Ninguna parte de los sermones en texto puede ser imprimida o difundida. Por favor, grabe en su corazón lo que ha entendido, para compartir la fragancia de Sion.
Cuiden de los demás a través del evangelio
Sé que nuestros hermanos y hermanas de Sion siempre están trabajando duro para el evangelio, a pesar del caluroso verano o el frío invierno. Dios vino a esta tierra a buscar y a salvar a los que se habían perdido y a predicar el evangelio. Este evangelio que guía a los seres humanos al reino celestial, es el nuevo pacto que estamos guardando y predicando ahora.
Si resumimos brevemente el evangelio del nuevo pacto, podemos decir que es “el evangelio a través del cual cuidamos de los demás”. La Biblia compara la relación entre Dios y su pueblo con la relación entre un pastor y sus ovejas. Cristo, el buen Pastor, cuidó de su pueblo, representado como las ovejas, con amor y cuidado, y no escatimó ni su propia vida para protegerlos (Sal. 23:1-6, Jn. 10:10-16). La razón por la que Cristo nos mostró este ejemplo, era que quería que siguiéramos sus huellas. Nosotros, que hemos sido llamados antes a la salvación a través del evangelio, debemos cuidar de los que son débiles e ir al eterno reino de los cielos junto con ellos.
La tarea confiada a los que aman a Cristo
El ministerio del evangelio que Dios mismo llevó a cabo cuando vino a esta tierra a salvar a los seres humanos, usualmente es descrito como el cuidado pastoral. Realizar el cuidado pastoral significa cuidar de las ovejas de Dios. Este cuidado pastoral o ministerio puede condensarse en los tres deberes siguientes: el primer deber es encontrar a las ovejas de Dios, el segundo es cuidar de ellos, y el tercero es guiarlos hasta que alcancen la salvación.
Esta es la tarea que Cristo mismo llevó a cabo, y también es algo a lo que deben poner atención todos los que han recibido el evangelio del nuevo pacto, y poner en práctica. Primero, tenemos que encontrar a nuestros hermanos y hermanas perdidos y luego cuidar bien de los que son encontrados. Y también debemos guiarlos al cielo para que puedan obtener la salvación.
Jn. 21:15-17 『Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. El le dijo: Apacienta mis corderos. Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas. Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.』
Cuando Jesús apareció a Pedro después de su resurrección, le hizo la misma pregunta tres veces: “¿Me amas?” Pedro confesó una y otra vez su amor por Jesús. Entonces Jesús dijo: “Apacienta mis corderos”, “Pastorea mis ovejas”.
“Pastorea mis ovejas.” Diciendo esto, Jesús quiso decir: “Si me amas, cuida mucho de mis corderos. Ya que aún son espiritualmente imprudentes y débiles en la fe, siembra en ellas las semillas de la esperanza en el cielo y la fe, y guíalos al cielo, cuidando siempre de ellos con amor”. Esta es la voluntad de nuestro Dios.
Dios ha confiado esta tarea a los que lo aman. Tenemos que cuidar siempre de las ovejas de Dios; si se extravían, debemos guiarlas al camino correcto, y si pierden la fuerza espiritual, debemos darles nuevas fuerzas. Este es el evangelio del nuevo pacto.
Cristo vino a salvarnos
La razón por la que debemos predicar diligentemente es llevar a cabo nuestro primer deber por el evangelio: encontrar a las ovejas de Dios. Si analizamos las huellas que Jesús dejó en esta tierra, podemos ver qué es lo que debemos hacer por el evangelio.
Lc. 19:10 『Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.』
Jesús dijo que el propósito de su venida a esta tierra era buscar y salvar lo que se había perdido. Es por esta razón que nuestros hermanos y hermanas en todo el mundo están trabajando muy duro para encontrar a los hijos de Dios perdidos, en todo momento y en todo lugar.
