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Ninguna parte de los sermones en texto puede ser imprimida o difundida. Por favor, grabe en su corazón lo que ha entendido, para compartir la fragancia de Sion.

El camino fácil y el camino recto

Siempre hay un camino fácil y un camino recto en la vida de todos. Durante la época en que Corea era colonia japonesa, algunos eligieron llevar una vida fácil y cómoda, pero otros tomaron un camino recto y dedicaron toda su vida a luchar por la independencia de la nación. Conforme a sus elecciones, llevaron vidas completamente diferentes y terminaron con resultados totalmente distintos: los primeros fueron estigmatizados como traidores, y los últimos ganaron la reputación de ser activistas de la independencia, legando su nombre a la posteridad para siempre.

También hay un camino fácil y un camino recto en nuestra vida de la fe. Hasta ahora, hemos elegido el camino recto de la vida que Dios nos ha establecido. Aunque mucha gente piensa que es natural guardar el domingo y que tienen una fe correcta, nosotros guardamos el Día de Reposo, un camino recto, de acuerdo con la palabra de Dios. El 25 de diciembre de cada año, el mundo entero está atrapado en un ambiente festivo, pero hemos estado grabando en nuestro corazón la Pascua del nuevo pacto establecida por la sangre de Dios, anunciando a las personas que están equivocadas y enseñándoles el camino recto.

Todos pueden elegir el camino fácil, pero el camino recto no es algo que cualquiera pueda elegir. Necesitamos pensar en cuál es el camino que hemos recorrido y debemos seguir, de modo que siempre podamos elegir el camino recto y llevar una vida recta de acuerdo con la voluntad del Padre y la Madre celestiales.


Para entrar en el reino de Dios

En nuestra vida, con frecuencia nos encontramos en una encrucijada entre el camino fácil y el camino recto. Elegir el camino recto requiere angustias y sufrimientos. Como vemos a otras personas elegir el camino fácil en la vida, somos propensos a pensar erróneamente: “¿Por qué no puedo llevar una vida tan fácil como ellos?”

Satanás siempre nos tienta a tomar el camino fácil. Sin embargo, Dios siempre nos guía al camino recto, porque el reino de los cielos nos espera al final de ese camino.

Hch. 14:21-22 “Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios.”

Los santos de Dios, que verdaderamente creen en Él, han de sufrir aflicciones. Este mundo está bajo el control de Satanás el diablo, que impide que el pueblo de Dios entre en el reino de los cielos. Cuando alumbramos la luz, las fuerzas de las tinieblas aborrecen la luz y la rechazan por temor a que sus malas obras sean reprendidas (Jn. 3:19-21). Por lo tanto, debemos atravesar muchas dificultades para entrar en el reino de Dios.

Evitar el camino duro y difícil y tomar el camino fácil es precisamente lo que Satanás quiere. Lo que nos espera al final de ese camino es el juicio y la destrucción. Podríamos sentirnos un poco cansados y angustiados al recorrer el camino recto. Sin embargo, el eterno reino del cielo nos espera al final de ese camino. Por lo tanto, debemos seguir con paciencia el camino recto hasta el final.

Muchas personas no hallan el camino recto. Se debe a que es imposible recorrer ese camino sin una firme determinación de entrar en el reino celestial. Solo pocos pueden seguir este camino. Por esta razón, la Biblia lo describe como el camino angosto y la puerta estrecha (Mt. 7:13-14).


Jesús eligió el camino recto

Siempre hay tentaciones en la encrucijada entre el camino fácil y el camino recto. Jesús nos dio ejemplo de elegir el camino recto entre estos dos caminos.

Mt. 4:1-4 “Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. El respondió y dijo: Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”

Cuando Jesús estaba extremadamente hambriento y angustiado, Satanás lo tentó en su punto más débil, diciendo: “Di que estas piedras se conviertan en pan”. La razón por la que Satanás tentó a Jesús de esta manera, era porque sabía muy bien que Jesús podía alimentar a cinco mil personas con cinco panes de cebada y dos peces con una sola oración.

