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Ninguna parte de los sermones en texto puede ser imprimida o difundida. Por favor, grabe en su corazón lo que ha entendido, para compartir la fragancia de Sion.

Sino por mí

Dios ha dado a los hombres la Biblia para la salvación de sus almas. La Biblia es un libro que nos da la sabiduría para la salvación (1 P. 1:9, 2 Ti. 3:15-17).
Si alguno cree en Dios pero no logra ser salvo porque no conoce el camino de la salvación, aquella persona será muy desafortunada. Para recibir la salvación de nuestras almas, necesitamos entender correctamente la Biblia, que contiene la palabra de Dios, y hallar el camino de la salvación que Dios nos ha mostrado por medio de la Biblia. Es por esta razón que estudiamos diligentemente la Biblia.

Dios es el camino, y la verdad, y la vida

Dios declaró su palabra a su pueblo por medio de los profetas en cada época. En el tiempo de Moisés, Dios descendió sobre el Monte Sinaí y dio la ley a través de Moisés, que él enseñaría al pueblo. Hace dos mil años, Dios mismo vino a esta tierra en carne y enseñó a su pueblo la sabiduría para la salvación. Todo esto está escrito en la Biblia. Averigüemos el camino de la salvación presentado en la Biblia.

Jn. 14:6 『Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.』

Jesús dijo: "Yo soy el camino", y: "Nadie viene al Padre, sino por mí", lo cual significa: "Nadie puede ser salvo, sino por mí". Encontrar la verdad significa buscar a Dios quien nos guía a la salvación de nuestras almas. Dios mismo es el camino, y la verdad, y la vida. En nuestra vida de la fe, si no comprendemos la palabra de Dios, podríamos cometer actos muy tontos o seguir algo diferente a la palabra de Dios. Aparte de Dios, todo es en vano. No importa qué tan famoso sea un pastor, pues su fama o su reputación no tiene sentido sin Dios. Ni Pedro, ni Pablo, pueden salvarnos. Ellos son simplemente ejemplos de fe para nosotros, y no objetos para nuestra adoración. Para nosotros existe solo un objeto de adoración, Dios, quien nos guía a la salvación.

Jn. 5:39-40 『Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida.』

La única manera de obtener la salvación es creer en Dios. No obstante, Dios vino en forma humana, por lo que nadie pudo reconocerlo ni buscarlo.
Si alguien dice creer en Dios pero no reconoce a Dios en la carne y no viene a él, ¿cómo podrá ser salvo? Jesús afirmó: "Nadie viene al Padre, sino por mí". Esto significa que nadie puede entrar en el reino de Dios, sino a través de Jesús.

La sabiduría para la salvación que la Biblia muestra

Ya que no podemos alcanzar la salvación sino por medio de Dios, debemos proseguir en conocer a Dios. En Génesis, Dios ya nos ha mostrado que no solo tenemos a Dios Padre, sino también a Dios Madre.

Gn. 1:26-27 『Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.』

Si el hombre y la mujer fueron creados a imagen de Dios, podemos ver que existen dos Dioses: la imagen masculina de Dios y la imagen femenina de Dios. La imagen masculina de Dios es llamada "Padre" por todos los cristianos. Entonces, ¿cómo deben llamar al Dios de imagen femenina? Deben llamarla "Madre", ¿no es así?
A través de la historia de la familia de Abraham, confirmemos que no podremos heredar el reino de los cielos sino a través de Dios Padre y Dios Madre.

Lc. 16:19-24 『Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, […]』

A través de esta parábola del rico y Lázaro, Jesús nos enseña acerca del cielo y del infierno. Aquí, Jesús describe a Lázaro siendo llevado al seno de Abraham, refiriéndose a su partida al cielo.
Dios ha sido nuestro Padre desde el principio. Solo Dios es nuestro verdadero Padre espiritual que nos da la vida eterna (Mt. 23:9). Por lo tanto, podemos darnos cuenta de que el "Padre Abraham" en la parábola antes mencionada representa a Dios. Al ver quién recibió la herencia de Abraham, conoceremos quiénes serán los herederos de Dios que heredarán su reino.

