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Ninguna parte de los sermones en texto puede ser imprimida o difundida. Por favor, grabe en su corazón lo que ha entendido, para compartir la fragancia de Sion.

El futuro de la humanidad está en nuestras manos

En estos días, los medios de comunicación, como los diarios y la televisión, muestran cada día noticias impactantes y deprimentes, además de oscuros pronósticos para el futuro. Los expertos de todos los campos están preocupados por el futuro de la humanidad, que se hace cada día más oscuro por la acumulación de problemas como las guerras, el hambre, diversos desastres, cambios climáticos anormales, el colapso de la economía mundial y la pérdida de humanidad. Y están tratando de encontrar soluciones, pero no es fácil.

De hecho, el futuro de la humanidad está en nuestras manos. Algunos de nosotros podríamos dudar de ser realmente capaces de realizar una obra tan grande, pero esa es la voluntad de Dios. Dios nos ha confiado la histórica misión de salvar a los seres humanos que están en peligro, y de determinar el destino del mundo. Es la voluntad de Dios que el pueblo de Sion guíe a todos los seres humanos al brillante y glorioso futuro, yendo rápidamente a los que viven sin conocer el futuro, y diciéndoles cómo recibir la vida eterna y la salvación.


Oigan a Moisés y a los profetas

A través de la parábola del rico y Lázaro, veamos qué grande e importante es nuestra misión dada por Dios.

Lc. 16:19-29 『Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. […] Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento. Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos.』

En esta parábola de Jesús, Abraham representa a Dios Padre, que es el Padre espiritual. El rico era atormentado en el infierno y rogó a Dios que enviara a Lázaro a la tierra para anunciar a sus hermanos, que vivían en la tierra, cuál era la situación del mundo espiritual, a fin de que ellos no fueran al infierno. Entonces Dios dijo que ya había enviado a Moisés y a los profetas para testificarles la palabra, de modo que tenían que oírlos a ellos.

La Biblia nos dice que después de la muerte física hay un mundo espiritual que está dividido en dos: el cielo y el infierno. Los que no escuchen la palabra de Dios predicada por los profetas, terminarán en el eterno fuego del infierno, como el rico de la parábola.
Es por esta razón que Dios nos ha confiado la misión de profetas que predican el camino de la salvación a los seres humanos. Sin embargo, las personas no lo entienden, y hasta tratan de conocer acerca de esto, pues nunca lo han experimentado.

En esta situación, necesitamos pensar si es correcto que guardemos silencio, teniendo suficiente autoridad para decidir el futuro de la humanidad. ¿Cómo podrían los seres humanos escapar del castigo del infierno, si los profetas permanecieran callados con la boca cerrada? Si descuidamos nuestra misión, el futuro de la humanidad será sombrío y sin esperanza; pero si llevamos a cabo nuestra misión con todo nuestro corazón y nuestra alma, el futuro de la humanidad será brillante.


La misión encomendada a los llamados por Dios

Mt. 4:17-22 『Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres. Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron. Pasando de allí, vio a otros dos hermanos, Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en la barca con Zebedeo su padre, que remendaban sus redes; y los llamó. Y ellos, dejando al instante la barca y a su padre, le siguieron.』

Jesús llamó a sus discípulos para encomendarles el futuro de la humanidad y hacerles llevar a cabo la misión de apóstoles. No solo a Pedro, Andrés, Jacobo y Juan se les encomendó el futuro de la humanidad; Dios ha confiado la misión de últimos profetas a los que vivimos en la época del Espíritu Santo, cuando el destino de los seres humanos finalmente se decidirá.

Mt. 28:18-20 『Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.』

"Predicar la verdad de vida y las buenas nuevas de la Madre nueva Jerusalén", no es solo para compartir el conocimiento con la gente, sino para hacerles saber los asuntos prácticos que están directamente relacionados con el futuro de su propia alma y también con el de toda la humanidad.

Hay tres tipos de obras en este mundo: la obra que debemos hacer, la obra que podemos hacer o no, y la obra que no debemos hacer. Predicar el evangelio es la obra que deben hacer los llamados y enviados por Dios, y es la misión más grande del mundo.

Cuando Dios le dijo a Jonás que fuera a Nínive y dijera al pueblo que se arrepintiera, al principio Jonás tuvo temor, pero finalmente llevó a cabo la misión y salvó a muchos en la ciudad de Nínive, cuyo futuro pudo ser brillante (Jon. 3:1-10). En esta época, estamos predicando el evangelio en Samaria y hasta lo último de la tierra; estamos llevando a cabo la misma misión que Jonás.

