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Los primogénitos del cielo
Hoy existen numerosas iglesias en todo el mundo, y el número de los que creen en Dios es incontable como la arena del mar. Ellos tienen sus propias doctrinas y sienten orgullo de ser hijos de Dios y de ser salvos.
Entre estas numerosas personas, ¿cuántos son los hijos de Dios? En realidad no todos pueden llegar a ser hijos de Dios, aunque digan serlo. Aquel que Dios no reconoce como su hijo nunca puede ser hijo de Dios. Solo el que sea aprobado por Dios puede recibir el derecho de entrar en el cielo como hijo de Dios.
"Los hijos de la promesa" aprobados por el Espíritu Santo
Hace dos mil años, Dios se vistió de carne y de sangre igual que sus hijos, y vino a esta tierra con la posición de"Hijo". Él era Jesucristo.
En estos días, la gente no logra reconocer a Jesús; algunos lo rechazan, mientras que otros lo reconocen simplemente como un profeta. Pero Pedro, uno de los discípulos, confesó con confianza su fe delante de Jesús:"Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente". Luego Jesús bendijo a Pedro y le dio las llaves del reino de los cielos (Mt. 16:13-19).
Para los que recibieron a Dios que vino a esta tierra en la carne, para los que creen en su nombre, Dios dio el"derecho de ser hechos hijos de Dios" (Jn. 1:10-14).
Y Dios mismo testificó que nosotros somos hijos de Dios.
Ro. 8:16-17 『El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.』
La Biblia nos dice que los hijos de Dios sin falta llegarán a ser sus herederos, y que los herederos de Dios compartirán la gloria del cielo sin falta. Los hijos de Dios van a recibir la herencia celestial, por lo tanto todos ellos son los herederos de Dios. Ya que el derecho de ser heredero de alguien se le da al hijo mayor, el hecho de que seamos hijos de Dios y sus herederos, muestra que somos los primogénitos del cielo (ref. He. 12:22-24).
Entonces, ¿qué clase de personas aprueba Dios como sus hijos y herederos?
La Biblia llama a los hijos de Dios"hijos de la promesa", y explica que ellos son como Isaac, que fue el heredero de Abraham.
Gá. 4:28 『Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa.』
Había tres candidatos para heredar los bienes de Abraham, el antepasado de la fe. Entre ellos, Dios reconoció a Isaac, que fue escogido como el único heredero de Abraham. Observando el proceso, examinemos qué clase de personas son los verdaderos hijos y herederos de Dios.
Una lección de la familia de Abraham
Abraham no tuvo hijos hasta la edad de 85 años. Antes de partir de este mundo, tenía que decidir quién sería el heredero de su propiedad, pero ya que no tenía hijos, no pudo sino preocuparse y afligirse. Por lo tanto, Abraham decidió adoptar a Eliezer, un siervo fiel de su casa, como heredero de sus bienes.
Gn. 15:2-5 『Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer? Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa. Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará.』
Dios le dijo a Abraham:"No te heredará éste". Aquí, Dios Padre, el Espíritu Santo, desaprueba a Eliezer como el heredero de Abraham, y testifica:"Un hijo tuyo será el que te heredará", del mismo modo que el Espíritu mismo testifica que somos hijos de Dios.
Después, Abraham fue aconsejado por su esposa Sara para que produjera una semilla por medio de su sierva Agar, y tuvo un hijo llamado Ismael a través de ella.
Gn. 16:15 『Y Agar dio a luz un hijo a Abram, y llamó Abram el nombre del hijo que le dio Agar, Ismael.』
Ya que su hijo había nacido, creyó que su heredero ya estaba decidido. En ese momento, Ismael era el hijo mayor y unigénito de Abraham. Por eso, Abraham pensó naturalmente en dejar sus bienes a Ismael, pero esta tampoco era la voluntad de Dios. Cuando Abraham tenía 99 años de edad, Dios se le apareció y le dijo nuevamente:
Gn. 17:15-19 『Dijo también Dios a Abraham: A Sarai tu mujer no la llamarás Sarai, mas Sara será su nombre. Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; [...] Abraham se postró sobre su rostro, y se rió, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, ha de concebir? Y dijo Abraham a Dios: Ojalá Ismael viva delante de ti. Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él.』
Abraham tenía temor de seguir causando preocupación a Dios debido a su problema familiar. Por eso le dijo a Dios:"¡Ojalá Ismael viva delante de ti!" pero Dios dijo que no. Finalmente, Ismael tampoco fue aceptado como heredero de Abraham. Dios rechazó a Eliezer y a Ismael. Sin embargo, en cuanto a Isaac, incluso antes de su nacimiento, Dios mismo testificó que él llegaría a ser el heredero de Abraham.
