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Ninguna parte de los sermones en texto puede ser imprimida o difundida. Por favor, grabe en su corazón lo que ha entendido, para compartir la fragancia de Sion.

Cristo Ahnsahnghong nos trajo el árbol de la vida


El último propósito de Dios de dar la Biblia a la humanidad, es la salvación de nuestras almas. Mediante la Biblia, debemos encontrar a Dios, nuestro Salvador.

En la Biblia, hay muchas parábolas; entre ellas, la historia del huerto del Edén del libro de Génesis, nos muestra cómo los seres humanos pecaron en el cielo y fueron arrojados a la tierra. Si llegamos a comprender el verdadero significado escondido en las parábolas, todos los seres humanos podremos ser liberados de la muerte.

La Biblia dice que a algunos les fue dado conocer los misterios del reino de los cielos, y a otros no (Mt. 13:10-16). Entonces, aquellos a quienes les fue dado el conocimiento de los misterios, son sin duda los bienaventurados que han recibido la promesa de entrar en el reino de los cielos.


El pecado de comer del árbol de la ciencia del bien y del mal, y el árbol de la vida

Al leer la historia del huerto del Edén, podemos ver que, aunque Dios había ordenado a Adán y a Eva no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal, ellos comieron del fruto prohibido al ser tentados por la serpiente, y llegaron a morir.

Gn. 2:16-17 『Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.』

Gn. 3:1-6 『Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y series como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.』

En esta parábola, la serpiente representa al diablo (Ap. 12:9). El diablo es muy astuto y conoce el punto débil de la psicología humana. Él se acercó y los tentó a pecar y a morir.

En realidad, la historia del pecado que Adán y Eva cometieron en el huerto del Edén, es una recomposición de la historia del pecado que nosotros cometimos en el cielo, que tiene por finalidad ayudarnos a entender nuestros pecados del cielo. Todos los seres humanos que nacen en esta tierra, mueren a causa de sus pecados, como Adán y Eva. Sin embargo, en el huerto del Edén había un árbol de la vida, y si alguno comía de él, podia vivir, aunque hubiera comido del árbol de la ciencia del bien y del mal.

Gn. 3:22-24 『Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado. Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.』

Dios echó fuera del huerto del Edén a Adán y Eva, por haber pecado, y puso querubines con una espada encendida para guardar el camino del árbol de la vida.


El perdón de pecados es dado por el derramamiento de sangre

Dios mostró una forma de comer nuevamente del árbol de la vida a Adán, que se lamentaba de haber perdido el árbol de la vida (He. 11:4, 13). Adán testificó esta verdad a sus hijos. Caín no aceptó la verdad y ofreció frutos de la tierra, pero Abel obedeció la verdad y sacrificó un cordero, cuya sangre simbolizó la preciosa sangre de Cristo. Dios rechazó la ofrenda de Caín, y solamente aceptó el sacrificio de Abel (Gn. 4:1-5).

He. 9:22 『Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.』

Abel ofreció un sacrificio junto con la sangre, pero Caín presentó frutos según sus pensamientos. Dios no aceptó la ofrenda de Caín. La Biblia dice que sin derramamiento de sangre no se hace remisión. Al pedir a Dios el perdón de sus pecados, los hombres tenían que ofrecer un sacrificio con derramamiento de sangre, a fin de ser redimidos de su pecado de comer del árbol de la ciencia del bien y del mal, y poder comer otra vez del árbol de la vida.

El sacrificio de derramamiento de sangre, transmitido desde Abel, fue codificado en los tiempos de Moisés, y el lugar donde se hacía el sacrificio y se derramaba la sangre, era el santuario.

Éx. 25:9-21 『Conforme a todo lo que yo te muestre, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus utensilios, así lo haréis. Harán también un arca de madera de acacia, […] Y pondrás en el arca el testimonio que yo te daré. Y harás un propiciatorio de oro fino, […] Y los querubines extenderán por encima las alas, cubriendo con sus alas el propiciatorio; sus rostros el uno enfrente del otro, mirando al propiciatorio los rostros de los querubines. Y pondrás el propiciatorio encima del arca, y en el arca pondrás el testimonio que yo te daré.』

El santuario, lugar donde se realizaban sacrificios a diario, se dividía en dos habitaciones: el Lugar Santo en la habitación exterior, y el Lugar Santísimo en la habitación interior. En el Lugar Santísimo estaba el arca del pacto, y sobre la cubierta estaban los dos querubines.