La familia de Abraham y la Madre

Gn. 15:1-6 『Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande. Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer? Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa. Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará.』

Ya que Abraham era un hombre de edad avanzada, tenía que elegir a su heredero. Y como Abraham no tenía hijos, había planeado dar a Eliezer, el mayordomo de su casa, su herencia y todos sus bienes. Sin embargo, Dios dijo: "No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará".

Gn. 16:1-3, 15-16 『Sarai mujer de Abram no le daba hijos; y ella tenía una sierva egipcia, que se llamaba Agar. Dijo entonces Sarai a Abram: Ya ves que Jehová me ha hecho estéril; te ruego, pues, que te llegues a mi sierva; quizá tendré hijos de ella. Y atendió Abram al ruego de Sarai. […] Y Agar dio a luz un hijo a Abram, y llamó Abram el nombre del hijo que le dio Agar, Ismael. Era Abram de edad de ochenta y seis años, cuando Agar dio a luz a Ismael.』

Sara era muy anciana, y ya no estaba en edad de tener hijos, entonces Abraham tuvo un hijo llamado Ismael, por medio de Agar, la sierva egipcia de Sara. Ismael salió del cuerpo de Abraham y estaba calificado como heredero según la palabra de Dios: "Un hijo tuyo será el que te heredará". Sin embargo, Dios puso otra condición.

Gn. 17:15-21 『Dijo también Dios a Abraham: A Sarai tu mujer no la llamarás Sarai, mas Sara será su nombre. Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella. […] Y dijo Abraham a Dios: Ojalá Ismael viva delante de ti. Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él.』

Abraham pidió que Ismael, nacido de su sierva, fuera su heredero, pero Dios no lo permitió, y dijo que él establecería su pacto con Isaac, a quien Sara le daría a luz. Según la promesa de Dios, Sara dio a Abraham un hijo, Isaac, quien finalmente llegó a ser su heredero.

El factor decisivo para definir al heredero es la madre

Muchos versículos de la Biblia mencionan el proceso de decisión del heredero de Abraham. Si esto no tuviera que ver con nuestra salvación, Dios no lo habría escrito tan detalladamente. Ya que la Biblia nos da sabiduría para nuestra salvación, la historia de la familia de Abraham es una profecía muy importante que nos muestra a través de quién podremos heredar el eterno reino de los cielos.

Veamos a todos los candidatos de la familia de Abraham. En primer lugar, Eliezer era un mayordomo nacido en la casa de Abraham. En la antigua Israel, si los padres eran esclavos en una casa, sus hijos también eran esclavos de nacimiento y crecían en la casa de su señor. A partir de esto podemos ver que Eliezer había nacido de padres esclavos. Dios lo descalificó como heredero de Abraham.

El segundo candidato era Ismael, hijo de Abraham, el hombre libre, y procedía del mismo cuerpo de Abraham. Sin embargo, su madre era una mujer egipcia, la sierva de Sara. Dios dijo que él tampoco sería el heredero de Abraham, y agregó una condición, que su heredero debía nacer de Sara. Finalmente Isaac, que nació del cuerpo de Sara, llegó a ser el heredero de Abraham.

En los tiempos antiguos de Israel, existía una ley de primogenitura, que consistía en pasar los derechos de herencia al hijo mayor. Según la línea paterna, Ismael debía heredar los bienes de su padre como su hijo mayor. No obstante, fue Isaac quien llegó a ser el heredero de su padre Abraham, y recibió su herencia. Esto fue porque la herencia se determinó según la línea materna.

El hecho de que Isaac recibiera la herencia a través de su madre, nos hace entender que nosotros recibiremos la herencia del reino de Dios a través de nuestra Madre. Recibir la herencia de los cielos significa recibir la vida eterna, la salvación, y todas las otras bendiciones del cielo.

