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Ninguna parte de los sermones en texto puede ser imprimida o difundida. Por favor, grabe en su corazón lo que ha entendido, para compartir la fragancia de Sion.

El pacto y la fe

Nuestra sociedad se mantiene por medio de promesas. Por ejemplo, un billete es solo un pedazo de papel, pero por la promesa realizada entre las personas tiene un valor monetario con el que se pueden comprar o vender cosas. Si un niño rompe un billete y lo tira, la gente se disgusta; pero si es un simple pedazo de papel, no tienen mucho cuidado de ello. La razón es que este papel no contiene una promesa, mientras que el billete sí. Por lo tanto, una promesa es importante.

También existe una promesa, un pacto, entre Dios y la humanidad. Si no comprendemos la relación entre un pacto y la fe en nuestra vida de la fe, no podremos entender por qué debemos obedecer los mandamientos de Dios y guardar nuestra fe en Dios Elohim, y entonces nuestra fe será incierta y sacudida en sus raíces.

El fin de nuestra fe es la salvación de nuestras almas (1 P. 1:9). Muchos en el mundo afirman ser salvos, y cada uno de ellos sugiere una manera diferente de salvación. Sin embargo, es solo en la palabra de la promesa de Dios (el pacto) en que podemos confiar para nuestra salvación. Ahora, tomemos un momento para pensar qué importante es este pacto que Dios nos ha dado a los seres humanos.


La promesa de Dios directamente relacionada con la salvación

Hay muchas filosofías e ideas en el mundo, pero podemos encontrar la manera de la salvación solo en la Biblia, donde están registradas las promesas de Dios. No importa qué tan plausible sea una enseñanza, pues si no está escrita en la Biblia, es solo una enseñanza sin importancia que no tiene nada que ver con la salvación. La razón por la que rechazamos los mandamientos enseñados por los hombres, que muchas iglesias en el mundo están siguiendo, es que no existe en ellos una promesa que Dios nos haya hecho.

Los mandamientos de Dios, que fueron observados por Jesús mismo como un ejemplo a seguir por nosotros, y que fueron predicados por los apóstoles, tienen la promesa de Dios de guiar a la salvación a los que los siguen. Es por eso que estamos recorriendo el camino de la fe según las palabras de la Biblia.

Gá. 1:6-10 『[…] No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. […]』

El evangelio es una promesa que Dios nos ha hecho. Un “evangelio diferente” es el resultado de quebrantar la promesa de Dios. Dios ha dicho definitivamente que los que sigan y prediquen un evangelio diferente nunca podrán ser salvos. Es un delito hacer un billete falso y usarlo. De igual manera, cambiar o pervertir el evangelio de Dios es un acto de pecado espiritual.

Un billete tiene una promesa creada por la sociedad. Hay ciertas letras en algunas partes del billete, figuras y números específicos en otras partes de él, y también tiene un diseño especial (holograma) que hasta los ciegos pueden identificar con el tacto. Todas estas condiciones son necesarias para que un billete sea usado como dinero.

De la misma manera, Dios ha establecido ciertas condiciones en la Biblia para nuestra salvación: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo”, “A través de la ceremonia de comer el pan y beber el vino en la noche de la Pascua, el catorce del primer mes, prometo darles la vida eterna”, y mucho más. Dios ha permitido que estas promesas estén escritas en la Biblia, para que los que están ciegos espiritualmente puedan buscar a Dios y alcanzarlo.

Ap. 22:18-19 『Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.』

Dios nos ordenó no añadir ni quitar de las palabras de los 66 libros de la Biblia. Si se elimina una parte de la figura de un billete o se añade algo a la figura, es una falsificación que no tiene valor como dinero. Dios nos dice que no usemos nada falsificado, sino que usemos este pacto hecho entre Él y nosotros.

Si prolifera el dinero falso, se rompe el orden público. Dios ya sabía que un evangelio diferente, un evangelio falso creado por Satanás, proliferaría en este mundo, y nos ordenó no añadir ni quitar de las palabras de la Biblia. La razón es que si seguimos la palabra de Dios, podremos ser salvos, pero si añadimos o quitamos de la palabra de Dios, no podremos ir al eterno reino de los cielos.

Cuando examinamos en la Biblia todos los mandamientos que estamos guardando, podemos saber si estamos viviendo o no la vida de la fe según la promesa de Dios, y también podemos estar seguros de nuestra salvación. Muchas personas como la arena del mar dicen que son salvas, pero es necesario verificar si realmente están siguiendo las enseñanzas de la Biblia, y también averiguar qué promesas ha dado Dios en la Biblia.


