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Ninguna parte de los sermones en texto puede ser imprimida o difundida. Por favor, grabe en su corazón lo que ha entendido, para compartir la fragancia de Sion.

¡Yo ya he venido!


Empezando el año nuevo después del 94to. aniversario del nacimiento de Cristo Ahnsahnghong, el grito del pueblo de Sion proclamando la voz de Cristo: “¡Yo ya he venido!”, se viene escuchando en todas partes del mundo. Ya que las buenas nuevas de la venida de Cristo se han estado reportando a través de los medios de comunicación como los diarios, muchas personas están mostrando mucho interés, preguntándose quién ha venido a esta tierra y de dónde ha venido.

Tenemos que decirles que Dios, a quien el mundo está esperando, ya ha venido.
Como los primeros en recibir a Dios, es nuestro deber hacerles saber cuándo vino Dios, de dónde vino, y por qué vino, para que puedan recibir a Dios.

Alumbremos la luz del conocimiento de la gloria de Dios al mundo entero, gritando más fuerte la voz de Dios: “¡Yo ya he venido!” Cuando nos levantemos y alumbremos la luz de Dios, el poder de la oscuridad se retirará y los hijos de Dios vendrán a la luz, entonces la obra el evangelio de Dios se cumplirá de una manera tan sorprendente que asombrará al mundo (Is. 60:1-22).


Dios ha venido en la carne

Hoy en día, los cristianos conforman un gran porcentaje de la población mundial.
Por eso, muchos cristianos están mirando al cielo, esperando la segunda venida de Jesús. La razón es que esperan recibir a Jesús viniendo sobre las nubes según lo profetizado.

Sin embargo, no importa cuán ansiosamente miren al cielo, pues Dios ya ha venido a esta tierra. Dios ya ha venido y dice: “¡Yo ya he venido!”, pero el mundo no lo reconoce.

Lo mismo sucedió hace dos mil años. En esos días, los judíos sabían por medio de las profecías de muchos profetas que el Mesías (Cristo) vendría a esta tierra.

Ellos creían que el Mesías vendría a liberarlos de la opresión de Roma y a salvarlos, y esperaban ansiosamente al Mesías profetizado. Sin embargo, cuando vino a esta tierra, no recibieron a Jesús, que era el Mesías.

Jn. 1:1 『En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.』

Jn. 1:10-14 『En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, Gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.』

La Biblia dice que el Verbo (Dios) se hizo carne y habitó entre nosotros. En otras palabras, esto significa que Dios vino a esta tierra como hombre.

Pero el mundo no lo reconoció. Aunque Dios ya había venido y estaba hacienda muchas cosas, los líderes religiosos de esos días que decían creer en Dios, no recibieron a Cristo que vino en la carne, y solo miraron al cielo.


“Elías ya ha venido”

Ellos sabían por medio de las profecías de la Biblia que Elías vendría primero, antes de la venida del Mesías, para preparar el camino para él (Mal. 3:1, 4:5-6). Pero como Elías había subido al cielo en un carro de fuego y caballos de fuego (2 R. 2:11), ellos pensaban que Elías ciertamente vendría en un carro de fuego, de la misma forma que fue tomado al cielo, y que también el Mesías vendría sobre las nubes del cielo con gran gloria.

Sin embargo, Elías y el Mesías ya habían venido, pero ellos no eran conscientes de esto. Mientras miraban al cielo, Elías y el Mesías ya habían nacido como bebés; Elías clamaba en el río Jordán, y el Mesías predicaba la palabra de Dios en el templo.

Mr. 9:11-13 『Y le preguntaron, diciendo: ¿Por qué dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero? Respondiendo él, les dijo: Elías a la verdad vendrá primero, y restaurará todas las cosas; ¿y cómo está escrito del Hijo del Hombre, que padezca mucho y sea tenido en nada? Pero os digo que Elías ya vino, y le hicieron todo lo que quisieron, como está escrito de él.』

Elías mencionado por Jesús en los versículos anteriores, se refiere a Juan el Bautista (Mt. 11:10-14). Elías, que tenía que venir, ya había venido, pero la gente no lo aceptó, y lo trataron como quisieron. La razón de esto era que Juan el Bautista no vino del cielo en un carro de fuego, sino que nació del vientre de su madre Elisabet.

Mientras ellos esperaban a Elías confinados en sus ideas fijas, no pudieron reconocer a Juan el Bautista como Elías, y como no lo reconocieron, naturalmente pensaron que el Mesías tampoco había venido. Como resultado, no recibieron a Elías ni al Mesías que ya habían venido.