La razón por la que Dios puso sobre el propiciatorio del arca del pacto a los dos querubines que guardaban el camino del árbol de la vida en el Edén, era que el árbol de la vida estaba en el arca del pacto. Los dos querubines que guardaban el arca del pacto, también tenían espadas encendidas; por eso, cuando Uza extendió su mano sobre el arca por error, murió; y cuando los dos hijos de Aarón violaron el mandamiento de Dios, de los querubines salió un fuego que los mató (2 S. 6:1-7, Lv. 10:1-3).

Solamente el sumo sacerdote podía entrar en el Lugar Santísimo, y debía hacerlo solo, una vez al año y no sin sangre. De la manera que Dios aceptó el sacrificio de Abel porque lo ofreció con derramamiento de sangre, así también cuando el sumo sacerdote entraba en el Lugar Santísimo que los querubines guardaban, era preciso que se hiciera derramamiento de sangre.

Todas estas leyes eran una copia de las cosas que sucederían en el futuro.

He. 10:1-4 『Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan. […] porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados.』

He. 10:9 『y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último.』

He. 10:16-20 『Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré, añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado. […] por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne,』

La ley del Antiguo Testamento es una sombra y nunca puede hacer perfectos a los que se acercan a adorar a Dios. Solo la sangre de Cristo es la realidad del sacrificio y puede otorgar a los hombres el perfecto perdón de los pecados. Por eso Dios abolió el antiguo pacto y estableció el nuevo pacto a través de la sangre de Cristo.


El santuario y Jesús, que llegó a ser la realidad del arca del pacto

Los artículos de la ley que Dios dio a Moisés, parecían complicados a primera vista, pero en ellos estaba contenida la providencia de Dios para el perdón de nuestros pecados.

He. 9:1-5 『Ahora bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario terrenal. Porque el tabernáculo estaba dispuesto así: en la primera parte, llamada el Lugar Santo, estaban el candelabro, la mesa y los panes de la proposición. Tras el segundo velo estaba la parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo, el cual tenía un incensario de oro y el arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto; […]』

Cuando vivían en el desierto, los israelitas no podían construir un templo estable. Ya que tenían que trasladarse frecuentemente, tenían un tabernáculo o santuario hecho según el modelo del templo. Jesús dijo que su cuerpo era el templo.

Jn. 2:19-21 『Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás? Mas él hablaba del templo de su cuerpo.』

La realidad del templo era Jesús. En este templo (santuario) estaba el arca del pacto que contenía la urna de oro con el maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto. Al ver que los dos querubines se hicieron para guardar el arca, podemos entender que el arca, o estas tres cosas, simbolizan el árbol de la vida, esto es, a Cristo. Primero, confirmemos que el maná representa a Cristo.

Jn. 6:31-35 『Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer. […] Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tundra sed jamás.』

Los israelitas comieron el maná en el desierto por 40 años, hasta que entraron en la tierra de Canaán. Este maná estaba en una urna de oro dentro del arca del pacto. Y ya que Jesús testificó “Yo soy el pan de vida”, el maná representa a Jesús, quien es la vida.

Segundo, pensemos en el significado de la vara de Aarón que reverdeció.
Dios distinguió a Aarón como sumo sacerdote, por medio de esta vara (Nm. 17:1-11). Entonces, ¿por qué Dios puso en el arca del pacto la vara que representa al sumo sacerdote?

He. 5:8-10 『Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen; y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.』

La vara de Aarón que reverdeció, era también un símbolo que mostraba que Jesús vendría a la tierra como el sumo sacerdote.

Jn. 1:1-14 『En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. […] Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.』

Jesús es Dios, el Verbo que se hizo carne y vino a esta tierra. Entonces, las tablas del pacto también representan a Jesús, que es Dios, el Verbo.

El hecho de que los dos querubines estuvieran sobre el propiciatorio del arca del pacto y guardaran el maná, la vara de Aarón que reverdeció y las tablas del pacto, mostraba que Jesús aparecería como la realidad del árbol de la vida que era guardado por los querubines.


El árbol de la vida dado a través de la Pascua

Jesús mismo testificó que él es la realidad del árbol de la vida.

