Ninguna parte de los sermones en texto puede ser imprimida o difundida. Por favor, grabe en su corazón lo que ha entendido, para compartir la fragancia de Sion.
Quiten la escoria de la plata
El reino de Dios se acerca más cada día que pasa. Ya que el reino de los cielos se acerca cada día más, si todavía tenemos mucha escoria en nuestra alma, ¿podremos entrar en el reino de Dios con tales impurezas? De ninguna manera.
Los santos de Dios son santos, como Dios es santo (ref. 1 P. 1:15, 2:9). Debemos eliminar toda la escoria que no agrada a Dios, a fin de entrar en el eterno reino de nuestro Padre y nuestra Madre celestiales. Cuando removamos todas las impurezas de nuestra alma, recibiremos bendiciones espirituales del cielo y seremos dignos de volver a nuestro hogar celestial.
Quiten la escoria de la plata
En los antiguos tiempos de Corea, los que vivían lejos de su ciudad natal, preparaban muchas cosas para visitar su tierra en los feriados nacionales. En aquellos días, casi nadie estaba económicamente bien, y el sistema de agua potable no se había desarrollado; por eso, muchas veces la gente no podía bañarse. Pero siempre que iban a su tierra natal, tomaban un baño antes, y se ponían ropa nueva para visitar a sus padres.
Del mismo modo, nosotros necesitamos prepararnos para ir a nuestro hogar espiritual, el reino de Dios. Y en primer lugar, debemos quitar la suciedad de nuestra alma.
Pr. 25:4-5 『Quita las escorias de la plata, y saldrá alhaja al fundidor. Aparta al impío de la presencia del rey, y su trono se afirmará en justicia.』
Si no se quita la escoria de la plata, perderá su valor. La plata puede mantener su valor como metal precioso cuando se le quita toda la escoria.
Aquí, la plata representa algo valioso. Desde un punto de vista espiritual, los seres más valiosos son los 144 mil redimidos. Ellos son las primicias de Dios, hermosos ante sus ojos, a quienes él ha perfeccionado en la tierra durante seis mil años (Ap. 14:1-5).
¿Qué pasaría si nuestras almas se llenaran del sedimento de nuestras viejas costumbres y la impureza del mundo que no agradan a Dios? Si no quitamos esta escoria, no podremos ser llamados pueblo santo de Dios, así como los metales preciosos como el oro y la plata no pueden transformarse en algo útil y valioso si contienen impurezas.
Como la plata es refinada y derretida en un horno para extraerle toda la escoria, así también nosotros debemos ser purificados en el horno de la aflicción para remover de nosotros toda la maldad y las impurezas de nuestra alma. Debemos deshacernos de todo lo que Dios no proclama como santo. Cuando nos sometamos al proceso de purificación de Dios, renaceremos como hermosas joyas espirituales.
Si alguno continúa en sus malos caminos hasta el final, Dios lo separará. Jesús habló en parábolas:"El reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces; y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera"; y también:"Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada" (ref. Mt. 13:47-50, 24:40-41).
Dejen sus pensamientos y vuelvan a Dios
Como hijos de Dios, no debemos solamente guardar todos los mandamientos de Dios, sino también quitar toda nuestra escoria, para poder entrar en el reino de los cielos. Dejemos nuestros malos caminos, nuestros malos pensamientos y nuestra obstinada desobediencia, para que renazcamos completamente por la palabra de Dios como hijos de Sion.
Is. 55:6-11 『Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.』
Los pensamientos de Dios son diferentes de los nuestros. Por eso Dios nos dice que dejemos nuestros pensamientos y nos volvamos a él, a sus caminos y enseñanzas. Si nos volvemos a Dios, él tendrá misericordia de nosotros.
Si nuestros pensamientos van contra las enseñanzas de Dios, debemos ponerlos a un lado sin dudar. Si no dejamos nuestros pensamientos, mantendremos la escoria en nosotros.
Dios está purificándonos con la palabra de justicia para hacernos seres perfectos, sin mancha ni culpa. Tenemos que remover las impurezas una por una con la palabra de Dios. Pero si llenamos nuestras mentes con nuestros pensamientos rechazando los pensamientos de Dios, perderemos nuestro lugar en el cielo.
