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Ninguna parte de los sermones en texto puede ser imprimida o difundida. Por favor, grabe en su corazón lo que ha entendido, para compartir la fragancia de Sion.

El reino de los cielos en una semilla de mostaza

En la Biblia, podemos encontrar el hecho de que Dios ha cumplido su grandiosa obra hasta con las cosas muy pequeñas, y que pone un importante significado en algo que a simple vista parece trivial.

Dios ha logrado la gran obra del evangelio en la Iglesia de Dios que era pequeña y débil, como lo profetizó: “El pequeño vendrá a ser mil, el menor, un pueblo fuerte” (Is. 60:22). Ahora vemos que el evangelio se predica en todo el mundo; muchos hermanos y hermanas, aunque tienen poca fuerza, van continuamente a Samaria y hasta lo último de la tierra y muestran la gloria de Dios a todas las personas del mundo de una manera grandiosa y sorprendente, creyendo en las profecías de la Biblia. Aunque el principio haya sido pequeño, el postrer estado será muy grande. Esta es una de las características de la predicación del evangelio.


La semilla que cayó en buena tierra

Jesús dijo que si tenemos una fe tan pequeña como un grano de mostaza, podemos decir a este monte: “Pásate de aquí allá”, y se pasará; y nada nos será imposible (Mt. 17:20). Asimismo explicó los principios del reino de los cielos usando la parábola de la semilla de mostaza.

Mt. 13:31-32 『Otra parábola les refirió, diciendo: El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo; el cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas.』

Aquí una semilla de mostaza se refiere a algo muy pequeño. Una semilla de mostaza es el más pequeño de todos los granos; este se ve muy pequeño e insignificante. Sin embargo, cuando su semilla se cultiva en la tierra, se convierte en un árbol, entonces las aves vienen y se posan en sus ramas.

Aunque nuestra fuerza sea tan pequeña como una semilla de mostaza, Dios cumple la gran obra del evangelio por medio de nosotros que tenemos una habilidad muy pequeña. Pensemos en Pedro cuando fue llamado por Jesús hace dos mil años; en ese tiempo, Pedro no era un hombre con mucha habilidad, sino un simple pescador. Otros discípulos como Santiago y Juan también eran pescadores; ellos empezaron a seguir a Jesús, a pesar de tener poca habilidad como Pedro. No obstante, Dios los hizo “pescadores de hombres” y los utilizó para cumplir la obra del evangelio en la iglesia primitiva de manera sorprendente.

En la fe, nada es imposible para nosotros, la familia de Sion. Todo es posible, pero el llevar mucho fruto depende del estado de nuestra mente y de si hemos cultivado bien o no el campo de nuestro corazón.

Mt. 13:18-23 『Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador: Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino. Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza. El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa. Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.』

El tamaño de la semilla no es el problema. Lo que importa es dónde cae la semilla. En otras palabras, el factor más importante es qué corazón tenemos cuando recibimos la palabra de Dios. Jesús nos ha prometido claramente que podemos producir a ciento, a sesenta, y a treinta por uno lo que fue sembrado, si nuestro corazón es un campo fértil.

Examinémonos para ver qué clase de tierra es nuestro corazón: el camino, los pedregales, los espinos o la buena tierra. Aunque carecemos de habilidades y de fe, nunca debemos cometer la insensatez de ser tardos en cumplir los mandamientos de Dios, siendo vencidos por el temor o la vergüenza. Cuando Dios nos dice que hagamos algo, existe una razón para que lo hagamos, a través de lo cual Dios quiere darnos bendiciones. Aunque ahora no comprendamos completamente la correcta voluntad de Dios, cuando deseemos cumplir la obra confiando en las palabras de Dios, nos hará llevar cien, mil o diez mil frutos más.


Siendo fieles en lo muy poco

Hace mucho tiempo, había un hombre rico que tenía tres nueras. Para celebrar su cumpleaños número cincuenta, el hombre rico ofreció una fiesta con toda su familia. Después de la fiesta, pidió a sus tres nueras que le dieran un regalo en su cumpleaños número sesenta, que sería dentro de diez años. No les pidió que lo hicieran gratuitamente, sino les dijo que él pagaría por adelantado los regalos que se comprarían ese día; y dio a cada una un puñado de arroz.