Jn. 6:53-57 『Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí.』

Las únicas buenas nuevas para la humanidad, que está destinada a la muerte por haber comido del árbol de la ciencia del bien y del mal, es la palabra de Dios: “Te permitiré comer del árbol de la vida”. Jesús dijo: “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna”. Esto significa que él nos permitirá comer del árbol de la vida.

Fue Dios quien hizo que los querubines guardaran el camino del árbol de la vida, para que los pecadores no se acercaran. Por eso, fuera de Dios no hay quien pueda abrir de nuevo el camino del árbol de la vida para salvar a los pecadores. Por esta razón, Jesús, que nos prometió la vida eterna a través de su preciosa carne y sangre, es Dios mismo. Al establecer la Pascua del nuevo pacto, él nos hizo conocer la forma de comer su carne y beber su sangre, y dijo: “¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca!” (Mt. 26:17-28, Mr. 14:12-24, Lc. 22:7-20).

No obstante, Satanás, que odia la verdad del árbol de la vida, instigó a la gente a levantar controversias tres veces, incluso con un concilio religioso, en los años 155, 197 y 325 d. C., y luego abolió la pascua. Se abolió la pascua en las iglesias de oriente, las cuales le daban gran importancia, y comenzó a celebrarse el primer domingo después de la pascua, es decir, la Semana Santa, centrándose en las iglesias de occidente.

Este era el cumplimiento de la profecía de Daniel de que, el que hablaba palabras contra Dios, cambiaría los tiempos y la ley de Dios (Dn. 7:25).

Pero, por otra parte, Dios profetizó que restauraría la verdad de vida, la pascua del nuevo pacto.
Aunque muchos teólogos han estudiado la Biblia por siglos, no han comprendido la verdad de la pascua. Esto se debe a que el árbol de la vida puede ser dado solo por Dios.


Dios abrió el camino del árbol de la vida

No cualquiera podía entrar en el Lugar Santísimo donde estaba el árbol de la vida; solo el sumo sacerdote podía hacerlo una vez al año. Jesús vino como el sumo sacerdote según el orden de Melquisedec, y abrió el camino del árbol de la vida.

He. 6:17-20 『La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo, donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec.』

Toda la sangre de animales que se ofrecía a Dios en el santuario del Antiguo Testamento, representa la sangre de Cristo. Aunque un velo dividía el Lugar Santo y el Lugar Santísimo del santuario, Cristo vino como el sumo sacerdote según el orden de Melquisedec, y rasgó el velo y se deshizo de él, y permitió que el que quiera entre en el Lugar Santísimo y se acerque al árbol de la vida.

El propósito de la venida de Cristo por segunda vez es también nuestra vida, nuestra salvación.

He. 9:28 『así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.』

Por tanto, Cristo en su segunda venida ha de traernos la verdad del árbol de la vida, la pascua. Con esto, se abrirán todos los secretos que habían estado sellados desde el tiempo del huerto del Edén hasta la época del Espíritu Santo.

Aquellos a quienes no les es dado saber los misterios del reino de los cielos, aunque viendo, no verán, y aunque oyendo, no oirán, ni entenderán.

Igualmente en los días de Jesús, aunque los escribas no reconocieron a Jesús, los pescadores y pastores que apacentaban a sus ovejas en el campo, sí lo reconocieron. A pesar de su pobreza y humildad, fueron bendecidos al reconocer a Dios en la carne y adorarlo. De este modo, nosotros, a quienes es dado conocer los misterios del reino de los cielos en esta época, somos realmente bendecidos.

La Biblia testifica que, el que nos da vida eterna mediante vinos refinados, es nuestro Dios (Is. 25:6-9). Cristo Ahnsahnghong, que restauró la pascua del nuevo pacto que había estado escondida por un largo tiempo desde el año 325 d. C., es nuestro Salvador en esta época, a quien habíamos esperado.

Dios ha venido a esta tierra y nos ha hecho conocer todos los misterios del reino de los cielos, con el fin de salvar a los pecadores que fueron expulsados del cielo por haber comido del árbol de la ciencia del bien y del mal, cuyo destino es morir eternamente. Espero que todos recibamos la bendición del perdón de pecados que nuestro Dios Ahnsahnghong nos concede a través del árbol de la vida, y que volvamos al reino de los cielos.