Cuando nos lavamos y quitamos la suciedad, podemos ser hermosos, y cuando nos deshacemos de todas nuestras impurezas, podemos ser santos. Si dejamos nuestros propios pensamientos, la graciosa palabra de Dios nos dominará; y cuando la palabra viva de Dios obre en nosotros, seremos dignos de entrar en el reino de Dios.
La escoria espiritual que Dios aborrece
Dios nos dio ejemplos específicos de escoria espiritual que debemos remover. Él dice que si no la removemos, nadie podrá entrar en el reino de los cielos.
Pr. 6:16-19 『Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abomina su alma: los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente, el corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para correr al mal, el testigo falso que habla mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos.』
De todos los pecados, Dios aborrece más la soberbia."Puedo hacer esto mejor que cualquiera. Soy superior a los demás. Puedo hacerlo mejor que él." Los hombres tienden a caer en el error de la arrogancia incluso sin darse cuenta. Por eso, debemos cuidarnos de caer en la soberbia."Aunque soy inferior a los demás en esto, Dios me escogió para hacer esta obra. Aunque me faltan habilidades, si hago mi mejor esfuerzo, el Padre y la Madre tendrán piedad de mí y me ayudarán." Debemos creer esto y hacer nuestro mayor esfuerzo.
La lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente, el corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para correr al mal, el testigo falso que habla mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos; estas son las cosas que Dios aborrece. Si somos el santo pueblo de Dios que ha de ser salvo, debemos quitar toda la escoria de nuestro corazón.
Col. 3:1-10 『Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria. Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas. Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas, de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno,』
Debemos despojarnos del viejo hombre. Nadie puede ser un hombre espiritual en el reino de Dios si no se purifica de las impurezas de este mundo; porque la Biblia nos dice:"Quita la escoria de la plata". Estas palabras implican que debemos poner nuestros corazones en las cosas valiosas, las cosas del reino de Dios, apartando las metas indignas que teníamos antes de conocer a Dios.
Nada impuro y vergonzoso puede entrar en el reino de los cielos
Debemos desechar cualquier cosa que Dios odie, y hacer las cosas que le agradan, a través del Espíritu Santo. Nuestras acciones justas se convertirán en el hermoso lino fino de nuestra Madre celestial, la nueva Jerusalén.
Ap. 19:6-8 『¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina! Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.』
Cuando seamos los ornamentos del lino fino de la Esposa, podremos participar en el banquete de bodas. Nosotros no calificamos para entrar en el cielo; solo podemos entrar como ornamentos llevados por la Esposa.
Ap. 21:25-27 『Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche. Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella. No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.』
Apocalipsis 21 describe un nuevo cielo y una nueva tierra, adonde iremos. Nada impuro o abominable puede agradar a Dios. El que haga tales cosas nunca podrá entrar en el reino de los cielos, como Dios dijo.
Los que están absortos en las cosas mundanas, no pueden tener las cosas celestiales en el corazón. Tenemos que quitar de nosotros todas las impurezas y abominaciones, y hacer las cosas que agradan a Dios. Podremos agradar a Dios como sus preciosas joyas cuando obedezcamos la palabra de Dios con fe perfecta, librándonos de nuestros malos pensamientos y tentaciones.
La fe que conmueve a Dios
Supongamos que hay un bebé pequeño que acaba de aprender a caminar, y un corredor de maratón. Aunque el corredor es un atleta experimentado, los padres se conmueven mucho más con el pequeño bebé al verlo en su intento por caminar, balanceándose y tambaleando, paso a paso.
Lo que los padres sienten hacia sus niños es igual que lo que Dios siente hacia nosotros. Todos somos como niños pequeños a los que les faltan habilidades en muchos aspectos. Sin embargo, cuando confiamos en las palabras del Padre y la Madre e intentamos hacer nuestro mejor esfuerzo con fe, el evangelio florece y fructifica, con bendición y amor de Dios. Cuando respetamos la palabra de Dios y nos esforzamos para hacer lo que él dice, aunque no seamos experimentados, Dios se conmoverá y hará posible lo imposible.
