Ninguna parte de los sermones en texto puede ser imprimida o difundida. Por favor, grabe en su corazón lo que ha entendido, para compartir la fragancia de Sion.
Decidle que el Señor los necesita
Se dice que la verdad se encuentra en lo común. Algunos intentan encontrarla en algo especial, pero la Biblia dice que tenemos tesoros en vasijas de barro. Así, la verdad está en lo común.
Dios hace todo tranquilamente y de un modo común. Las obras de Jesucristo se cumplieron no solo con señales y prodigios; podemos hallar muchas cosas que parecen comunes en sus obras. No obstante, sus discípulos y los autores de los Evangelios encontraron cosas espirituales en esas cosas comunes, y, llenos del Espíritu Santo, escribieron lo que comprendieron. Por eso, ahora nosotros, que estamos en la fe, nos podemos emocionar con lo que ellos escribieron (2 P. 1:20-21). Pero ante los ojos de la gente de este mundo, esas cosas son comunes y triviales.
Decidle que el Señor necesita el asna
Últimamente he hallado gozo en una palabra de la Biblia, al parecer ordinaria, en la que Jesucristo dice: "Decidle que el Señor los necesita".
Mt. 21:1-11 『Cuando se acercaron a Jerusalén, y vinieron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús envió dos discípulos, diciéndoles: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego hallaréis una asna atada, y un pollino con ella; desatadla, y traédmelos. Y si alguien os dijere algo, decid: El Señor los necesita; y luego los enviará. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: Decid a la hija de Sion: He aquí, tu Rey viene a ti, manso, y sentado sobre una asna, sobre un pollino, hijo de animal de carga. Y los discípulos fueron, e hicieron como Jesús les mandó; y trajeron el asna y el pollino, y pusieron sobre ellos sus mantos; y él se sentó encima.』
Cuando Jesús iba a entrar en Jerusalén, envió a sus discípulos a traerle un asna, a fin de cumplir la profecía de la Biblia. Los discípulos estaban perplejos. En aquel entonces era difícil para un pobre tener un asna; y Jesús y sus discípulos, que proclamaban el evangelio, no tenían una. Los discípulos, desconcertados, se preguntaban el asna de quién debían llevar; y entonces Jesús les dijo: "Decidle que el Señor la necesita".
Si un completo desconocido viniera y dijera: "Dame un asna, porque el Señor la necesita", ¿quién se la daría de buena gana? Sin embargo, el dueño del asna la dio voluntariamente a los discípulos cuando se la pidieron según las instrucciones de Jesús. Esto aconteció para que se cumpliera la profecía de la venida de Cristo como el Rey sentado sobre un asna.
Desde el punto de vista de lo visible, podría considerarse como algo trivial la entrada de Jesús en Jerusalén sentado sobre un asna; pero desde el punto de vista espiritual, esto ocurrió para cumplir la profecía de Dios. Todo estuvo preparado y hecho cuando Jesús dijo: "Decidle que el Señor los necesita".
Decidle que el Señor necesita su aposento alto
Jesús pronunció las mismas palabras en la pascua. Un día antes de ser crucificado, después de haber cumplido su misión en esta tierra, Jesús envió a sus discípulos a preparar la pascua, a fin de establecerla como el nuevo pacto. Los discípulos estaban desconcertados. Jesús no les dijo dónde ni qué debían preparar, sino tan solo: "Decidle que el Señor lo necesita". No obstante, esta palabra lo hizo todo posible.
Mr. 14:12-16 『El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, cuando sacrificaban el cordero de la pascua, sus discípulos le dijeron: ¿Dónde quieres que vayamos a preparar para que comas la pascua? Y envió dos de sus discípulos, y les dijo: Id a la ciudad, y os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle, y donde entrare, decid al señor de la casa: El Maestro dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer la pascua con mis discípulos? Y él os mostrará un gran aposento alto ya dispuesto; preparad para nosotros allí. Fueron sus discípulos y entraron en la ciudad, y hallaron como les había dicho; y prepararon la pascua.』
Los discípulos fueron a la ciudad a cierto hombre. No sabían a quién encontrarían en la ciudad, pero fueron y hallaron a un hombre que llevaba un cántaro de agua, como Jesús les había dicho; y le dijeron: "Nuestro Señor nos ha dicho que te digamos que necesita tu aposento".
En cuanto los discípulos le dijeron que el Señor necesitaba su aposento, él les mostró de buena gana un gran aposento alto, donde Jesús y ellos celebraron la pascua. Con la palabra: "El Señor lo necesita", el aposento donde Jesús comería la pascua estuvo dispuesto de inmediato. Todo estuvo preparado con la sola palabra: "El Señor lo necesita".
Os haré pescadores de hombres
Cuando Jesús cumplía con la obra del evangelio en la iglesia primitiva, guiando a sus discípulos hacia la verdad, lo único que dijo fue: "El Señor los necesita".