Se nos ha confiado no solo la misión de predicar, sino también el destino del mundo. Ya que esta gran misión está puesta en nuestras manos, el futuro de la humanidad será desolador si nos quedamos callados; pero brillará con la luz de la gloria de Dios si mostramos la gloria del Padre y la Madre y la gritamos en voz alta. Todos los días debemos pedir a Dios las bendiciones y el poder del Espíritu Santo, para que el evangelio sea predicado a todos los países y regiones del mundo.


El futuro de la humanidad profetizado en la Biblia

Dios ha predicho el futuro de la humanidad de la misma manera, a través de muchos versículos de la Biblia.

Sof. 1:14-18 『Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy próximo; es amarga la voz del día de Jehová; gritará allí el valiente. Día de ira aquel día, día de angustia y de aprieto, día de alboroto y de asolamiento, día de tiniebla y de oscuridad, día de nublado y de entenebrecimiento, día de trompeta y de algazara sobre las ciudades fortificadas, y sobre las altas torres. Y atribularé a los hombres, y andarán como ciegos, porque pecaron contra Jehová; y la sangre de ellos será derramada como polvo, y su carne como estiércol. Ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día de la ira de Jehová, pues toda la tierra será consumida con el fuego de su celo; porque ciertamente destrucción apresurada hará de todos los habitantes de la tierra.』

La Biblia ya advertía mucho tiempo atrás, que vendría el día ardiente como un horno y todo sería destruido por fuego (Mal. 4:1-3, 2 P. 3:8-13). Como ese día se aproximaba, Jesús dio a sus discípulos la misión de pescadores de hombres que salvan a todos los seres humanos, y en esta época también nos ha encomendado la bendita misión de ir a todas las personas y compartir con ellos la esperanza del eterno reino de los cielos y las buenas nuevas de salvación antes que venga el día de angustia y de aprieto.

Sof. 2:1-3 『Congregaos y meditad, oh nación sin pudor, antes que tenga efecto el decreto, y el día se pase como el tamo; antes que venga sobre vosotros el furor de la ira de Jehová, antes que el día de la ira de Jehová venga sobre vosotros. Buscad a Jehová todos los humildes de la tierra, los que pusisteis por obra su juicio; buscad justicia, buscad mansedumbre; quizá seréis guardados en el día del enojo de Jehová.』

No nos queda mucho tiempo para salvar a los seres humanos, por eso debemos salvarlos ahora mismo. Dios nos ha confiado la santa misión de guiar al mundo al arrepentimiento y la salvación, antes de que ejecute las cosas que nos ha advertido. Pero esto no es una tarea fácil; porque la mayoría de las personas consideran como hipótesis las confiables profecías de Dios, y no las comprenden porque nunca las han experimentado. Muchos se vuelven de la mano de salvación que les tendemos, y algunos hasta nos ridiculizan y desprecian a los que predicamos el evangelio.

Sin embargo, los que hemos recibido esta gran misión, debemos tener piedad de la gente del mundo e ir hacia ellos con valor, sin temer nada. ¿Qué habría pasado con los 120 mil ninivitas si Jonás hubiera desobedecido la voluntad de Dios y se hubiera quedado callado hasta el final? ¿Habrían podido conocer a Dios y ser salvos?

Depende de nosotros si los seres humanos pueden ser salvos o no; más personas pueden ser salvas o no, según cuánto prediquemos. Ya que Dios nos ha confiado el destino de la humanidad, no debemos menospreciar nuestra misión.


Lleven a cabo el ministerio de evangelistas, vistiéndose del poder de Dios

Una misión importante es confiada a una persona importante. Ningún comandante en el campo de batalla escoge a una persona que camina lento para la importante tarea de entregar un mensaje urgente, ni elige a una persona con mala visión para la misión de vigilar cada movimiento del enemigo. Del mismo modo, Dios no entrega una misión a una persona descalificada para ello. Al ver que Dios nos ha llamado para la gran obra de salvar a los seres humanos, podemos entender cuánto nos valora Dios.

1 Ts. 2:3-4 『[…] sino que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones.』

Como hijos de Dios Elohim, creemos absolutamente en el Padre y en la Madre celestiales, y tenemos el espíritu que se parece a Dios. Por esta razón Dios nos ha confiado esta gran misión; así que debemos esforzarnos por parecernos a Dios en amor y sacrificio. Ya que la Biblia dice que fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, avancemos paso a paso para salvar al mundo, comenzando con salvar un alma llevando a cabo la misión de predicar el evangelio con la mentalidad y actitud adecuadas.

