Ninguna parte de los sermones en texto puede ser imprimida o difundida. Por favor, grabe en su corazón lo que ha entendido, para compartir la fragancia de Sion.
El reino de los cielos adonde iremos
Ha pasado un año, y ha llegado el año nuevo. Agradezco nuevamente a Dios por darnos la esperanza del cielo.
Algunas personas que no saben a dónde van, se sienten deprimidas, abrumadas y con un sentido de pesar y vanidad, cuando ven que el año ha pasado tan rápido. Pero los que viven en el nuevo pacto deben dar más gracias y gloria a Dios porque el reino de los cielos está mucho más cerca, y también deben prepararse para entrar en el reino de Dios sin que les falte nada.
Ahora, consideremos el reino de los cielos adonde iremos, a través de la Biblia, para que nosotros, la familia de Sion, podamos llevar una vida digna y significativa en esta tierra todos los días, esperando alegremente el reino de los cielos.
¿Qué dejarán atrás usando su tiempo?
Si alguno usa el dinero, obtendrá algo de esto. Podrá comprar una casa, comida y otros bienes. Entonces, ¿qué obtendremos usando el tiempo que Dios nos ha dado en esta tierra? Necesitamos pensar en esto.
Si utilizamos nuestro tiempo en algo pero no conseguimos nada de esto, es inútil como Salomón dijo: “¡Vanidad de vanidades! ¡Todo es vanidad!” (Ec. 1:2). Cuando un hombre pone su dinero en algún lugar y como resultado recibe una ganancia, su inversión puede considerarse valiosa. Lo mismo sucede con la inversión de nuestro tiempo. Si pasamos el año pasado haciendo algo, debería haber ciertos resultados. Hay algunos que han pasado el último año preparándose diligentemente para las cosas eternas, acumulando sus recompensas en el cielo, y hay otros que han gastado su tiempo en cosas insignificantes sin ganar nada.
El tiempo vuela como una flecha. Los que son jóvenes pronto envejecen, y se acerca el momento en que deben regresar a su eterno hogar. Sin embargo, hay muchas personas que viven sin siquiera conocer la existencia del reino de Dios. Se dice que Alejandro Magno dijo a sus generales que después de su muerte dejaran sus brazos colgando en el borde de su ataúd con las palmas bien abiertas. Él dijo esto como su última voluntad para mostrar a las personas que “los seres humanos vienen con las manos vacías y regresan con las manos vacías”. Él pasó toda su juventud conquistando muchos países, matando a numerosas personas, y pensó que había obtenido todo lo que había deseado. Sin embargo, finalmente llegó a comprender que lo que podía ocupar era solo un pequeño espacio de su tumba. Del mismo modo, muchas personas pasan su vida haciendo cosas que son vacías e insignificantes, y finalmente no obtienen nada y terminan lamentándose, diciendo: “Vanidad de vanidades, todo es vanidad”.
Dios creó todas las cosas visibles e invisibles. Los que creemos en esto, debemos esforzarnos con más diligencia en las obras que son para el verdadero reino de Dios adonde iremos, en lugar de usar nuestro tiempo y pasión para las cosas vanas e insignificantes.
Los apóstoles compraron el reino de los cielos invirtiendo sus vidas
Dios ha preparado todo en el cielo para sus amados hijos. La gloria y las bendiciones que Dios concederá a sus hijos son sumamente grandiosas y preciosas, y están más allá de las palabras y los pensamientos humanos.
1 Co. 2:6-9 『[…] Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman.』
La Biblia dice que Dios ha preparado para nosotros una bendición que está más allá de la imaginación humana, mucho mayor de lo que podríamos imaginar. Algo extremadamente valioso ha sido preparado para nosotros, por eso debemos asegurarnos el reino de los cielos mientras pasemos nuestra vida en esta tierra.
Hace dos mil años, cuando Jesús vino a esta tierra, nos dijo que compráramos el reino celestial que es muy precioso.
Mt. 13:44 『Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.』
Igual que el hombre que vendió todo lo que tenía y compró un campo para obtener el tesoro escondido en el campo, ahora estamos preparándonos para el eterno reino de los cielos. Las bendiciones eternas del reino celestial que recibiremos, y el ministerio del real sacerdocio que disfrutaremos en el cielo… todos estos son los tesoros escondidos.
¿No es maravilloso poder comprar el reino de los cielos? Nosotros ya hemos comprado el reino de Dios con las palabras de la promesa dadas por Él. A través del evangelio del nuevo pacto que nunca cambiará, nos hemos convertido en herederos que recibirán el reino de Dios (ref. Ef. 3:6).
