한국어 English 日本語 中文简体 Deutsch हिन्दी Tiếng Việt Português Русский Iniciar sesiónUnirse

Iniciar sesión

¡Bienvenidos!

Gracias por visitar la página web de la Iglesia de Dios Sociedad Misionera Mundial.

Puede entrar para acceder al Área Exclusiva para Miembros de la página web.
Iniciar sesión
ID
Password

¿Olvidó su contraseña? / Unirse

Ninguna parte de los sermones en texto puede ser imprimida o difundida. Por favor, grabe en su corazón lo que ha entendido, para compartir la fragancia de Sion.

La ciudad santa de Jerusalén

En esta época, la gloria de Jerusalén se está alumbrando al mundo entero según la profecía de la Biblia, y se escucha que los hijos de Sion de todo el mundo están viniendo a Jerusalén. Al ver estas señales, podemos darnos cuenta de que la gloria de Jerusalén se expandirá pronto a Samaria y hasta los fines de la tierra como Dios profetizó.

Por medio de la Biblia, estudiemos la realidad de Jerusalén cuya Gloria se alumbrará a todas las naciones, y las bendiciones que recibirán los que participen en esa gloria.


La ciudad santa de Jerusalén

Cristo viene por segunda vez para darnos la salvación (He. 9:28). A través de la profecía del libro de Apocalipsis, estudiemos cómo nos será dada la salvación de Dios cuando él venga por segunda vez.

Ap. 22:18-19 『Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.』

En la última parte de la Biblia, Dios advierte severamente que si alguno no sigue las palabras de la profecía de este libro como está escrito, él quitará su parte del libro de la vida y de la santa ciudad. Las palabras “quitará su parte del libro de la vida” quieren decir que no podrá obtener la vida eterna, y las palabras “Dios quitará el privilegio de entrar en la santa ciudad” significan que no podrá entrar en el reino de los cielos.

Aquí debemos pensar en la ciudad santa. Para obtener la salvación, debemos saber qué es la santa ciudad.

Ap. 21:2-4 『Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. […] He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.』

Ap. 21:9-12 『Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero. Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, […]』

El apóstol Juan testificó que la ciudad santa que desciende del cielo es Jerusalén. Cuando esta Jerusalén descienda del cielo, el tabernáculo de Dios morará con los hombres y el pueblo de Dios podrá recibir la salvación y entrar en el reino de los cielos.


La salvación en la Jerusalén celestial

Si revisamos cuidadosamente las características de la ciudad de Jerusalén escritas en la Biblia, comprenderemos que Jerusalén está estrechamente relacionada con nuestra salvación.

Is. 52:1-3 『Despierta, despierta, vístete de poder, oh Sion; vístete tu ropa hermosa, oh Jerusalén, ciudad santa; porque nunca más vendrá a ti incircunciso ni inmundo. Sacúdete del polvo; levántate y siéntate, Jerusalén; suelta las ataduras de tu cuello, cautiva hija de Sion. Porque así dice Jehová: De balde fuisteis vendidos; por tanto, sin dinero seréis rescatados.』

Está escrito que cuando la ciudad santa de Jerusalén se vista su ropa hermosa y se siente en su trono, serán rescatados los hijos de Sion que estuvieron atados a la cadena de pecado y de muerte. Esto significa que la obra de la salvación de Dios se realiza a través de Jerusalén.

Ap. 21:23-27 『La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella. Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche. Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella. No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.』

Ya que solo los que estén inscritos en el libro de la vida podrán entrar en la ciudad de Jerusalén, la gloria de los que entran en la ciudad no puede describirse con palabras. La Biblia dice que nadie está calificado para recibir la salvación excepto a través de Jerusalén.

Los que tienen el privilegio de entrar en Jerusalén, reciben la promesa de la vida eterna, porque Jerusalén es la realidad del Lugar Santísimo. La estructura de la ciudad de Jerusalén, de forma cúbica, de igual longitud, altura y anchura, es igual que la del Lugar Santísimo del templo de Dios.