—Mi suegro está bromeando porque hoy día está feliz —pensó la nuera mayor, y tiró el arroz a los pollos.

—¿Cómo podré comprar un regalo de cumpleaños con un puñado de arroz? —dijo la segunda, y puso el arroz en una tinaja.

—Esto es algo tan pequeño, ¿pero por qué ha pedido esto? —pensó la tercera, contemplando el puñado de arroz que había recibido.

Y meditó en ello para saber la voluntad de su suegro.

Transcurrieron los años y el hombre rico llegó a su cumpleaños número sesenta. El hombre rico llamó a sus tres nueras y les preguntó:

—Hace diez años les pedí algo en mi cumpleaños. ¿Han comprado algún regalo para mí?

—¿Cuándo dijo eso? —preguntó sorprendida su nuera mayor al escucharlo.

—Yo pensé que era una broma y por eso lo puse en la tinaja de arroz —respondió la segunda.

Pero la tercera mostró un libro a su suegro. En la última página del libro, estaba escrito: 5 vacas, 10 cerdos, 20 cabras, 100 pollos. Cuando el hombre rico preguntó qué significaba todo eso, ella explicó detalladamente.

—Cuando me entregó el puñado de arroz, me quedé despierta toda la noche pensando: “¿Por qué mi suegro me dio esto para prepararle su regalo de cumpleaños de aquí a diez años? Un puñado de arroz no es costoso, entonces ¿cómo podré comprar su regalo de cumpleaños?” El siguiente día, fui a la casa de mi vecino y lo intercambié por un pollito. Lo crié con amor y el pollito creció y puso huevos. De los huevos salieron muchos pollitos y nuevamente los hice crecer con amor. Cuando tenía aproximadamente cien pollos, intercambié algunos por una pequeña cabra. La cabra creció bien y esta parió su cría, y cuando tuve veinte cabras, empecé a intercambiarlas por cerdos, y cuando tuve muchos cerdos, empecé a vender los cerdos para comprar una vaca. Todas las cosas que preparé desde la década pasada están escritas en este libro.

La casa entera no pudo evitar sorprenderse con sus palabras. Después de escucharla, el hombre rico dijo:

—Como todos ustedes han visto, a partir de ahora le encargaré a ella el cuidado de mi propiedad.

El hombre rico dejó toda su grandiosa fortuna a su nuera menor.

El hombre rico repartió en partes iguales un puñado de arroz a sus tres nueras, pero las respuestas de ellas fueron todas diferentes. El pensamiento de considerar algo pequeño como pequeño, y el pensamiento de considerar algo pequeño como valioso, produjeron resultados completamente diferentes.

Ser fiel en lo poco como la nuera menor del hombre rico es la obra del reino de los cielos que se realiza por medio de un grano de mostaza y la voluntad de Dios. Todo empieza desde lo más pequeño. La obra del evangelio de la iglesia primitiva no empezó en un palacio real sino en el aposento alto de Marcos que era pequeño. Jesús llamó a pescadores y publicanos, que eran pobres y humildes, como sus discípulos, e hizo milagros con las pequeñas semillas de mostaza.

Esto también se aplica a la obra del evangelio en los últimos días. Aunque somos débiles y pequeños desde el punto de vista mundano, Dios nos cambia para llevar cien veces o diez mil veces más fruto así como una pequeña semilla de mostaza crece y se convierte en un árbol para que las aves puedan posarse en sus ramas.


La vida de los llamados por Dios

Por medio de la parábola de Jesús, pensemos en cómo debe ser nuestra vida para expandir la gloria de Dios en todo el mundo.

Lc. 19:12-26 『Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver. Y llamando a diez siervos suyos, les dio diez minas, y les dijo: Negociad entre tanto que vengo. […] Aconteció que vuelto él, después de recibir el reino, mandó llamar ante él a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno. Vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas. Él le dijo: Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades. Vino otro, diciendo: Señor, tu mina ha producido cinco minas. Y también a éste dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades. Vino otro, diciendo: Señor, aquí está tu mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo […]. Entonces él le dijo: Mal siervo, por tu propia boca te juzgo. Sabías que yo era hombre severo, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré; ¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco, para que al volver yo, lo hubiera recibido con los intereses? Y dijo a los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dadla al que tiene las diez minas. Ellos le dijeron: Señor, tiene diez minas. Pues yo os digo que a todo el que tiene, se le dará; mas al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.』