Los que no recibieron a Dios que vino para darles vida

Contrariamente a sus expectativas, Dios vino como un hombre en la carne. Dios,
que es santo y lo suficientemente grande para gobernar el universo entero, vino a esta pequeña y diminuta tierra sin recibir siquiera la bienvenida de su propio pueblo. La razón era que tenía un deseo inquebrantable de salvar a los seres humanos.

Jn. 10:10 『El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.』

La venida de Cristo fue el evento más grandioso en la historia humana. Por su venida, se abrió el camino para la humanidad de recibir el perdón de pecados y la salvación, para que pudieran tener la vida eterna.

Dios mismo gritó: “¡Yo ya he venido!” “¡Yo he venido para darles vida!”, pero muchas personas no lo reconocieron. La razón por la que no recibieron a Dios que vino a darles vida, era que ellos no eran el pueblo de Dios, sino los que pertenecían al mundo. Otra razón fue que Dios escondió su gloria celestial y se les apareció en forma humana.

Dios hace la obra del evangelio siguiendo todos sus planes. Todo lo que Jesús hizo fue en realidad el cumplimiento de la profecía de la Biblia. Cuando él vino a esta tierra, nació en Belén a través del cuerpo de una virgen como los profetas habían profetizado acerca de él mucho tiempo atrás (Is. 7:14, Mi. 5:2). Incluso el momento de la muerte de Jesús en la cruz, ya había sido profetizado en la Biblia. Unos 700 años antes que Jesús muriera en la cruz, el profeta Isaías predijo que el Mesías moriría con los impíos y que sería sepultado con los ricos (Is. 53:9). Según esta profecía, cuando Jesús fue crucificado, murió con dos malhechores, uno a su derecha y otro a su izquierda, y después de su muerte fue enterrado en la tumba de un hombre rico de Arimatea, llamado José (Lc. 23:32-33, Mt. 27:57-60).

Sin embargo, la gente no prestó atención a las profecías. Cuando Jesús fue bautizado a la edad de 30 años y empezó su ministerio, y cuando declaró el nuevo pacto mientras celebraba la pascua con pan y vino en el aposento alto de Marcos, diciendo: “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre” (Lc. 22:20), la gente consideró esto solo como algo que había ocurrido por casualidad; no hubo nadie que comprendiera que todo era una gran evento que ocurrió como resultado de las profecías de la Biblia. Jesús cumplió la profecía exactamente como estaba escrita: “He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá” (Jer. 31:31), pero la gente del mundo no comprendió estos acontecimientos.

“¿Cómo Dios puede hacerse hombre?” Esta es la opinión común acerca de Dios sostenida por los que rechazan a Dios hoy en día, así como sucedió hace dos mil años(Jn. 10:30-33). Dios vino a esta tierra con la gran misión de salvar a la humanidad, pero las personas lo trataron como un simple hombre, como uno de ellos. En consecuencia, lamentablemente no recibieron a Dios, como la Biblia dice: “[Dios] a lo suyo vino, y los suyos no le recibieron”.


La voz de Dios: “¡Yo ya he venido!”, ahora se oye de nuevo

Ya que no hay límite de tiempo y espacio en el mundo espiritual, Satanás esconde la gloria de Cristo hoy en día de la misma manera que hizo hace dos mil años. La situación de la segunda venida de Jesús en esta época es exactamente igual a la de su primera venida.

En estos últimos días, muchos están esperando ansiosamente a Jesús que vendrá por segunda vez. Pero mientras ellos solo miran al cielo, Dios ha venido una vez más
en forma humana.

He. 9:27-28 『Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.』

Cuando vino a esta tierra por primera vez, Cristo recorrió el camino de la profecía siendo tratado de una manera arbitraria por la gente, y muriendo en la cruz según las profecías quebró completamente las cadenas del pecado que habían atado a los seres humanos. Y cuando regresó al cielo, prometió que vendría nuevamente a esta tierra.

Esto fue porque la ley del nuevo pacto, que él estableció a través de su preciosa sangre hace dos mil años, desapareció durante la edad oscura, y por eso nadie podia recibir la vida eterna ni ir al reino de los cielos sin la segunda venida de Cristo.

Todo acerca de Jesús, que tiene que venir por segunda vez, está profetizado en la Biblia, así como su primera venida. La Biblia ya ha profetizado que Dios vendrá nuevamente en esta época; él vendrá al país de los fines de la tierra en su segunda venida, y restaurará la verdad de vida, que es la pascua del nuevo pacto, y también enseñará a sus hijos acerca de la Madre celestial, que es la realidad del árbol de la vida.