Lo mismo pasa con la predicación. Dios nos ha dado la misión de predicar el evangelio para refinarnos y hacernos los santos del cielo en el proceso de encontrar a nuestros hermanos perdidos, para que entremos en el eterno reino del cielo. Predicar no es una habilidad. Predicar el evangelio no se hace con palabras de sabiduría humana, sino solo con el poder y la sabiduría de Dios (ref. 1 Co. 1:17).
En Sion, vemos casos de nuevos miembros que llevan más frutos que los experimentados y hábiles predicando. Aunque no saben cómo predicar, tratan de salvar un alma; y Dios se conmueve por los hijos espiritualmente pequeños y les permite llevar muchos frutos.
Seamos humildes, como hijos pequeños."Aún soy imperfecto en muchos aspectos y no soy digno de entrar en el reino de Dios. Como hijo pequeño, pondré en práctica cada una de las palabras de Dios." Si cumplimos el mandamiento del Padre y la Madre con un corazón humilde, Dios nos permitirá un buen resultado. Los que hacen su mejor esfuerzo, aunque les faltan habilidades, y se esfuerzan para glorificar al Padre y a la Madre, para ser hijos dignos de Dios, como la sal y la luz del mundo, son los hijos pequeños espirituales que conmueven a Dios y que arrebatan el reino de los cielos.
El evangelio se cumple gracias a los que conmueven a Dios, y no por los expertos mundanos. Dios dejó su glorioso trono del cielo y abandonó su vida por nosotros. Todo lo que Dios nos dice que hagamos es para nuestro propio bien. Si creemos en esto y nos comportamos según el mandamiento de Dios, la gloria y la bendición serán nuestras para siempre en el reino de los cielos.
Aunque no hacemos bien las cosas, cuando intentemos obedecer las enseñanzas del Padre y la Madre, nuestros pensamientos mundanos desaparecerán. Si quitamos toda nuestra escoria espiritual, Dios nos hará vasos hermosos.
Hagan lo que Dios dice
Hagamos lo que Dios nos ha dicho que hagamos. Todas las bendiciones vendrán a nosotros si obedecemos la palabra de Dios. Hace dos mil años, cuando un hombre ciego pidió a Jesús que le ayudara a recuperar la vista, Jesús hizo un poco de barro y lo untó en sus ojos, y le dijo que fuera a lavarse en el estanque de Siloé. Con fe en Cristo, el hombre ciego hizo lo que le había dicho, y sus ojos fueron abiertos (ref. Jn. 9).
Cuando hubo una boda en Caná de Galilea, María dijo a los sirvientes que hicieran cualquier cosa que Jesús les dijera. Jesús les dijo que llenaran las tinajas de agua, que sacaran algunas y que las llevaran al maestresala. Cuando los sirvientes hicieron como Jesús les había dicho, el agua se convirtió en vino (ref. Jn. 2:1-11).
Hay muchas cosas imposibles para el sistema terrenal. Sin embargo, todo es posible con el sistema celestial. La Biblia nos muestra que todas las cosas son posibles para el que cree. Cuando las personas no encuentran una respuesta en el sistema terrenal, piensan que es imposible. Como hijos de Sion, debemos librarnos de tales pensamientos equivocados, y seguir a Dios por dondequiera que nos lleve; entonces podremos quitar toda la escoria de la plata. Haciendo esto, podremos seguir fielmente el camino al cielo por el que el Padre y la Madre nos guían hasta el final.
Es realmente una gran bendición para nosotros morar con nuestro Padre y nuestra Madre celestiales y recibir sus instrucciones, mientras vivimos en este mundo. Como el Padre y la Madre nos han enseñado, debemos quitar todas las cosas malas y mantener solo lo bueno, para que renazcamos completamente como el pueblo santo del cielo.
Si el pueblo de Dios tiene escoria, no son dignos de ser llamados sus santos. Si la luz contiene oscuridad, la oscuridad la debilita. Grabemos esta enseñanza de Dios en nuestro corazón:"Quita la escoria de la plata", y apartemos todas las impurezas y abominaciones, así como nuestros propios pensamientos, y llenemos nuestros corazones de los tesoros de Dios. ¡Hoy, mañana, y hasta el día que volvamos al cielo, y aun después de entrar en el cielo, sigamos las enseñanzas del Padre y la Madre para siempre!