La familia de Abraham es una sombra que muestra cómo seremos salvos nosotros, los hijos del cielo. El proceso por el que se decidió quién sería el heredero de Abraham, incluye la verdad crucial que decide quiénes serán los herederos de Dios que heredarán el reino de Dios. Esa fue la razón por la que Dios personalmente intervino y distinguió quién sería el heredero de Abraham y quién no lo sería.
La Biblia dice que somos hijos de la promesa como Isaac. ¿Qué condición de fe se requiere para que lleguemos a ser como Isaac? El factor más importante que decidió al heredero de Abraham fue Sara, la madre de Isaac. Ismael también era hijo de Abraham, pero su madre era una esclava. Dios sugirió dos condiciones para ser el heredero de Abraham: la primera condición era que tenía que venir del propio cuerpo de Abraham, y la segunda y última condición era que debía venir del cuerpo de Sara. Dios no reconoció a ninguno que no viniera del cuerpo de Abraham y de Sara como heredero de Abraham, es decir, como su primogénito.
Nosotros tenemos a Dios Madre, que es libre (Gá. 4:26). Nadie puede ser heredero de Dios excepto a través de Dios Madre. Si alguno no es heredero de Dios, significa que no es hijo de Dios; y si no es hijo de Dios, no puede ser salvo.
Esa es la razón por la cual la Biblia repetidamente enfatiza que somos hijos de Dios Madre, diciendo:"Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa" (Gá. 4:28), y:"No somos hijos de la esclava, sino de la libre" (Gá. 4:31).
Nosotros somos aprobados como hijos de Dios que disfrutarán la gloria eterna en el reino de los cielos. Incluso Dios mismo testifica, diciendo:"Ustedes son mis hijos, mis herederos".
Las bendiciones prometidas a los primogénitos del cielo que guardan el nuevo pacto
Verdaderamente somos bendecidos y debemos estar agradecidos de ser los hijos y los herederos del Padre y de la Madre celestiales. Dios Padre y Dios Madre han preparado bendiciones que el pensamiento humano no puede imaginar, para sus hijos amados, los primogénitos del cielo.
Gn. 1:26 『Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.』
Cuando Dios el Creador hizo al hombre en el principio, su propósito de crear al hombre fue"permitirles señorear sobre todas las criaturas". Esta autoridad para señorear, que es dada a los seres humanos creados a la imagen de Dios, no es solo sobre las cosas de la tierra, sino que también se refiere a la autoridad de reinar en el cielo, que el pueblo de Dios que es salvo disfrutará por los siglos de los siglos.
Ap. 22:3-5 『Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos.』
La autoridad de reinar sobre todas las criaturas, que Dios prometió en Génesis, es el privilegio y honor dado a los hijos de Dios que van a ser redimidos de la tierra y recibirán la herencia de Dios. De esta manera, aquellos que entrarán en el reino de Dios y reinarán por los siglos de los siglos son los primogénitos del cielo,"los hijos de la promesa como Isaac".
Además, los hijos de Dios como Isaac deben tener a Dios Madre, que es libre.
Dios creó al hombre y a la mujer, diciendo:"Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza". En este versículo también podemos confirmar que debe existir no solo Dios Padre sino también Dios Madre (Gn. 1:26-27).
Ap. 22:17 『Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.』
Dios Padre y Dios Madre nos han llamado como sus hijos. En esta época del Espíritu Santo, los que reciben a Dios Padre y a Dios Madre, el Espíritu y la Esposa, reciben el derecho de ser llamados hijos de Dios.
El reino de Dios es un lugar donde hay vida eterna. Por eso, Dios llamó primero a sus hijos para que reciban la vida eterna.
Jn. 6:54-55 『El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.』
Dios dio a sus hijos su carne y su sangre a través de la pascua (ref. Mt. 26:17-19, 26-28). En la verdad del nuevo pacto prometida a través de la pascua, hemos podido obtener la vida eterna y recibir a la Madre celestial, la nueva Jerusalén.
La pascua del nuevo pacto está estrechamente relacionada con la Madre celestial. Jesús hizo referencia al pan de la pascua como su carne, y cuando Dios creó a Eva, Adán testificó acerca de Eva:"Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne". Adán representa a Jesús que viene de nuevo, a Dios Padre que es el Espíritu Santo (Ro. 5:14). Así como Adán dio testimonio de Eva, Dios Padre nos ha guiado a nuestro Dios Madre, que es la vida, a través de la verdad del nuevo pacto. Finalmente, toda la verdad de la Biblia se centra en la Madre.
Esto se debe a que Dios Madre está trabajando en secreto para que estemos calificados para recibir la herencia celestial como primogénitos del cielo. Si no comprendemos a la Madre y no la recibimos, finalmente perderemos el derecho de heredar el reino de los cielos como Eliezer e Ismael. Solo los que creen en Dios Madre pueden convertirse en los primogénitos del cielo. Por lo tanto, en esta época Dios Padre y Dios Madre han venido como el Espíritu y la Esposa y nos han dado la sangre del nuevo pacto, que es la pascua, la sangre de Dios Padre y Dios Madre.