Ap. 21:14-16 『Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero. El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro. La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales.』

1 R. 6:14-20 『Así, pues, Salomón labró la casa y la terminó. Y cubrió las paredes de la casa con tablas de cedro, revistiéndola de madera por dentro, desde el suelo de la casa hasta las vigas de la techumbre; cubrió también el pavimento con madera de ciprés. Asimismo hizo al final de la casa un edificio de veinte codos, de tablas de cedro desde el suelo hasta lo más alto; así hizo en la casa un aposento que es el lugar santísimo. La casa, esto es, el templo de adelante, tenía cuarenta codos. […] Y adornó el lugar santísimo por dentro en medio de la casa, para poner allí el arca del pacto de Jehová. El lugar santísimo estaba en la parte de adentro, el cual tenía veinte codos de largo, veinte de ancho, y veinte de altura; y lo cubrió de oro purísimo; asimismo cubrió de oro el altar de cedro.』

El Lugar Santísimo era el lugar donde Dios concedía su gracia a su pueblo, y el arca del pacto, que representa al árbol de la vida, estaba allí.

Cuando el rey Salomón construyó el templo, hizo el Lugar Santísimo con la misma longitud, altura y anchura. Esto muestra que la realidad del Lugar Santísimo es la Jerusalén celestial que aparece en el futuro. Esto concluye que entrar en la ciudad santa de Jerusalén, significa entrar en la vida eterna.

Dios ha puesto en Jerusalén el camino de la salvación que tanto anhelábamos.


La Jerusalén celestial es nuestra Madre

La Biblia testifica que la ciudad santa de Jerusalén, que nos está guiando a la salvación, es la Madre de nuestros espíritus.

Gá. 4:26-31 『Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre. Porque está escrito: Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz; prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto; porque más son los hijos de la desolada, que de la que tiene marido. Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa. […] De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.』

En Apocalipsis 21, Jerusalén es expresada como “la desposada, la esposa del Cordero”, y en Gálatas 4 como “nuestra Madre”. La Esposa del Espíritu Santo, que nos da el agua de la vida junto con nuestro Padre, es nuestra Madre.

Nuestra salvación se completa por medio de nuestra Madre celestial.
La razón por la que somos llamados hijos de la promesa como Isaac, es que heredamos el reino de los cielos mediante la Madre celestial. En la familia de Abraham, que representa a Dios, Isaac heredó los bienes de su padre a través de su madre, Sara. Esta historia nos enseña que la Madre celestial es también un factor decisivo para nuestra salvación (Lc. 16:19-24, Gn. 21:1-12).

Nosotros somos los hijos de la Madre Jerusalén. Dios hace que cada una de nuestras acciones justas llegue a ser el hermoso lino fino de la Madre celestial, la Esposa, para que podamos participar en la espléndida gloria de Jerusalén. Los que hemos recibido el privilegio de compartir la gloria de Jerusalén, somos realmente bienaventurados.

Todavía existen muchas personas en el mundo que no conocen la existencia de Jerusalén. Nosotros debemos esforzarnos por predicar las bendiciones que hemos recibido, revelando la gloria de nuestra Madre celestial Jerusalén, para poder encontrar a nuestros hermanos perdidos y complacer mucho a Dios.


Los hijos de Jerusalén que corren de todas las naciones

En el plan de la salvación de Dios, está predestinado que los hijos celestiales esparcidos por todo el mundo vendrán a los brazos de la Madre Jerusalén.

