camino.
Cuando se resuelve algo que no podemos manejar con nuestras habilidades, sentimos la mano de Dios. La obra del evangelio no es un trabajo que podamos desempeñar con nuestras propias habilidades; es imposible sin la ayuda de Dios. Por eso Dios nos ayuda; creámoslo.
Tenemos que recordar que predicar el evangelio como Cristo, es posible cuando, a pesar de las persecuciones y burlas de la gente, sentimos piedad del mundo en vez de temor. Cuando enseñemos el camino del cielo a las almas pobres y prediquemos a Dios, entregándole todos nuestros temores terrenales y preocupaciones, él nos dará lo que nos haga falta y corregirá nuestros errores, ayudándonos a cumplir con su propósito en el evangelio.
Is. 14:24 『Jehová de los ejércitos juró diciendo: Ciertamente se hará de la manera que lo he pensado, y será confirmado como lo he determinado;』
Al decir: “Ciertamente se hará de la manera que lo he pensado, y será confirmado como lo he determinado”, Dios hace hincapié en el infalible cumplimiento de su administración.
Dios cumplirá la última obra del evangelio
Averigüemos cómo se terminará la obra del evangelio que Dios ha pensado.
Ap. 14:1-5 『Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil […]. Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero;』
Dios dijo que los 144 mil que fueron redimidos de entre los de la tierra, siguen al Cordero por dondequiera que va; estos entrarán en el cielo nuevo y la tierra nueva luego que se complete la obra del evangelio en esta tierra. “Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va”; esta palabra significa que tienen una absoluta fe en Cristo. Sin una fe absoluta, nadie puede seguir a Cristo por dondequiera que vaya.
Los 144 mil guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Sin duda son dignos de alabanza. Hace dos mil años, Dios escribió en la Biblia que todos sus planes se habían cumplido. Dentro de poco, los 144 mil morarán eternamente con Dios en el glorioso mundo, esto es, el cielo nuevo y la tierra nueva, donde solo hay gozo y felicidad, donde no existe muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor.
Teniendo en cuenta que lo que Dios ha pensado se cumplirá con seguridad, deshagámonos por completo de todos nuestros temores. Dios dijo: “Conforme a vuestra fe os sea hecho”. Si dudamos en predicar el evangelio por temor del mundo, sufriremos aflicciones y maldiciones.
Tengamos piedad de las almas que irán al infierno si no les predicamos, y oremos sinceramente por ellas y anunciémosles el evangelio. Solo así, cada alma recibirá la verdad de Dios, y el plan de la salvación de Dios se cumplirá.
El día en que Dios complete su administración está cerca, como él mismo dijo: “El pequeño vendrá a ser mil, el menor, un pueblo fuerte. Yo Jehová, a su tiempo haré que esto sea cumplido pronto”. Día a día Dios nos refina como al oro, para fortalecer nuestra fe, a fin de que sigamos al Cordero por dondequiera que vaya. Seremos aborrecidos por causa del nombre de Cristo, como está escrito: “Seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre” (Mr. 13:13). Dios dijo que el mundo nos aborrece sin razón, es decir, no porque hayamos hecho algo malo. Por eso, a pesar de ser perseguidos y aborrecidos por la gente del mundo, tenemos que predicar el evangelio con más fuerza, permaneciendo firmes en la fe.
El plan de Dios se cumplirá infaliblemente, aunque el mundo nos aborrezca, nos persiga y se nos oponga. Los que carecen de fe en Dios, sienten que las persecuciones y dificultades ocasionadas por Satanás, son un problema muy grande, y consideran que la Iglesia de Dios es pequeña y débil, y que se desvanecerá muy pronto. Pero este no es más que un pensamiento de hombres que ignoran por completo lo que sucederá en el futuro. La iglesia de Dios nunca se desvanecerá, porque Dios la estableció según su plan.
Hch. 5:38-39 『Y ahora os digo: Apartaos de estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá; mas si es de Dios, no la podréis destruir; no seáis tal vez hallados luchando contra Dios.』
Si el evangelio que predicamos no fuera de Dios, hace mucho tiempo se habría desvanecido. Nuestro consejo y nuestra obra son de Dios, por eso nunca serán destruidos por la opresión del mundo. El evangelio nos ha sido confiado por Dios, quien ha venido a este mundo y nos ha traído la palabra de la verdad; por eso nunca se desvanecerá.
Nuestra misión nos ha sido encomendada por Dios; ¿qué puede ser más santo y lleno de gracia? Debemos estar orgullosos de esta invaluable misión y agradecer a Dios por confiarnos esta tarea a nosotros. Nuestro Padre dijo una vez: “Como la gente de este mundo no me envidia, yo tampoco los envidio”.
La gente del mundo no nos envidia. Envidian a los que gozan de altas posiciones sociales, pero no sienten envidia de nosotros, que tenemos una honorable posición como embajadores del cielo. Se nos ha encomendado la misión más preciosa: predicar el evangelio de Dios; y cuando la cumplamos, entraremos todos en el cielo. ¿A quién envidiaremos en este mundo? Dios nos ha llamado a ser partícipes de su administración; lo único que tenemos que hacer es desempeñar fielmente la misión que nos ha encargado como atalayas, anhelando el día de su venida en el que nos elogiará diciendo: “¡Bien hecho, hijos fieles!”
En Apocalipsis 2, Dios nos dice: “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”. Si fracasáramos a pesar de ser fieles hasta la muerte, ¿qué podríamos esperar? No obstante, toda palabra de Dios debe cumplirse; ni una jota ni una tilde pasará de su palabra, hasta que todo se haya cumplido. Por esta razón, Dios nos dijo que seamos fieles hasta la muerte. Debemos poner todo nuestro corazón y toda nuestra mente en el plan y la administración de Dios, los cuales no se desvanecerán.
Demos gracias a Dios por permitirnos participar en su administración del evangelio, y por darnos el glorioso deber del ministerio del nuevo pacto. Obtengamos el gran beneficio espiritual de la obra del evangelio.
Todos nosotros en Sion debemos tomar parte de la administración de Dios para la salvación hasta el tiempo indicado, participando voluntariamente en los sufrimientos de Cristo, a fin de ser hechos coherederos con Cristo, miembros de un solo cuerpo y copartícipes de la promesa del eterno reino de los cielos.