La Pascua es el pacto de Dios

Con respecto a esto, primero examinemos la Pascua que estamos guardando. La Pascua es el nuevo pacto establecido por Dios mismo.

Jn. 6:53-55『Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.』

Jesús dice que los que no comen su carne y beben su sangre, no tienen vida. No importa cuán sobresaliente o eminente pueda ser un hombre, pues si no tiene vida, nada tiene sentido.

Dios ha prometido darnos vida cuando comamos la carne y bebamos la sangre del Hijo del Hombre. Esta es una preciosa promesa que Dios ha hecho con nosotros, su pueblo. Dios nunca rompe esta promesa.

Ahora, averigüemos a qué se refería Jesús como su carne y su sangre.

Mt. 26:17-28『[…] Y los discípulos hicieron como Jesús les mandó, y prepararon la pascua. […] Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.』

Jesús ha prometido que el pan de la Pascua es su carne y que el vino de la Pascua es su sangre. Si no comemos la carne y bebemos la sangre de Jesús, no tenemos vida. Esto significa que sin guardar la Pascua no podremos entrar en la vida eterna que Dios nos ha prometido.

Ya que Dios, nuestro Salvador, nos ha dado esta promesa, debemos comer el pan y beber el vino de la Pascua, representados como la carne y la sangre de Jesús. Seguir las enseñanzas de Dios es el camino para la vida eterna y la salvación, y es la fe verdadera.

Dios nos ha dado la Pascua del nuevo pacto que nos da vida, y a través de este pacto nos ha permitido ir al eterno reino de Dios.

Jer. 31:31-34『He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. […] Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. […] porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.』

El nuevo pacto establecido por Dios tiene las sorprendentes e ilimitadas bendiciones y gracia de Dios. Dios también ha demostrado claramente a través de la Biblia que Él perdonará los pecados de los que están en el nuevo pacto. Esta es la razón de que la Pascua del nuevo pacto sea tan preciosa.


El Día de Reposo es un pacto de Dios

Si queremos ser salvos, necesitamos examinarnos para ver si ahora estamos siguiendo las palabras de la promesa que Dios nos ha dado a través de la Biblia. El Día de Reposo que ahora estamos guardando también es un pacto de Dios.

Ez. 20:11-21『y les di mis estatutos, y les hice conocer mis decretos, por los cuales el hombre que los cumpliere vivirá. Y les di también mis días de reposo, para que fuesen por señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico. Mas se rebeló contra mí la casa de Israel en el desierto; no anduvieron en mis estatutos, y desecharon mis decretos, por los cuales el hombre que los cumpliere, vivirá; y mis días de reposo profanaron en gran manera; dije, por tanto, que derramaría sobre ellos mi ira en el desierto para exterminarlos. […] santificad mis días de reposo, y sean por señal entre mí y vosotros, para que sepáis que yo soy Jehová vuestro Dios. Mas los hijos se rebelaron contra mí; no anduvieron en mis estatutos, ni guardaron mis decretos para ponerlos por obra, por los cuales el hombre que los cumpliere vivirá; profanaron mis días de reposo. […]』

Dios ha prometido que el Día de Reposo es una señal entre Él y su pueblo. Sin embargo, algunos insisten en que ya no es necesario guardar el Día de Reposo o que puede ser observado en cualquier día. ¿Qué sucederá con esas personas? Dios dijo que atará en manojos a los que cometen desafuero, los que quebrantan la promesa de Dios, y los echará al horno de fuego para ser quemados en el último día. Con esto, Dios promete que finalmente los echará al eterno fuego del infierno (Mt. 13:30, 40-42).

Sin embargo, al pueblo de Sion que guarda las leyes y estatutos de Dios, Dios ha prometido la salvación. El apóstol Juan registra que la “descendencia de la mujer”, que será redimida de esta tierra, son los que obedecieron fielmente los mandamientos de Dios (Ap. 14:12, 12:17).

Cuando guardamos el Día de Reposo, significa que a través de este día alabamos a Dios Elohim, el Creador de todas las cosas, y también examinamos nuestra relación con Dios; tenemos en mente que el Dios que creó todas las cosas, es nuestro Padre y nuestra Madre celestiales.