Jer. 3:17-18 『En aquel tiempo llamarán a Jerusalén: Trono de Jehová, y todas las naciones vendrán a ella en el nombre de Jehová en Jerusalén; ni andarán más tras la dureza de su malvado corazón. En aquellos tiempos irán de la casa de Judá a la casa de Israel, y vendrán juntamente de la tierra del norte a la tierra que hice heredar a vuestros padres.』

En el libro de Jeremías, está escrito que en los últimos días muchos se reunirán en Jerusalén en el nombre de Dios. El libro de Mateo describe la escena en que Jerusalén los lleva en sus brazos, como la gallina que junta a sus polluelos debajo de sus alas (Mt. 23:37). La salvación de Dios culminará cuando todos los hijos se reúnan en la Madre Jerusalén celestial.

El hombre no puede detener la profecía de Dios. Si usted realmente quiere ser salvo, la mejor manera de hacerlo es siguiendo el sonido de trompeta de la profecía.

Jer. 3:22-25 『Convertíos, hijos rebeldes, y sanaré vuestras rebeliones. He aquí nosotros venimos a ti, porque tú eres Jehová nuestro Dios. Ciertamente vanidad son los collados, y el bullicio sobre los montes; ciertamente en Jehová nuestro Dios está la salvación de Israel.』

Nuestra salvación está solo en Dios. El Padre celestial dijo que él vino a la tierra para cumplir la misión de Elías. Así como hace dos mil años, Juan el Bautista vino con la misión de Elías y testificó que Jesús era el Salvador, el Padre celestial vino primero y nos hizo conocer a la Madre celestial que vendría a esta tierra en el futuro. Debemos comprender el plan de Dios y participar en la salvación que se cumple en esta época por la Madre celestial.


La misión de los que aman a Jerusalén

Dios abrió nuestros ojos y oídos, a fin de que recibamos a la Madre Jerusalén. No solo hemos recibido el entendimiento acerca de la Madre Jerusalén, sino también la misión de no callar hasta que Jerusalén sea alabada en toda la tierra. No olvidemos esta misión y expandamos la verdad de Jerusalén a Samaria y hasta lo último de la tierra.

Is. 66:10-14 『Alegraos con Jerusalén, y gozaos con ella, todos los que la amáis; llenaos con ella de gozo, todos los que os enlutáis por ella; para que maméis y os saciéis de los pechos de sus consolaciones; para que bebáis, y os deleitéis con el resplandor de su gloria. Porque así dice Jehová: He aquí que yo extiendo sobre ella paz como un río, y la gloria de las naciones como torrente que se desborda; y mamaréis, y en los brazos seréis traídos, y sobre las rodillas seréis mimados. Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén tomaréis consuelo. Y veréis, y se alegrará vuestro corazón, y vuestros huesos reverdecerán como la hierba; y la mano de Jehová para con sus siervos será conocida, y se enojará contra sus enemigos.』

Is. 66:18-20 『[…] tiempo vendrá para juntar a todas las naciones y lenguas; y vendrán, y verán mi gloria […], y enviaré de los escapados de ellos […] a las costas lejanas que no oyeron de mí, ni vieron mi gloria; y publicarán mi gloria entre las naciones. Y traerán a todos vuestros hermanos de entre todas las naciones, por ofrenda a Jehová, en caballos, en carros, en literas, en mulos y en camellos, a mi santo monte de Jerusalén, dice Jehová, al modo que los hijos de Israel traen la ofrenda en utensilios limpios a la casa de Jehová.』

El plan de Dios es completar su obra de salvación guiando a todos sus hijos de Sion a los brazos de la Madre Jerusalén. Si conocemos la voluntad de Dios, no debemos estar callados.

Ahora es el momento en que la Madre reúne a sus hijos apresuradamente, al igual que una gallina junta a sus polluelos ante una inminente emergencia. El mundo entero está esperando ansiosamente la salvación de la Madre Jerusalén. Nosotros debemos predicar la gloria de la Madre Jerusalén rápidamente, para que todos los hijos de Sion puedan compartir la salvación preparada en la Ciudad Santa de Jerusalén. Todas las profecías de la Biblia se cumplen sin falta alguna. Espero que crean absolutamente en las profecías y actúen siguiéndolas, a fin de que reciban el gran amor y las bendiciones de Dios.