El primogénito del cielo se parece a Dios y hace la obra de Dios
Solo los hijos de Sion en el universo entero tienen la sangre del nuevo pacto. Por eso, no importa cuán hábilmente puedan disfrazarse los falsos profetas y las falsas iglesias con ropa de ovejas, pues Dios puede distinguir fácilmente quiénes son ellos. Muchas personas suplican fervientemente a Dios, diciendo:"¡Señor, Señor! Hemos creído fervientemente en usted. Por eso, por favor permítanos entrar en el reino de los cielos", pero Dios no los reconoce como sus herederos. Los hijos de Dios tienen en sí mismos la sangre de Dios, los mandamientos de Dios, la fe en el nombre nuevo de Jesús –el nombre del Salvador de quien la Biblia testifica–, y la fe en la Madre nueva Jerusalén. Sin embargo, ellos no tienen todas estas cosas. Esa es la razón por la que Dios les dice:"Apartaos de mí, hacedores de maldad" (Mt. 7:21-23).
El diablo trata de dañar nuestro ADN espiritual, a fin de que nuestro ADN no se ajuste al de Dios y finalmente no logremos entrar en el reino de los cielos. No debemos permitirle hacer esta clase de cosas. Los ancianos de Corea tienen el concepto tradicional de que todo su cuerpo desde la cabeza hasta el dedo del pie ha sido heredado de sus padres, y que por eso no deben causar daño ni a un solo cabello de su cuerpo. Lo mismo sucede espiritualmente. No debemos dañar nada de lo que ha sido heredado del Padre y la Madre. Espero que todos los miembros de la familia de Sion reciban las bendiciones del cielo como los primogénitos del cielo guardando y conservando las cosas del Padre y la Madre hasta el final.
Los hijos se parecen a sus padres. El Padre y la Madre se complacen con la obra de salvar almas, pero si evitamos hacer la obra o pensamos que es suficiente si yo soy salvo, sin considerar si otros son salvos o no, no podemos ser llamados hijos de Dios que se parecen a Dios. La Biblia dice que si somos hijos de Abraham, debemos hacer las cosas que Abraham hizo, y si somos los hijos de Dios, debemos hacer las cosas que Dios hizo (Jn. 8:39). Si el Padre y la Madre han trabajado duro para salvar almas, también debemos vivir la misma clase de vida.
No debemos descuidar el privilegio del primogénito del cielo. Esaú, que despreció su primogenitura, fue privado de todas las bendiciones de la primogenitura y clamó con una muy grande y muy amarga exclamación. Al estar confundido sin saber qué hacer, suplicó a su padre al menos una bendición, diciendo:"¿No has guardado bendición para mí? ¡Bendíceme a mí también!" Sin embargo, todas las bendiciones de la primogenitura ya habían sido dadas a Jacob.
La primogenitura que Esaú una vez vendió, nunca más regresó a él (Gn. 25:24-34, 27:1-40).
He. 12:15-17 『Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados; no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas.』
En la verdad no debe haber ningún impío como Esaú. Nuestros derechos de herencia como primogénitos del cielo son tan preciosos y valiosos que hasta los ángeles anhelan mirar la verdad que tenemos (1 P. 1:12). Nada en el mundo humano es digno de ser envidiado. Lo único que los ángeles envidian es esta verdad que nos permite ser primogénitos del cielo.
Así como un príncipe real toma clases especiales para aprender los requisitos para convertirse en rey, así también ahora estamos tomando clases para ser primogénitos del cielo. La predicación del evangelio no es algo que cualquiera pueda hacer, sino que es el privilegio de la primogenitura. Dios nos ha encomendado esta tarea solo a los que él aprueba (1 Ts. 2:4). Guardar los mandamientos de Dios, ser considerados con nuestros hermanos y hermanas y amarlos, y seguir exactamente las enseñanzas de Dios; hacer todas estas cosas es tomar las clases para primogénitos. Glorifiquemos al Padre y a la Madre celestiales dándoles infinitas gracias por habernos llamado para ser primogénitos del cielo, y pongamos en práctica diligentemente muchas enseñanzas que Dios nos ha dado para hacernos dignos de ser primogénitos del cielo.
La Madre está con nosotros incluso en este momento. ¡Qué benditos y felices somos! Sin la Madre, nunca podremos llegar a ser los hijos de la promesa como Isaac. Sin la Madre, no podremos recibir la herencia celestial, aunque lo deseemos fervientemente, como Ismael e Isaac.
Nuestra Madre es el tesoro más precioso para nosotros. Deseo con seriedad que entren en el eterno reino de los cielos siguiendo a la Madre Jerusalén, quien es nuestro hogar espiritual, y que la obedezcamos por donde nos guíe, como los primogénitos del cielo.