2 Ti. 4:1-5 『Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas. Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.』

"Cumple tu ministerio de evangelista y predica la palabra." Este es el estricto mandamiento de Dios dado no solo a los santos de la iglesia primitiva, sino a todos los hijos de Dios que heredarán la salvación en el eterno reino de los cielos.

Cuando Dios nos da una misión, también nos da la habilidad. No debemos reprimirnos pensando que no podemos llevar a cabo esta gran misión porque solo somos personas comunes y corrientes con empleos, o porque somos mujeres débiles, o porque somos muy jóvenes o muy ancianos. Dios confió a los humildes pescadores la misión de salvar a la humanidad, y les dio habilidad para hacerlo. En Dios, la edad no es un problema. Samuel fue llamado por Dios cuando aún era muy joven; el muchacho David derrotó a Goliat, a quien temían incluso los adultos; y Moisés, a la edad de 80 años, sacó a los israelitas de Egipto y los guió en el viaje de 40 años en el desierto. Aunque eran jóvenes o ancianos, la obra del Espíritu Santo ocurrió de todas maneras.

En la predicación, nuestra mentalidad es más importante que nuestros métodos, y el resultado depende de cómo seguimos y practicamos la voluntad de Dios. Ya que Dios nos ha confiado la autoridad de decidir el futuro de la humanidad, él nos da una mayor habilidad que la que dio a Moisés, y también nos concede más fuerzas que las dadas a Samuel y David, incluso a los jóvenes.

Dios nos ha confiado la misión de enseñar a la gente que venga a Sion sin demora y que reciba a la Madre Jerusalén. Por eso no debemos limitarnos a sentarnos atrás y esperar que la gente se salve, sino que tenemos que esforzarnos hasta que todos los seres humanos reciban la verdad. Como Jesucristo estuvo dispuesto a soportar el dolor de la cruz por los seres humanos, nosotros también debemos estar listos para hacer cualquier clase de esfuerzo y sacrificio. Esta es la actitud adecuada que nos permite salvar al mundo.


Trácense una verdadera meta en la vida

Es importante vivir fiel y diligentemente en esta tierra, pero primero debemos tener una verdadera meta, comprendiendo por qué necesitamos llevar una vida fiel. La vida sin metas no tiene sentido; no obstante, la mayoría de las personas se trazan metas en la vida solo por cosas que están delante de ellos, y viven ciegamente sin encontrar respuestas a la vida. Muchos persiguen las riquezas y la gloria del mundo para sí mismos o para su familia, pero desafortunadamente la mayoría de sus esfuerzos terminan siendo en vano. Las riquezas y la gloria no pueden ser una verdadera meta en la vida.

Incluso Alejandro Magno, considerado un héroe en el mundo, no pudo dar otra respuesta que "morir" cuando le preguntaron qué haría después de conquistarlo todo. ¿Y nosotros? Un mundo aún más significativo está esperándonos. Por eso no debemos trazarnos metas solo para nuestra vida en esta tierra, sino para el eterno reino de los cielos. La razón por la que Dios vino a esta tierra también es la salvación de los seres humanos, y Dios dice que salvar un alma es salvar al mundo. Llevemos una vida realmente significativa y bendita guiando a muchas almas a la salvación, comenzando con nuestra familia y vecinos. Y agrademos y glorifiquemos al Padre y a la Madre llevando abundantes buenos frutos y siendo buenos ejemplos para los demás, llevando también una vida fiel en esta tierra.

Dios Elohim, que tiene toda la autoridad en el cielo y en la tierra, nos ha dado la autoridad de decidir el futuro de la humanidad y nos ha mandado ir. También nos ha dado valor diciendo: "No temas, porque yo estoy contigo; siempre te ayudaré". Aún quedan muchas naciones y pueblos que no han escuchado el evangelio de Dios. Prediquémosles el evangelio, para que llegue pronto el glorioso día en que todos los seres humanos sean salvos. Grabando en el corazón otra vez la misión que hemos recibido en esta época, prediquemos la gloria de la nueva Jerusalén al mundo entero, como hijos de Dios Elohim, para que todos los seres humanos sean salvos en los brazos de la Madre Jerusalén y entren juntos en el eterno reino de los cielos.