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El sacrificio de Dios que vino por segunda vez
Dios es Rey de reyes y Señor de señores, por tanto es digno de recibir gloria, honra y alabanza. Dios Todopoderoso vino a esta tierra en la carne, dejando atrás la gloria del cielo, incluso por segunda vez, con el deseo sincero de salvarnos a sus hijos.
Así como los padres solo se preocupan por sus hijos, de igual manera Dios cuida a sus hijos celestiales. Esta vez, pensemos en el significado de la segunda venida de Dios, y aprendamos las enseñanzas bíblicas acerca del santo y sublime amor de Dios que se sacrifica por nosotros.
Dios se hizo carne
La Biblia es un libro que da testimonio de Dios, quien da vida eterna a la humanidad (Jn. 5:39). Con respecto al maravilloso hecho de la venida de Dios a esta tierra en la carne, está escrito en la Biblia como sigue:
Jn. 1:1-3 『En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.』
Jn. 1:14 『Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.』
El "Verbo" mencionado en Juan 1, se refiere a Dios que creó los cielos y la tierra y a los seres humanos. Dios el Creador se hizo carne y habitó con las personas hace dos mil años. Él es Jesús.
Dios, que es digno de recibir alabanza y gloria eterna en el cielo, vino a esta tierra en forma humana, hecho menor que los ángeles. Esto fue porque Dios quería buscar y salvar las almas que pecaron en el cielo y que fueron arrojadas a la tierra.
Lc. 19:10 『Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.』
Mt. 9:13 『Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento.』
Nosotros, los seres humanos, éramos originalmente las almas que pecaron en el cielo y fueron arrojadas a la tierra. Para redimir de sus pecados a sus hijos los pecadores, y guiarlos al eterno reino de los cielos, Dios también compartió su humanidad y vino a esta tierra (He. 2:14-15).
Para los seres humanos que estaban gimiendo bajo la cadena de la muerte debido a sus pecados, la noticia de que Dios había venido a esta tierra como su Salvador en la carne fue la noticia de gran gozo (Lc. 2:10-11). Sin embargo, la gente no comprendió este hecho e hicieron con él todo lo que quisieron, en lugar de recibirlo con alegría.
Jn. 1:10-12 『En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;』
Los que persiguieron y ridiculizaron a Dios
Dios vino a esta tierra, atravesó muchos sufrimientos y llevó nuestras iniquidades. No obstante, las personas no lo estimaron. Hasta los discípulos, que creyeron en el nombre de Jesús y lo recibieron, no fueron diferentes de los que no lo estimaron, cuando estuvo en esta tierra.
Mt. 26:47-56 『Mientras todavía hablaba, vino Judas, uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo. Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, ése es; prendedle. Y en seguida se acercó a Jesús y dijo: ¡Salve, Maestro! Y le besó. Y Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes? Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, y le prendieron. Pero uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó la oreja. Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán. ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles? ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga? […] Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron.』
Dios vino a esta tierra en forma humana y vivió la humilde vida de un carpintero, y cuando llegó el tiempo profético, fue bautizado y empezó a predicar el evangelio a la edad de 30 años. Cuando Jesús terminó los tres años y medio de su vida pública, estableció la pascua (el pacto para los seres humanos para el perdón de pecados) con pan y vino, que simbolizan su carne y su sangre. En la noche de la pascua, Judas Iscariote, uno de los discípulos de Jesús, lo traicionó y lo vendió.
Los demás discípulos, que habían jurado seguir a Jesús hasta la muerte, huyeron en diferentes direcciones. Solo Pedro, que era conocido por tener una fe más grande que cualquier otro, trató de proteger a Jesús empuñando su espada, pero finalmente negó tres veces a Jesús antes que el gallo cantara.
Como resultado ocurrió algo lamentable: Jesús fue arrestado por los siervos de los sumos sacerdotes. Además, hay muchos otros ejemplos de los que no lograron recibir a Dios apropiadamente.
Mt. 27:1-5 『Venida la mañana, todos los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo entraron en consejo contra Jesús, para entregarle a muerte. Y le llevaron atado, y le entregaron a Poncio Pilato, el gobernador.』
Mt. 27:20-25 『Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud que pidiese a Barrabás, y que Jesús fuese muerto. Y respondiendo el gobernador, les dijo: ¿A cuál de los dos queréis que os suelte? Y ellos dijeron: A Barrabás. Pilato les dijo: ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: ¡Sea crucificado! Y el gobernador les dijo: Pues ¿qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aún más, diciendo: ¡Sea crucificado! Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros. Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros
hijos.』
Los que rechazaron a Dios que vino en carne, más perversamente que cualquier otra persona, fueron los que decían creer fervientemente en Dios en esos días. Ellos conspiraron para matar a Dios que había venido a ellos. Dijeron sin vacilar a Pilato que liberara a Barrabás, un ladrón, y crucificara a Jesús, gritando: "¡Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos!"
Así, Dios, que vino a esta tierra para traer salvación a la humanidad, fue tildado de criminal, como si fuera más malvado que un ladrón, y fue azotado y crucificado.
Esto está registrado vívidamente al finalizar cada uno de los cuatro evangelios.