Pero el evangelio, que es un pacto que Dios ha hecho con nosotros, empezó a cambiar gradualmente, aproximadamente en el final de la época apostólica, y fue completamente abolido en el siglo IV. El Día de Reposo cambió al domingo en el año 321 d. C., y la Pascua fue abolida en el año 325 d. C. Satanás y sus seguidores, que destruyeron la verdad de Dios, crearon sus propias reglas. Aproximadamente en el año 354, inventaron la Navidad y la añadieron a la palabra de Dios, y en el año 586 empezaron a erigir la cruz en la cima de cada iglesia. Todas estas cosas no se encuentran en ninguno de los 66 libros de la Biblia. Ellos excluyeron las cosas escritas en la Biblia, y en lugar de esto crearon sus propias reglas, definiendo a los que guardaban los mandamientos de Dios como herejes.

Incluso en esta época, Satanás y sus seguidores están obstaculizando la verdad de Dios. Ellos están destinados a ser destruidos, y es por eso que hablan despectivamente del nuevo pacto y lo desprecian. Pero este pacto es la palabra de vida absolutamente necesaria para el pueblo de Dios que anhela ansiosamente la salvación.

El Padre y la Madre han venido a esta tierra por sus hijos que están deambulando donde no está la verdad, y han restaurado todas las verdades del nuevo pacto. Enseñándonos todas las leyes que se habían perdido, nos han concedido la completa salvación y nos han establecido el pacto entre Dios y nosotros.


Proclamemos la promesa de Dios

Los semáforos en una intersección tienen una promesa entre las personas: la luz roja significa alto, y la luz verde significa adelante. ¿Qué sucedería si ignoraran el sistema del semáforo, que es una promesa entre las personas, e hicieran como les pareciera? Este comportamiento amenazaría el orden público, y estarían en peligro no solo ellos sino también los demás.

Para el orden del universo y la salvación de sus hijos, Dios les ha pedido que no añadan ni quiten de las palabras de la Biblia. El dios malvado que sigue tratando de guiarnos adonde no está la verdad, es Satanás el diablo. La Biblia dice que si alguno predica un evangelio diferente del que Cristo nos enseñó, será anatema.

Debemos tomar las palabras de la Biblia, que nos guían a la vida y a la salvación, como nuestro estándar según las enseñanzas de la Biblia. La fe es aceptar todo lo que Dios nos ha dicho, deshaciéndonos de nuestros propios pensamientos. Si la Biblia dice que existe un nombre nuevo, debemos creer en el nombre nuevo, y si la Biblia da testimonio del Espíritu y la Esposa, debemos creer en la existencia del Espíritu y la Esposa.

Ya que hemos encontrado a nuestro Padre y a nuestra Madre celestiales que han venido a la tierra, estamos completamente seguros de nuestra salvación. Según las enseñanzas de la Biblia, nos hemos convertido en hijos de Dios que son partícipes de la carne y la sangre de Cristo, y disfrutamos de la fiesta de la Pascua y moramos en la verdad del nuevo pacto. Nosotros adoramos a Dios en el Día de Reposo, por lo cual tenemos una comunión espiritual con Dios, y Dios acepta nuestra adoración como el sacrificio de Abel.

Dios nos dice que prediquemos el evangelio del nuevo pacto a todas las personas del mundo, porque ha puesto su providencia y plan de salvación en él. Todavía hay muchas personas que son ignorantes de la promesa de Dios y no permanecen en la voluntad de Dios. Debemos ir a ellos y hacerles saber si su fe tiene o no una promesa dada por Dios.

No importa qué tan grande sea un pedazo de papel, pues si no tiene una promesa, no es más que un trozo de papel. Pero si contiene una promesa, aunque sea delgado o pequeño, tiene un valor monetario. Existe esa diferencia entre lo que tiene una promesa y lo que no la tiene.

¡Hermanos y hermanas de Sion! Quiero que todos tengan una fe absoluta en el pacto establecido por Dios Todopoderoso, quien creó los cielos y la tierra por su palabra, y que sigan las enseñanzas de Dios hasta el final. Estamos seguros y confiados porque hemos recibido la promesa de Dios. La palabra de Dios es una garantía absoluta que apoya nuestra fe y asegura nuestra salvación. El Padre y la Madre nos han dado este gran entendimiento y nos han concedido la salvación guiándonos a la verdad del nuevo pacto. ¡Demos gracias, gloria y honra eternas a nuestro Padre celestial Ahnsahnghong y a nuestra Madre la Nueva Jerusalén celestial!