No debemos olvidar que esta parábola no es una simple historia sino una profecía que nos sucederá en el futuro. Así como la nuera menor del hombre rico intercambió un puñado de arroz por un pollo,
crio al pollo con todo su corazón y lo intercambió por una cabra, crio bien a la cabra y la intercambió por un cerdo, incrementó el número de cerdos y compró vacas y le mostró el libro de contabilidad a su suegro, se acerca el momento de mostrar nuestros libros a Dios para saldar nuestra obra del evangelio.

Dios bendijo a los que fueron fieles en lo muy poco. Las personas tienden a ser fácilmente atraídas por el trabajo que tiene una buena justificación y un objetivo alto, pero son tardas para responder al trabajo que parece pequeño y trivial. Sin embargo, Dios no quiere que sus hijos se centren solo en los trabajos que contienen asuntos grandes, sino que valora a quienes practican sus palabras con todo su corazón y alma incluso en los asuntos más pequeños.

Los que no son fieles en lo poco y lo abandonan, finalmente pierden la bendición que ya han recibido. “¿Por qué Dios no me formó como una persona con talento, sino que me creó para ser malo en esto y pobre en aquello?” No nos quejemos de esta manera. Ya que Dios nos ha dado talentos a todos, valoremos el talento que hemos recibido aunque sea pequeño, y siempre demos gracias a Dios.

Ya que Dios nos dio la vida eterna a través de la Pascua del nuevo pacto, podemos hacerlo todo. Un pequeño grano de mostaza crece y se convierte en un árbol porque tiene vida en sí. Dios no solo dio vida a las semillas más grandes; Él dio vida también a las semillas pequeñas. No importa lo grande que sea una semilla, pues si no tiene vida no es nada y no puede crecer. Por otro lado, una semilla de mostaza que tiene vida es pequeña pero puede crecer como un árbol grande en cuyas ramas se posen las aves. Como hijos de Dios que hemos recibido la promesa de la vida eterna, tenemos que comprender esto y hacer todo lo que podamos para llevar frutos que complazcan a Dios, sin descuidar ni una pequeña cosa.


La obra de Dios se cumplió por una cosa pequeña

Si somos fieles en lo poco, podemos ser fieles en lo mucho; si descuidamos un asunto pequeño, también descuidaremos un asunto grande.

Lc. 16:10 『El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto.』

Aunque tengamos un pequeño número de talentos, si nuestro corazón es una tierra rica, podemos producir cien o mil veces más frutos hermosos. Aunque hayamos recibido muchos talentos, no podemos hacer nada si el campo de nuestro corazón no es bueno. No comparemos el talento que tenemos con el de los demás; debemos hacer nuestro mayor esfuerzo, comprendiendo la voluntad de Dios que ha puesto vida en nosotros.

Job 8:5-7 『Si tú de mañana buscares a Dios, y rogares al Todopoderoso; si fueres limpio y recto, ciertamente luego se despertará por ti, y hará próspera la morada de tu justicia. Y aunque tu principio haya sido pequeño, tu postrer estado será muy grande.』

Nuestra habilidad es débil pero el Dios de poder está con nosotros. Incluso ahora, Dios está cumpliendo la obra del reino del cielo a través de una semilla de mostaza.

En esta época en que el reino de los cielos está justo delante de nuestros ojos, Dios nos ha confiado la misión de predicar la gloria de la Madre Nueva Jerusalén al mundo entero. Aunque seamos imperfectos en la enseñanza de la palabra de Dios, no hay necesidad de preocuparnos. Si nos esforzamos diligentemente, Dios nos ayuda.

Detrás de la historia de la nuera menor del hombre rico que compró una vaca con un puñado de arroz, está su esfuerzo y devoción. Sin esfuerzo, nada se consigue. La obra del Espíritu se llevará a cabo a través de los que conmueven a Dios con su devoción y fe de practicar la palabra de Dios. Grabando la palabra de que el reino de los cielos es como una semilla de mostaza, proclamemos el evangelio del nuevo pacto cruzando los cinco océanos y los seis continentes del mundo.