Primero, necesitamos buscar a los perdidos. Luego debemos cuidar bien de ellos, para que nunca más sean llevados por Satanás. Esta es la voluntad de Dios: los primeros hijos de Sion deben cuidar sinceramente de los últimos, y finalmente guiarlos a la salvación. El cielo no es un lugar adonde podamos ir solos. Es por eso que Jesús nos dijo que nos cuidemos mutuamente para obtener la salvación en el cielo.
Cristo vino como el buen Pastor, y prometió que vendría de nuevo como el Pastor para salvarnos en los últimos días (Ez. 34:11-31).
He. 9:27-28 『Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.』
El propósito de la venida de Cristo a esta tierra, tanto en su primera venida como en la segunda, era salvarnos. Por eso, los que hemos recibido la verdad en esta época, debemos ir a donde Dios ha abierto el camino para que seamos salvos, junto con nuestros hermanos y hermanas. Llevar a cabo el ministerio del evangelio no significa simplemente predicar la palabra de Dios. Encontrar a nuestros hermanos y hermanas perdidos del cielo, cuidar de ellos y guiarlos a la salvación al final, es el pleno cumplimiento del evangelio.
Dios escogió a los pastores
En Génesis está escrito que Abel cuidaba del rebaño, y que ofreció sacrificio de justicia a Dios (Gn. 4:1-5). Hay muchos casos en la historia del Antiguo Testamento en que Dios escogió pastores para ser profetas o reyes.
Éx. 3:1 『Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, […]』
1 S. 16:17-19 『Entonces uno de los criados respondió diciendo: He aquí yo he visto a un hijo de Isaí de Belén, que sabe tocar, y es valiente y vigoroso y hombre de guerra, prudente en sus palabras, y hermoso, y Jehová está con él. Y Saúl envió mensajeros a Isaí, diciendo: Envíame a David tu hijo, el que está con las ovejas.』
Moisés fue llamado por Dios cuando estaba cuidando de las ovejas de Jetro. Él liberó al pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto, y llegó a ser un gran profeta que recibió la ley del antiguo pacto de Dios. David fue ungido cuando era un joven pastor de ovejas, y llegó a ser el segundo rey de Israel (1 S. 16:11-13). La Biblia describe a David como el rey que creyó y confió completamente en Dios, y que gobernó su reino con sabiduría según la voluntad de Dios.
Dios sabe mejor que nadie que los pastores que cuidan bien de sus ovejas también pueden cuidar bien de los que Él les ha confiado. Por eso Dios escogió a los pastores que podrían vencer a los lobos cuando trataran de atacar a las ovejas, y guiar a las ovejas a delicados pastos cuando tuvieran hambre, y junto a aguas de reposo cuando tuvieran sed, y los estableció como líderes para su gran obra de salvación.
Cuando David cuidaba de las ovejas, las protegía incluso arriesgando su propia vida. Es por eso que Dios se complació con él, diciendo: “Varón conforme a mi corazón” (Hch. 13:22).
1 S. 17:32-37 『David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente. Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo.』
Cuando un león o un oso se llevaba a una oveja del rebaño, David la rescataba de su boca de todas maneras, peleando contra él. Esta fe valerosa es necesaria en nosotros, los pastores espirituales. Encontremos a nuestros hermanos y hermanas perdidos, cuidemos de ellos y guiémoslos al camino de la salvación, para que no perdamos a ninguno de ellos sino que los llevemos a todos juntos al cielo.
Pastorea las ovejas de Dios con amor
“Apacienta mis ovejas.” “Pastorea mis ovejas.” Hemos recibido este santo mandamiento de Dios. Todavía hay hermanos y hermanas nuestros alrededor, que aún no han comprendido la esperanza en el cielo en la vida de la fe. Es nuestro deber apacentarlos diligentemente con la verdad, y cuidar de sus almas. Debemos tener la fe madura de cuidar de nuestros hermanos y hermanas y ayudarles, en lugar de solo ser cuidados por otros.
Hch. 20:28-31 『Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre. Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos.』
En la Nueva Versión Internacional, podemos ver en la primera parte del versículo 28: “Tengan cuidado de sí mismos y de todo el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo los ha puesto como obispos”.