Mientras las personas no ganan nada por gastar su tiempo, nosotros estamos invirtiendo con precisión en las cosas espirituales. Aunque todo lo que hemos hecho es solo regresar a Dios, Él ha preparado muchas cosas para nosotros. Dios nos devuelve incontables veces más de lo que hemos invertido, diciendo: “Reciban la vida eterna y también el reino de los cielos”.
El gozo y la gloria eternos en el cielo
El reino de los cielos es un lugar donde todo el tiempo abundan el gozo y la alegría. Dios nos ha permitido conocer este hecho a través de la parábola del tesoro escondido, y por medio de los escritos de muchos antepasados de la fe.
Pr. 8:22-30『Jehová me poseía en el principio, ya de antiguo, antes de sus obras. Eternamente tuve el principado, desde el principio, antes de la tierra. […] Cuando formaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba el círculo sobre la faz del abismo; cuando afirmaba los cielos arriba, cuando afirmaba las fuentes del abismo; cuando ponía al mar su estatuto, para que las aguas no traspasasen su mandamiento; cuando establecía los fundamentos de la tierra, con él estaba yo ordenándolo todo, y era su delicia de día en día, teniendo solaz delante de él en todo tiempo.』
Salomón, el escritor de Proverbios, dijo que su alma ya había nacido antes de la fundación del mundo y que en ese entonces estaba en el reino de Dios teniendo alegría día tras día. El apóstol Juan, que vio el reino de Dios en su visión, describió qué hermoso y glorioso es, y enseñó que de ninguna manera debemos perder el reino de Dios, sin importar lo que pudiéramos perder en esta tierra.
Ap. 21:4-5『Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.』
Ap. 22:1-5『Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos.』
Por favor lean los versículos anteriores, especialmente cuando se sientan agobiados con el peso de la vida en esta tierra y desfallezca la luz de la esperanza. Iremos a un lugar maravilloso, donde no hay dolor ni llanto, sino alegría desbordante todos los días. Pronto pasarán todos los trabajos y molestias y en solo un poco de tiempo “el que ha de venir vendrá” (He. 10:37). Después entraremos en la gloria del cielo que disfrutaremos por los siglos de los siglos.
El que hace la voluntad de Dios entrará en el reino de los cielos
No debemos descuidar nuestra gran salvación. Aunque el diablo haga denodados esfuerzos por corromper nuestras almas, ninguno de nosotros debe tirar neciamente el tesoro más precioso que hemos comprado invirtiendo todo lo que tenemos, como hizo Esaú.
Esaú no comprendía qué preciosa era la bendición de la primogenitura. Así, cuando la persona que conocía su valor se la pidió, se la entregó desconsideradamente. Más tarde, Esaú comprendió su valor y se arrepintió amargamente de lo que había hecho, pero la bendición fue transferida irreversiblemente (ref. Gn. 25:29-34, 27:1-40, He. 12:16-17).
¿Cómo podemos vender nuestra primogenitura por algo tan trivial como un plato de guiso para satisfacer nuestra hambre física temporal? ¿Quién podría soportar el pensamiento de perder el derecho de entrar en el hermoso y glorioso reino de Dios? El valor de la salvación que hemos recibido es tan grandioso y precioso que no puede ser reemplazado con nada más en el mundo. Es por eso que la persona que encuentra el tesoro pone su tiempo y esfuerzos para obtenerla. Por eso la Biblia dice que el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan (Mt. 11:12).
A fin de entrar en el reino de Dios, siempre debemos poner atención a la palabra de Dios y llevar a cabo su voluntad.
Mt. 7:21『No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.』
Existen muchas voluntades de Dios registradas en la Biblia. La voluntad de Dios es que debemos guardar sus mandamientos, leyes y decretos. La voluntad de Dios para con nosotros es que también tengamos una disposición y fe dignas del pueblo de Dios. Sobre todo, hay una importante enseñanza de Dios, que debemos practicar para entrar en el glorioso reino de Dios.
1 Ts. 5:15-18『Mirad que ninguno pague a otro mal por mal; antes seguid siempre lo bueno unos para con otros, y para con todos. Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.』
En la parábola, el hombre que encontró el tesoro escondido en el campo estaba lleno de gozo. Si alguno ha encontrado el reino de los cielos y lo ha comprado invirtiendo toda su vida y juventud, él es la persona que ha ganado el gozo más grandioso.