La Biblia también registra que Dios dejaría primero esta tierra, diciendo: “¿Por qué [hijos de Sion] gritas tanto? ¿No hay rey en ti? ¿Pereció tu consejero, que te ha tomado dolor como de mujer de parto?” (Mi. 4:1-9). A fin de cumplir la profecía del trono de David, nuestro Padre fue bautizado a la edad de 30 años en 1948, cuando Israel, representado por la higuera, obtuvo su independencia, y recorrió el camino del evangelio durante 37 años, y regresó al cielo en 1985, cuando terminó su ministerio de 37 años (2 S. 5:4, Lc. 1:32, Mt. 24:32-33).

Todas las personas del mundo piensan que el cumplimiento de cada profecía de la Biblia es solo una coincidencia, pero esta es una consecuencia inevitable cumplida por Dios. El Espíritu y la Esposa han venido de Sion y han restaurado la verdad del nuevo pacto que fue quebrantada y destruida, y en Sion, que está profetizada que sería reedificada por Dios mismo, ahora estamos guardando las siete fiestas de tres tiempos incluyendo la pascua y el día de reposo. Toda esta sorprendente obra se está cumpliendo según las profecías de la Biblia. Pero el mundo no lo sabe y trata esto solamente como una coincidencia o algo ordinario. Cada profecía se está cumpliendo sin falta en su tiempo apropiado, pero el mundo no le presta atención.

Aunque Cristo ya ha venido a esta tierra nuevamente, la gente solo está mirando al cielo. Ya que está profetizado que él vendría sobre las nubes, todos ellos solo están mirando al cielo. Pero él ha dicho claramente: “¡Yo ya he venido! Estoy en Sion. Por eso, ¡vengan a Sion y encuéntrenme!”

Is. 33:20-22 『Mira a Sion, ciudad de nuestras fiestas solemnes; tus ojos verán a Jerusalén, morada de quietud, tienda que no será desarmada, ni serán arrancadas sus estacas, ni ninguna de sus cuerdas será rota. Porque ciertamente allí será Jehová para con nosotros fuerte […]. Porque Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová es nuestro Rey; él mismo nos salvará.』

Esta es la manera profética en que la Biblia nos guía, para que podamos encontrar a Cristo que ha venido por segunda vez en esta época. Dios ya ha venido para salvarnos y mora en Sion. Aunque las personas del mundo no lo reconocen y lo tartan como quieren, Dios ha venido a esta tierra y está cumpliendo la obra de la salvación.


“¡Yo también ya he venido!”

La Biblia ha profetizado que cuando Dios venga a esta tierra por segunda vez para salvar a la humanidad, no vendrá solo, sino que Dios Padre y Dios Madre vendrán juntos.

Ap. 22:17 『Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.』

Podemos ver la escena donde el Espíritu y la Esposa, y no solo el Espíritu Santo nuestro Padre, vendrán juntos a esta tierra para salvar a los seres humanos, y gritarán: “¡Vengan y reciban el agua de la vida!”

En esta época, nuestro Padre Ahnsahnghong ya ha venido a esta tierra según las profecías de la Biblia. En su segunda venida, nuestro Dios Padre nos enseñó la verdad acerca de la Madre, que todos los seres humanos deben saber para su salvación y para poder regresar al cielo. No solo nuestro Padre sino también nuestra Madre, ha venido según las profecías. “¡Yo ya he venido!” “¡Yo también ya he venido!” El Espíritu y la Esposa ya han venido y dicen a las personas que vengan y reciban el agua de la vida.

Dios Espíritu Santo ya ha venido, pero el mundo no conoce este hecho. Y la Esposa también ya ha venido a esta tierra, pero el mundo no lo sabe. De esta manera, las profecías de la Biblia ahora ya están casi cumplidas y están llegando a su fin, pero los que dicen creer en Dios no lo conocen.

Como está registrado en la Biblia, Dios ha recorrido el camino del evangelio dispuesto de antemano en su segunda venida a esta tierra, igual como hizo en su primera venida. Todo lo que Dios ha hecho no es solo una coincidencia; Dios está trabajando paso a paso para cumplir las profecías incluso en este momento.

Nuestro Padre y nuestra Madre celestiales ya han venido. Ellos han venido para darnos vida. Creyendo en sus nombres, hemos recibido el derecho de convertirnos en sus hijos. Por eso, debemos agradecer a nuestro Padre y a nuestra Madre celestials por haber venido a esta tierra a salvarnos; y tenemos que predicar rápidamente al mundo entero a Dios Elohim, que ya ha venido.

Este año, esforcémonos por encontrar a todos nuestros hermanos y hermanas perdidos, representados por los materiales del Templo de la Jerusalén Celestial.

Les pido ansiosamente que todos ustedes dediquen todo su corazón y mente a la obra de guiar a tantas almas que están gimiendo por los desastres y pecados, al arrepentimiento y al eterno reino de los cielos, proclamando con más fuerza la ansiosa voz del Padre y la Madre: “¡Yo ya he venido!”, hasta lo último de la tierra.