Mt. 27:38-44 『Entonces crucificaron con él a dos ladrones […]. Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza, y diciendo: Tú que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz. De esta manera también los principales sacerdotes, escarneciéndole con los escribas y los fariseos y los ancianos, decían: A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él. Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios. Lo mismo le injuriaban también los ladrones que estaban crucificados con él.』
La gente persiguió y crucificó a Dios que vino a los suyos. Además, lo insultaron y lo ridiculizaron de una manera extrema. Así fue como todos trataron a Dios que vino en carne.
Sin embargo, Jesús, que era Dios en esencia, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte. Hasta el momento de la muerte en la cruz, oró por los pecadores y nunca dejó de salvar un alma más. Cuando ascendió al cielo 40 días después de su resurrección, pidió ansiosamente a sus discípulos que predicaran el evangelio para salvar almas (ref. Fil. 2:5-8, Lc. 23:34-43, Mr. 16:15-16).
Dios vino nuevamente a la tierra de sufrimiento
Supongamos que usted fue a un país y las personas de ese país se reunieron para hablar mal de usted, para escupirle y golpearlo con sus puños, y además trataron de matarlo, azotándolo y dividiendo sus ropas echando suerte sobre ellas.
Probablemente nunca querrá regresar, ¿verdad?
Nuestro Dios sufrió esas mismas cosas cuando vino a esta tierra. Pensemos qué significa este planeta tierra para Dios. Primero, esta tierra es un lugar donde Dios fue tentado por Satanás (Mt. 4:1-11). Este también es un lugar donde Dios fue ridiculizado y desechado por su pueblo que decía creer en él. Además, esta tierra es un lugar donde Dios fue azotado severamente, atravesó sufrimientos y persecución inexpresables, y soportó la angustia de la muerte.
Is. 53:1-7 『¿Quién ha creído a nuestro anuncio? […] Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.』
La Biblia compara a Cristo con un cordero afligido siendo llevado al matadero. Por tanto, para el Cordero la tierra es como un matadero.
El matadero lleno de olor a sangre y rabia asesina… ¿Quién iría a ese lugar, sabiendo que la angustia de la muerte está esperándolo? Sin embargo, Dios prometió venir nuevamente a esta tierra.
He. 9:27-28 『Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.』
Para salvarnos, Dios escogió venir nuevamente a esta tierra. Esta vez, Dios no vino solo, sino que el Espíritu y la Esposa vinieron juntos. Dios Padre y Dios Madre vinieron juntos a esta tierra, aunque sabían mejor que cualquiera que les esperaba toda clase de sufrimientos y persecuciones si bajaban a la tierra (ref. Ap. 22:17, 21:9, Gá. 4:26). En lugar de pensar en su propia seguridad, el Padre y la Madre quisieron guiar a sus hijos a la salvación y vinieron a esta tierra por segunda vez para traer salvación a sus hijos. La razón era que, si ellos no venían de nuevo en la carne, sus hijos no podían venir a la salvación. Por eso la Biblia dice que Dios es amor.
1 Jn. 4:7-8 『Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.』
Dios nos ama más que a cualquier ser espiritual del universo, más que a cualquier ángel del cielo. Esa es la razón por la que Dios vino nuevamente a esta tierra, donde él ya había sufrido toda clase de insultos y sufrimientos en su primera venida. Dios también recorrió el camino de sufrimientos y sacrificios por sus hijos perdidos del cielo en su segunda venida, como lo hizo en su primera venida.
La salvación dada a través del sacrificio de Dios
No debe de haber sido una decisión fácil para Dios venir a esta tierra nuevamente, donde lo esperaba la muerte y la traición, y donde había más gente que lo rechazaba en lugar de aceptarlo, que gente que creía en él. No obstante, nuestro Dios lo hizo. Dios Padre y Dios Madre vinieron a esta tierra en la carne para salvarnos a sus hijos. Para nuestra salvación, ellos están dispuestos a venir muchas veces a esta tierra.
La salvación y el perdón de pecados nos son dados a través del sacrificio santo y precioso y por el derramamiento de la sangre de nuestro Padre y nuestra Madre celestiales. Dando gracias al Padre y a la Madre celestiales por su gracia salvadora, sigámoslos hasta el final, para que los hijos celestiales podamos regresar al cielo.
He. 2:1-3 『Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue
confirmada por los que oyeron,』
No debemos tratar ligeramente esta gran salvación. ¿Es propio considerar nuestra salvación como algo sin valor porque la hemos recibido gratuitamente, sin obras?
No, en absoluto. Dios quiere darnos la salvación, dejando atrás incluso la gloria celestial.
Para nuestra salvación, Dios escogió venir a este planeta tierra lleno de sufrimiento hasta dos veces. Dios nos amaba tanto que cuidó de nuestra felicidad eterna. Por lo tanto, debemos comprender el valor de nuestra salvación y aceptar la salvación de Dios como gracia. Verdaderamente espero que ninguno de ustedes se quede atrás, sino que alcancen el eterno reino de los cielos siguiendo el camino de la verdad del nuevo pacto, que el Padre y la Madre abrieron para nosotros.
Aferrémonos hasta el final a la corona de la vida que se nos ha prometido, para poder disfrutar la gloria en el eterno reino de los cielos por los siglos de los siglos, como los sacerdotes reales del cielo (1 P. 2:9).