Los hijos de Dios tienen que vivir gozosos todos los días porque ellos han recibido la promesa de la herencia celestial. Ya que el reino de Dios es nuestro, siempre debemos estar gozosos; Dios nos ha dado gratuitamente su reino, por eso debemos dar gracias en todo y tener esperanza en el cielo. Vamos a ir al reino de los cielos. Sin embargo, si no sentimos gozo y gratitud, no somos dignos de ir al reino de Dios.
Si un hombre ha depositado regularmente dinero en una cuenta de ahorros durante mucho tiempo y después de un mes espera recibir una gran cantidad de dinero, su corazón empezará a latir con anticipación. El reino de Dios no se puede comparar con nada de eso. Este precioso reino celestial se acerca día a día. ¿Cómo no estar alegres y agradecidos?
Nosotros, el pueblo de Sion, necesitamos cultivar hermosamente nuestra fe, para que podamos recibir las abundantes bendiciones de Dios y encontrar a Dios en gloria cuando venga. Así como el seguro o un depósito tiene una fecha de vencimiento, nos toma algo de tiempo recibir la bendición prometida. Si anhelamos ese día y lo esperamos, sin falta lo recibiremos.
El día será un día de temor para los que no han invertido nada para el reino de los cielos. Depende de nosotros si hacemos de ese día un día de temor o un día de gozo y expectativa. En obediencia a la voluntad del Padre y la Madre, debemos encontrar diligentemente a nuestros hermanos y hermanas perdidos, orar sin cesar y estudiar la palabra de Dios fervientemente. De esta manera recibamos a Dios con gozo sin importar cuándo venga.
La vida de aferrarse al reino de los cielos
El reino de los cielos no puede ser comparado o reemplazado con nada más en el mundo. Por eso la Biblia declara que quien esté en su lugar santo no debe elevar su alma a la vanidad. Debemos correr hasta el final al reino de los cielos, confiando completamente en la promesa de Dios.
Sal. 24:3-6『¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño. El recibirá bendición de Jehová, y justicia del Dios de salvación. Tal es la generación de los que le buscan, de los que buscan tu rostro, oh Dios de Jacob. Selah』
En Apocalipsis, solo los que han sido redimidos de la tierra y han probado ser dignos de recibir la herencia del reino de Dios, pueden estar de pie en el monte de Dios con el Cordero (Ap. 14:1). Ellos tienen manos limpias y un corazón puro, y no han elevado sus almas a la vanidad.
No debemos convertirnos en los necios que elevan sus almas a la vanidad, ni perder nuestra parte en la herencia celestial cuando venga el día indicado de Dios. Siempre debemos estar gozosos y dar gracias. Aunque ocasionalmente nos sintamos incómodos o heridos, tenemos que superarlo rápidamente, pensando que el reino de los cielos se está acercando.
Los que están llenos de gozo no se sienten disgustados o heridos aunque escuchen palabras desagradables. El apóstol Pablo pudo vencer todas las persecuciones, y Esteban pudo orar por los que lo perseguían incluso en el momento que estaba siendo apedreado hasta morir, porque tuvieron un gran gozo y esperanza en el cielo.
El que está lleno de quejas y no está gozoso y agradecido, nunca puede entrar en el reino de Dios. Solo la persona que siempre está gozosa y agradecida según la voluntad del Padre y la Madre, puede ir al reino de los cielos. Y la persona que puede entrar en el cielo es aquella que cree firmemente en la herencia prometida por Dios. Si alguno no está gozoso y agradecido sino que se lamenta y se queja aunque Dios ha prometido darle el reino de los cielos, es porque no cree en la promesa de Dios. El que cree, está lleno de gozo y puede dar gracias en todo.
Tenemos el gozo que otros no conocen, porque hemos encontrado el tesoro escondido en el campo. Por medio del nuevo pacto, nos hemos convertido en herederos para heredar el reino de Dios. Si esperamos un poco más, el reino del cielo será nuestro. Ya que Dios nos dijo que esperáramos el reino de los cielos salvando al mundo, mostremos el tesoro que hemos encontrado a todas las personas que aún no se han asegurado el reino de Dios, y guiémoslos para que puedan comprar el tesoro.
El reino celestial se acerca día a día. Siempre anhelemos en lo profundo de nuestros corazones el eterno reino de los cielos al que vamos a ir, y nunca reemplacemos las eternas cosas celestiales con las perecederas cosas terrenales. Familia de Sion, no permitan que se desvanezca el fuego de la esperanza en el cielo, sino hagan que continúe ardiendo, para que todos recibamos la corona de la vida y las bendiciones eternas en el cielo.