Mt. 4:18-22 『Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres. Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron. Pasando de allí, vio a otros dos hermanos, Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en la barca con Zebedeo su padre, que remendaban sus redes; y los llamó. Y ellos, dejando al instante la barca y a su padre, le siguieron.』
Cuando Jesús dijo: "Venid en pos de mí, os necesito", todos lo siguieron: Pedro, Juan, Jacobo… y ninguno se negó. Esto pasó porque el Señor mismo dijo: "Os necesito", y los llamó.
Jesús se les apareció solo como el hijo de José el carpintero; ninguno pudo reconocerlo como Dios el Todopoderoso y Creador, quien, sentándose en el trono de la Majestad, gobierna los cielos y reina sobre millares de ángeles.
En realidad, todas las criaturas y cosas de esta tierra se disponen y alistan cuando oyen que el Señor las necesita. Por eso, en la Biblia no hay escrito en el que una persona diga "no", cuando el Señor dice "te necesito"; todos dicen simplemente "sí". Ninguna criatura de esta tierra se ha atrevido a negarse al Señor y a decirle "no", cuando él dice "te necesito".
Pablo fue una vez leal al judaísmo, y era el primero en perseguir a los santos de la iglesia primitiva. Por eso, cuando se convirtió, muchos santos tuvieron temor de él, y no le creyeron. Pero Cristo les habló en una visión, diciendo: "No lo temáis".
Hch. 9:15 『[…] porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel;』
Cuando el Señor llama a alguien, aunque este sea terco, tosco o devoto de otra religión, inclina su cabeza ante la verdad. Esta es la ley de la naturaleza y la providencia de Dios.
Bendiciones de los que Dios necesita
Ahora estamos en el otoño espiritual, la época de la cosecha. En esta época, el Señor nos necesita. Hay cerca de seis mil millones de personas en el mundo, como la arena del mar. Dios nos ha llamado a ustedes y a mí de entre ellos, diciendo: "Los necesito".
El Señor me necesita, ¡qué gran bendición! Entre los que Dios necesitó y llamó, ¿quién hizo lo malo y se extravió? Ninguno. Pedro era tan solo un pescador no muy conocido; pero cuando el Señor lo necesitó y condujo a la verdad, llegó a ser el apóstol de los apóstoles, y ahora es admirado por todos los cristianos. Y el apóstol Pablo una vez estuvo contra la verdad y persiguió a los santos; pero cuando el Señor lo necesitó y lo llamó para convertirlo, testificó que Jesús era el Cristo ante los gentiles y ante reyes, y predicó el nuevo pacto, sufriendo muchas cosas. Como resultado, Pablo ha sido respetado por todos los cristianos hasta hoy. Así, todos los que el Señor necesita adquieren fama.
Ahora, el Señor nos necesita. Incluso los ángeles nos envidian por nuestro deber. Aunque la tierra es mucho menos que el cielo, está escrito que los ángeles nos envidian por la misión que tenemos aquí de predicar el evangelio (1 P. 1:10-12).
Ha llegado la hora de que Dios concluya su gloriosa obra. Y nosotros no debemos vacilar al ser llamados, sino actuar como Pedro, Juan y Jacobo, que no vacilaron en seguir a Cristo al ser llamados.
La vida de ellos estuvo llena de aflicciones y persecuciones; pero cuando el Señor les dijo que los necesitaba, lo siguieron sin dudar, diciendo: "Amén", y no miraron alrededor. Ellos se esforzaron siempre para ser vasos dignos de la obra de Dios.
Is. 60:1-22 『Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria. Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento. Alza tus ojos alrededor y mira, todos éstos se han juntado, vinieron a ti; tus hijos vendrán de lejos, y tus hijas serán llevadas en brazos. Entonces verás, y resplandecerás; se maravillará y ensanchará tu corazón, porque se haya vuelto a ti la multitud del mar, y las riquezas de las naciones hayan venido a ti. Multitud de camellos te cubrirá; […] ¿Quiénes son éstos que vuelan como nubes, y como palomas a sus ventanas? […] renuevos de mi plantío, obra de mis manos, para glorificarme. El pequeño vendrá a ser mil, el menor, un pueblo fuerte. Yo Jehová, a su tiempo haré que esto sea cumplido pronto.』
Si el Señor dice que hará esto, ha de ser hecho como él dice. Todo es posible y debe cumplirse si el Señor dice que lo hará. Cuando el Señor dijo que necesitaba un asna, los discípulos fueron a traérsela. Ninguna criatura puede resistirse al Señor cuando él dice que la necesita; todas esperan que él las solicite.
Cuando el Señor necesitó el asna, el dueño de esta permitió a los discípulos llevarla, aun cuando no tenía parte con ellos. Pero ¿por qué este hecho, que parece tan común, está escrito en el evangelio? Necesitamos saberlo.