Jesús escogió el camino recto sin ninguna duda en la encrucijada entre el camino fácil y el correcto. ¿Qué pasó con Esaú? Cuando él tuvo hambre, solo pensó en comer y eligió la comida para satisfacer su hambre, sin preocuparse de su primogenitura. Sin embargo, aunque Jesús estaba en una condición desesperadamente crítica después de haber ayunado cuarenta días, venció la tentación, diciendo: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Esto nos enseña que debemos vivir de la palabra de Dios, aunque estemos en el hambre extrema y la angustia.

Mt. 4:5-10 “Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra. Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios. Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás.”

Satanás tentó a Jesús a echarse abajo desde el pináculo del templo, diciendo que si era Dios, no resultaría herido. Ante la tentación de Satanás de llevarlo a la vida fácil, Jesús dijo: “No tentarás al Señor tu Dios”. Con esto, nos enseñó que Dios es el objeto de nuestra fe y que no debemos probarlo. ¿Qué habría pasado si Jesús hubiera escogido el camino fácil para evitar la crucifixión, destruyendo a todos sus enemigos: los soldados, los principales sacerdotes, los fariseos y los escribas? Si Él hubiera tomado el camino fácil, nosotros no habríamos sido salvos, ¿no es así? Incluso Dios Todopoderoso, que puede hacerlo todo, eligió el camino de sacrificio, el camino recto, para salvar a sus hijos.

Por último, Satanás sugirió que si Jesús lo adoraba, le daría todos los reinos del mundo y la gloria de ellos. Entonces Jesús venció su tentación con una enseñanza de la Biblia: “Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás”. La respuesta de Jesús a cada una de las tentaciones del diablo fue que nunca abandonaría el camino recto para tomar el camino fácil, aunque fuera difícil. Esta es una lección práctica que Jesús enseñó a la humanidad al venir a esta tierra en cuerpo.


Jesús escogió una vida de predicar y nos pidió que llevemos esa vida

Satanás siempre nos sugiere un camino fácil. Él nos tienta susurrando a nuestro oído: “Si haces esto, tu vida será mucho más fácil de lo que es ahora”, “Una vez que hagas esto, podrás elevar tu posición”. Sin embargo, desde el comienzo de su ministerio Cristo nos enseñó a seguir siempre el camino recto con fe, incluso en medio de sufrimientos y adversidades.

Si solo queremos tomar el camino fácil, no podremos evitar caer en las tentaciones de Satanás. Sin embargo, si elegimos el camino recto, podremos vencer cualquier obstáculo de Satanás. Pensemos en cómo llevar una vida recta, y examinemos la vida de Cristo que escogió el camino recto, para que sigamos completamente su ejemplo.

Mt. 4:17 “Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.”

Lo primero que Jesús hizo después de superar las tentaciones de Satanás, fue hacer que la gente del mundo conociera el camino al reino de los cielos, es decir, predicar el evangelio. Recorriendo el camino del evangelio antes que nosotros, nos mostró que la predicación es la obra correcta que debemos hacer por encima de todo. La última petición de Cristo fue predicar el evangelio a todo el mundo.

Mt. 28:18-20 “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”

Jesús se dedicó a predicar el evangelio, diciendo: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”, durante su ministerio público de tres años y medio; y después de la resurrección, pidió a sus discípulos que hicieran esta obra correcta. Luego ascendió al cielo.

Predicar el evangelio no es una tarea fácil. Esta obra requiere atravesar muchas dificultades. Es muy difícil guiar a arrepentirse a la gente, cuyo corazón está lleno solo de los deseos mundanos, para que vuelvan a Dios. Es por ello que el apóstol Pablo comparó la labor de predicar con los dolores de parto (ref. 1 Co. 4:15, Gá. 4:19). Sin embargo, esta es la razón por la que existimos en este mundo y la manera de vivir rectamente en la tierra. Por eso, Dios nos enseñó a cuidar de toda la gente que nos rodea, no pensando solo en nosotros mismos. Salvarlos a todos y regresar juntos al cielo, nuestro eterno hogar, es un mandato de nuestro santo Padre y nuestra santa Madre del cielo.