Los Dioses que dijeron: "Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza", fueron Dios Elohim: Dios Padre y Dios Madre. Si hubiera sido posible ir al cielo solo a través de Dios Padre, Ismael habría sido el heredero de Abraham. Pero esta no era la voluntad de Dios. Él permitió que Isaac fuera el heredero de Abraham por medio de su madre Sara, la mujer libre. Con esto, Dios nos muestra claramente que podemos recibir la herencia del cielo a través de nuestro Dios Madre, la mujer libre.

La salvación a través de Dios Madre

El apóstol Pablo explicó en Gálatas 4 lo siguiente:

Gá. 4:26-31 『Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre. […] Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa. Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora. Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre. De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.』

La Biblia dice que nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa, y que la Jerusalén de arriba es libre y es nuestra Madre. ¿Cómo deben llamar a la mujer libre sus hijos? Deben llamarla "Madre", ¿no es verdad?
Para recibir la salvación de nuestras almas, debemos creer en la Madre Jerusalén. En esta época del Espíritu Santo, nuestro Dios Madre ha venido como Sara, la mujer libre, y ella da a luz a los hijos de la promesa y los guía al eterno reino celestial. Nadie puede ir al cielo sino por medio de la Madre.

Por ello, el apóstol Juan describió a la Esposa que da el agua de la vida como la Jerusalén celestial, y el profeta Zacarías profetizó que el agua de la vida saldría de Jerusalén (Zac. 14:8, ref. Ap. 22:17, 21:9). La Biblia testifica claramente que podemos obtener la vida eterna e ir al reino de los cielos a través de la Madre.

Dios nos dice que lo sigamos por dondequiera que vaya, porque él es el camino. En la familia de Abraham, el único camino para ser su heredero, era la "madre". Entre las condiciones que Dios puso para ser heredero de Abraham, la primera era que su heredero debía salir de su propio cuerpo, y la segunda era que el heredero debía nacer también del cuerpo de Sara. Esto implica que, así como Isaac, nosotros podremos llegar a ser los herederos de Dios y heredar su reino cuando creamos en Dios Padre y también en Dios Madre.

Una vida digna como herederos de Dios

Nosotros somos los herederos de Dios que heredaremos su reino. El Espíritu mismo da testimonio de que somos hijos de Dios y herederos (Ro. 8:16-18). Por eso, todos nosotros debemos andar en el camino de la fe, siendo dignos de ser los herederos de Dios.

Gá. 4:6-7 『Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.』

Si un heredero lleva una vida corrupta todos los días, hablando y comportándose inadecuadamente, traerá problemas a sus padres. Los inicuos son los que no siguen las enseñanzas del Padre y de la Madre, diciendo creer en ellos. Ellos nunca heredarán el reino de Dios.

1 Co. 6:9-10 『¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.』

Los que heredarán el reino de Dios deben actuar de una manera digna de los herederos de Dios. Para parecerse al corazón generoso de Dios, debemos amar y ser considerados con los demás y compadecernos de las personas del mundo con una buena conducta y palabras llenas de gracia, a fin de poder guiar a toda la humanidad al camino de la vida. Practicando las virtudes dignas de los hijos y herederos de Dios, debemos ser un ejemplo para el mundo.

El Padre y la Madre nunca nos han guiado por el camino malo. Los que creen absolutamente en el Padre y en la Madre y los siguen, no pueden caer en la maldad. Por el contrario, los que viven una vida corrupta, andando por el camino al que Dios no nos guía, caerán fácilmente en la maldad y perderán su lugar entre los herederos de Dios.

Vayamos al eterno reino celestial, siguiendo las enseñanzas del Padre y de la Madre. Hace dos mil años, los discípulos de Jesús verdaderamente respetaban sus palabras y lo seguían absolutamente, pues creían firmemente que Jesús era Dios, y que tenía palabras de vida eterna (Jn. 6:58) a pesar de que él vino a esta tierra en la carne, y que nadie podía entrar en el cielo sino por él. En estos días, debemos tener la misma fe y entendimiento que tuvieron los discípulos.

Nuestra salvación depende solo de Dios, quien es el camino, y la verdad, y la vida. Realmente espero que todos los hijos celestiales hereden el reino de los cielos, como Isaac, creyendo en Dios Madre y obedeciendo sus palabras.