Pensemos en el asna que los discípulos llevaron al Señor cuando él dijo necesitarla. De seguro había muchas otras asnas en Israel en ese entonces, pero el Señor necesitó solo una, la cual fue llevada a él y usada por el Rey de reyes y Señor de señores para entrar en Jerusalén. ¡Qué bendita fue, aunque no era más que un animal! El asna que Dios escogió para cumplir la profecía es muy conocida, pues casi dos mil años han pasado y seguimos hablando de ella.
Lo mismo ocurrió con el aposento alto de Marcos. Cuando el Señor dijo que lo necesitaba, Marcos, el propietario, lo preparó; y este es el único aposento alto que el mundo recuerda hasta hoy. Todos los que el Señor necesita y escoge, adquieren fama, y su gloria es grande y eterna.
La mayoría de las personas de esta tierra, no saben por qué han nacido. Pero Dios nos ha mostrado a nosotros la gloria del cielo.
De entre seis mil millones de personas, Dios ha necesitado y escogido a los 144 mil. Él escogió una sola asna entre muchas para cumplir su profecía, y escogió el aposento alto de Marcos a pesar de que había muchos otros aposentos en Israel en aquel entonces. Asimismo, nos ha escogido y llamado (a los 144 mil) como primicias para él y para el Cordero en estos últimos días.
Aunque hay muchas personas de buena labia en el mundo, Dios no los escogió a ellos, sino que nos llamó a nosotros, diciendo: "Los necesito". Si dijéremos "amén" cuando Dios nos necesite y llame, todos nosotros seremos héroes proféticos para la gloria de Dios.
Id, y haced discípulos a todas las naciones
Lo que ahora tenemos que hacer es vivir una vida digna del llamado de Dios.
Mt. 28:18-20 『Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.』
Dios está con los que él necesita, hasta el fin del mundo. De las seis mil millones de personas, ¿con cuáles siempre está Dios? ¿Y a cuáles ama y aprecia? ¿No son ellos nosotros mismos, a quienes el Señor ha necesitado y llamado?
Sócrates, el filósofo griego, siempre decía esta frase famosa: "Conócete a ti mismo". Pero en realidad, ni Sócrates ni Buda se conocían a sí mismos. No obstante, nosotros nos conocemos, pues sabemos por qué hemos nacido en esta tierra y por qué vivimos una vida miserable, y de dónde venimos y adónde vamos. Dios nos hizo saberlo.
Ya que el reino eterno está esperando por nosotros, no debemos malgastar nuestro tiempo en esta tierra, sino ser más fieles en aquello para lo que el Señor nos ha llamado. Pero esto no significa que debamos descuidar nuestros deberes en esta tierra. Para vivir eternamente en el cielo, debemos vivir fiel y favorablemente en esta tierra.
Hace dos mil años, el asna fue escogida para la misión de llevar a Cristo, el Rey de reyes y Señor de señores, a Jerusalén. Y el aposento alto de Marcos fue preparado para la pascua que Jesús establecería como el nuevo pacto. Ahora nosotros tenemos una misión más grande que la del asna o la del aposento alto.
El Señor nos ha llamado y dicho: "Id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado". Dios nos ha llamado para darnos esta misión.
El Señor dijo: "Los necesito", y nos dijo que vayamos y hagamos discípulos a todas las naciones; y nosotros tenemos que hacer lo que nos ha dicho. Cuando prediquen el evangelio a alguien, si ese alguien dudare y vacilare, díganle que "el Señor lo necesita", y no dudará en ir con ustedes.
Dios nos ayuda cuando trabajamos con fe. Él quiere ver nuestra fe. Él no nos ayuda de inmediato, sino que espera que tengamos la fe al 100% en él, y entonces nos da su poder. Dios aguarda que comprendamos y tengamos una fe perfecta.
El Señor nos dice "los necesito". Él nos ha llamado siendo nosotros débiles en el mundo, y nos ha dado una gran misión: la última reforma.
Dios ha venido como el Espíritu y la Esposa, y nos ha confiado la obra del evangelio, diciéndonos: "Los necesito". ¡Cuánta gracia! Ya que el Señor ha resuelto cumplir la última reforma y nos necesita para la obra, esta se cumplirá pronto. Lo que tenemos que hacer ahora es seguir la voluntad de Dios correctamente.
Aunque somos débiles, Dios nos necesita; por eso podemos decir confiadamente a quien encontremos: "¡El Señor te necesita, ven!", y: "El Señor me ha dicho que te lleve a él", y: "El Señor dice que te necesita". Hermanos y hermanas de Sion, somos los que Dios necesita. Debemos desempeñar nuestra misión de predicar el evangelio en estos últimos días, recibiendo mucho más el Espíritu Santo.