A través de la Biblia, Dios nos ha mostrado claramente un indicador para nuestra vida, para que sigamos la vida de Cristo. Si seguimos el camino que el Padre y la Madre han recorrido, con una fe decidida a recorrer el camino recto, en lugar del camino fácil, podremos salvar muchas almas.


El camino fácil y el camino recto que Jonás eligió

Siempre debemos elegir el camino recto, sin importar qué clase de dificultades atravesemos al predicar el evangelio. Lo que el profeta Jonás hizo, nos muestra los resultados de elegir el camino fácil y el camino recto.

Jon. 1:1-3 “Vino palabra de Jehová a Jonás hijo de Amitai, diciendo: Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí. Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella […]”

Dios le dijo a Jonás que fuera a Nínive y anunciara su palabra a la gente de allí. Nínive era capital de Asiria, nación enemiga que afligía a Israel. El pueblo de Nínive no creía en Dios y adoraba ídolos. Por eso Jonás se negó a ir allá y trató de huir a Tarsis, dejando su misión de profeta. A fin de evitar la situación difícil, eligió el camino fácil en vez de seguir el camino recto, es decir, el camino de obedecer la orden de Dios. Aunque Jonás intentó huir abordando una embarcación en secreto, no podía escapar de Dios.

Jon. 1:4-7 “Pero Jehová hizo levantar un gran viento en el mar, y hubo en el mar una tempestad tan grande que se pensó que se partiría la nave. […] Y dijeron cada uno a su compañero: Venid y echemos suertes, para que sepamos por causa de quién nos ha venido este mal. Y echaron suertes, y la suerte cayó sobre Jonás.”

Luego Jonás fue arrojado al mar y tragado por un gran pez que Dios había preparado. Dentro del pez, él ofreció a Dios una oración de arrepentimiento y renovó su determinación de vivir según la voluntad de Dios, aunque fuera difícil. Como volvió su vida a la dirección correcta, Dios hizo que el pez vomitara a Jonás en una tierra seca y le ordenó de nuevo ir a Nínive.

Jon. 3:1-10 “Vino palabra de Jehová por segunda vez a Jonás, diciendo: Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y proclama en ella el mensaje que yo te diré. Y se levantó Jonás, y fue a Nínive conforme a la palabra de Jehová. […] Y comenzó Jonás a entrar por la ciudad, camino de un día, y predicaba diciendo: De aquí a cuarenta días Nínive será destruida. Y los hombres de Nínive creyeron a Dios, y proclamaron ayuno, […] hizo proclamar y anunciar en Nínive, por mandato del rey y de sus grandes, diciendo: Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna; no se les dé alimento, ni beban agua; sino cúbranse de cilicio hombres y animales, y clamen a Dios fuertemente; y conviértase cada uno de su mal camino, de la rapiña que hay en sus manos. ¿Quién sabe si se volverá y se arrepentirá Dios, y se apartará del ardor de su ira, y no pereceremos? Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo.”

Cuando Dios dijo otra vez a Jonás que fuera a Nínive después de su arrepentimiento, él eligió el camino recto sin dudar. Cuando fue allá y predicó la palabra de Dios a los ninivitas, sucedió algo inimaginable. Todo el pueblo de Nínive, incluyendo el rey, creyó en Dios y se arrepintió de sus pecados con ayuno. Como resultado, más de ciento veinte mil personas fueron salvas de un desastre inminente (Jon. 4:10-11).