Y en la última parte del versículo 28 dice: “Para pastorear la iglesia de Dios, que él adquirió con su propia sangre”. A veces nos resulta difícil incluso cuidar de nosotros mismos. Por eso, cuidar de los demás no es algo fácil de hacer. Es imposible sin el corazón de amor y sacrificio.
Ro. 13:10-14 『El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor. Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.』
Ahora despertemos y aclaremos nuestra mente; y pongámonos toda la armadura de la luz, dejando a un lado las cosas terrenales de las tinieblas. Como el reino de los cielos se ha acercado, debemos cumplir la última parte de la ley del nuevo pacto a través del amor. Como pueblo de Sion, cuidémonos unos a otros y guiémonos mutuamente mediante las graciosas palabras de Dios, preocupándonos siempre unos de otros, para que todos obtengamos la salvación, sin que ninguno de nosotros deje de ser salvo.
Con el corazón de la Madre lleno de amor y sacrificio
En una familia, es la madre quien cuida mejor que cualquiera de los miembros de la familia. La Madre hace todo para salvar a sus hijos, incluso las cosas que parecen imposibles. Sin esta clase de amor sacrificado, no podemos cuidar unos de otros.
Si tenemos el corazón de la Madre, podemos cuidar de todos nuestros hermanos y hermanas. Así como David rescató a un cordero del león, tomando al león de sus fauces, incluso arriesgando su propia vida, esforcémonos todos por alcanzar la salvación juntos cuidando unos de otros con amor. Hasta el día en que el Padre venga, debemos seguir poniendo en práctica el amor, el cual es el “cumplimiento de la ley” en el evangelio del nuevo pacto.
1 Jn. 4:7-9 『Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.』
Dios es amor. Para salvarnos, Dios vino a esta tierra y demostró su amor por nosotros atravesando voluntariamente toda clase de sufrimientos y sacrificios. Sin este tipo de amor, es imposible cuidar de los demás.
Si todos y cada uno de los miembros de Sion son perfeccionados en el amor, el evangelio del nuevo pacto podrá ser cumplido. El nuevo pacto es el evangelio del amor, a través del cual podemos cuidarnos unos a otros.
1 Co. 13:1-7 『Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.』
Desde luego, el mayor amor de todos los mencionados aquí es el amor de Dios que ha sido dado a nosotros, sus hijos, su carne y su sangre a través del sacrificio de la Pascua. Sin embargo, Dios también nos ha dado este mandamiento: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Por eso debemos tener este amor y ponerlo en práctica.
Para cuidar de nuestros hermanos y hermanas y guiarlos al cielo, debemos tener paciencia y amabilidad en nuestro corazón. 1 Corintios 13 nos muestra que todo lo que se hace sin amor es algo incompleto. El fruto nacido sin amor o el conocimiento de la palabra de Dios obtenido sin amor aún es incompleto.
Guardar los mandamientos de Dios, predicar el evangelio, enseñar la palabra de Dios, servir a nuestros hermanos y hermanas y a nuestro prójimo, etc., todas estas cosas deben ser hechas con amor. Para cumplir el más grande mandamiento del “amor” en la verdad del nuevo pacto, Jesús nos dio este último mandamiento: “Pastorea mis ovejas”.
Oremos el uno por el otro, démonos ánimo y fuerzas mutuamente, y ayudémonos a alcanzar el reino de los cielos. Deseo que todos ustedes tengan esta misma clase de espíritu valiente como el de David, que hasta arriesgó su propia vida por salvar a un cordero del león o del oso, tomándolo de las fauces cuando se llevó un cordero del rebaño. Pensando en el amor de Dios que siempre nos protege y cuida de nosotros, cuidemos bien de nuestros hermanos y hermanas de Sion y guiemos muchas almas a los brazos de Dios, para que podamos cumplir toda la ley como hijos de Dios llenos de amor.