La Biblia dice que las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron (Ro. 15:4). ¿Qué nos enseña el libro de Jonás? Al principio, Jonás escogió el camino fácil y fue castigado por Dios. Luego se arrepintió mientras estaba dentro del pez, y predicó la palabra de Dios con valor. Esto produjo algo increíble: ciento veinte mil personas se arrepintieron de inmediato. En el Nuevo Testamento, podemos ver que Pedro guio a tres mil y cinco mil personas al arrepentimiento en un día, pero en el Antiguo Testamento, difícilmente podemos encontrar un escrito que muestre un arrepentimiento de tan grande escala cumplido por los gentiles que no conocían a Dios. Todo esto fue el resultado de elegir el camino recto con una firme resolución: “Si perezco, que perezca”.


La elección de los aprobados por Dios y su resultado

La mayoría de las personas desean tomar el camino fácil. Sin embargo, nosotros debemos elegir el camino recto en lugar del camino fácil. Si tomamos el camino recto según la voluntad del Padre y la Madre, aunque enfrentemos impedimentos, el poder de Satanás se debilitará.

El Padre y la Madre celestiales nos han enseñado a sus hijos a llevar una vida recta incluso en aflicciones, en vez de tomar el camino fácil de la vida, y Ellos mismos nos han mostrado el ejemplo. Puesto que hemos seguido el ejemplo del Padre y la Madre, la Iglesia de Dios ha crecido notablemente.

Ahora todos nuestros hermanos y hermanas del mundo entero están predicando el evangelio con la firme resolución de salvar a los siete mil millones de personas del mundo. La razón por la que predicamos el evangelio es que esta es la obra correcta. Si los dejamos solos, todos ellos irán al infierno. Por lo tanto, nos preocupamos por su alma, pensando: “¿Qué debo hacer para guiarlos al arrepentimiento, para que puedan ir al reino de los cielos?” Con esta ansiedad en nuestro corazón, predicamos el evangelio, ¿no es así? ¿Qué sucederá si solo queremos llevar una vida fácil? Cuando Jonás tomó el camino fácil, no pensaba en los demás, sino que solo se preocupaba por su propia seguridad. Sin embargo, cuando escogió el camino recto, estuvo dispuesto incluso a morir predicando la palabra de Dios. Entonces, Dios hizo que todo el pueblo de Nínive se arrepintiera. De esta manera, si elegimos el camino recto, sin falta Dios nos dará el poder y la gracia que derramó sobre Jonás, de modo que toda la humanidad pueda salvarse.

1 Ts. 2:3-4 “[…] según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones.”

Predicar es la obra correcta que solo los aprobados por Dios pueden llevar a cabo. La Biblia dice que los que enseñan la justicia a la multitud, resplandecerán como las estrellas del firmamento a perpetua eternidad. Esto se debe a que Dios sabe que no es fácil llevar fruto mientras cargamos nuestra propia cruz y participamos gustosamente en los sufrimientos de Cristo.

En la parábola de los talentos, el que había recibido cinco talentos fue y trabajó diligentemente, y ganó otros cinco talentos. Sin embargo, el que había recibido un talento no hizo nada, sino que solo cavó en la tierra y escondió su talento (Mt. 25:14-30). No hacer nada es fácil. Sin embargo, si escondemos nuestros talentos y solo guardamos silencio, no podrá ocurrir ningún cambio alrededor de nosotros. Por el contrario, si superamos las dificultades y predicamos fervientemente el evangelio, produciremos abundantes frutos.

Espero que todos los hermanos y hermanas de Sion continúen recorriendo el camino recto en obediencia a la palabra de Dios, sin importar qué adversidades enfrenten. Hay muchas dificultades que nos esperan en el camino recto, pero el fruto que llevamos en ese camino es muy precioso. Reflexionemos y veamos qué clase de vida estamos llevando ahora. “¿Estoy llevando una vida fácil como el que recibió un talento? ¿O estoy recorriendo el camino recto para ganar más de diez talentos?” Me gustaría pedirles que sigan el camino recto que el Padre y la Madre han recorrido antes que nosotros, y que guíen a toda la gente del mundo al cielo, de modo que estén siempre llenos de las bendiciones del Espíritu Santo y entren en el reino de los cielos sin falta.