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Ninguna parte de los sermones en texto puede ser imprimida o difundida. Por favor, grabe en su corazón lo que ha entendido, para compartir la fragancia de Sion.

La predicación a siete mil millones de personas y la salvación


Dios ha venido para salvar a los que se perdieron del cielo; Él no quiere que nadie perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento y la salvación. Por eso, Dios ha dicho a sus amados hijos que prediquen las buenas nuevas al mundo entero, para que todas las personas tengan una oportunidad de salvación.

A principios de 2016, nuestros hermanos y hermanas de Sion de todo el mundo hicieron una resolución de predicar la palabra de Dios a siete mil millones de personas en obediencia a la santa voluntad de Dios, y han estado trabajando duro juntos con un solo corazón. Por supuesto, no es fácil predicar el evangelio a todas las personas. En ese proceso, podemos encontrar diversos obstáculos y numerosos problemas complicados. Sin embargo, la solución es simple.


El método para desatar el nudo gordiano

Probablemente han escuchado la historia del nudo gordiano. En Gordio, capital de Frigia, estaba el carro de Gordio, el cual estaba atado a un poste con un nudo extremadamente complicado. De acuerdo con una antigua profecía, aquel que desatara este nudo conquistaría Asia. Así que muchas personas trataron de desatar el nudo, pero todos fracasaron.

Alejandro Magno escuchó esta historia mientras atravesaba la región, y fue a ver el carro. Cuando llegó allí, vio que el nudo estaba atado de una manera tan complicada e intrincada que nadie podía desatarlo. Entonces Alejandro desenvainó su espada y desbarató el nudo; él cortó el nudo por la mitad con un solo golpe de su espada. Fiel a la profecía, más tarde se convirtió en el gobernante de Asia.

Este legendario nudo gordiano se utiliza a menudo como metáfora para un problema intrincado y sin solución. Al predicar el evangelio, cada iglesia o individuo podría también encontrar muchos problemas intrincados y complicados. Sin embargo, podemos resolverlos en seguida si tenemos el mismo ingenio que Alejandro Magno. Cuando nos encontramos con un nudo que no se puede desatar simplemente tirando de él al azar, la única manera de desatarlo es cortándolo. Todas las hebras del nudo al final serán desenredadas por los hijos de Dios, los protagonistas de la profecía.

2 Co. 7:9-11 “Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte. Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte. […]”

La tristeza del mundo produce muerte, pero la tristeza que es según Dios, produce un resultado sorprendente: la salvación. Desenvainemos la espada del Espíritu Santo y venzamos de un solo golpe todas nuestras preocupaciones y tristezas mundanas. Hacer la voluntad de Dios nos lleva a la salvación.

Si ponemos toda nuestra confianza en Dios, también podremos desenvainar la espada para cortar el nudo. Por el contrario, si solo nos aferramos a extraer cada una de las hebras del nudo, nunca podremos desatarlo; este solo se hará más ajustado y crearemos otro nudo.


El método para destruir Jericó

Cuando los doce espías regresaron de reconocer la tierra de Canaán, diez de ellos fueron atados en pensamientos complicados. A pesar de tener el objetivo de conquistar Jericó, no tenían idea de cómo ganar sin importar cuánto pensaran en ello. Jericó tenía murallas altas y fuertes, y la gente que vivía allí era de gran estatura y tenían muchas armas. Teniendo en cuenta todas estas cosas, los diez espías sintieron que no podían tomar la tierra. Mientras más trataban de desatar el nudo con sus propios pensamientos, más ajustado se volvía; esto produjo otro nudo que nunca sería desatado.

Los que solo seguían preocupándose, fueron atrapados en pensamientos negativos y murmuraron de todo. Sin embargo, Josué y Caleb eran diferentes. Ellos dijeron: “Los comeremos como pan. Dios está con nosotros”.

Como resultado, los israelitas tuvieron que pasar cuarenta años en el desierto, hasta que todos los murmuradores —excepto Josué y Caleb— perecieron. Luego, al final, llegaron frente a la ciudad de Jericó, la primera puerta a Canaán. Se encontraron con la misma situación de nuevo, y se dijeron a sí mismos: “¿Cómo podremos conquistar la ciudad fortificada?”, “¿Cómo podremos derrotar a todos los fuertes enemigos?”. Entonces Josué, su líder, los animó a tener fe de nuevo, diciendo: “No se preocupen. ¡Dios está con nosotros! Si obedecemos la palabra de Dios, Él ciertamente nos permitirá vencer a Jericó”.

Josué no se preocupaba por cómo conquistar Jericó, ni planeó su propia estrategia o tácticas de batalla. Todo lo que hizo fue confiar únicamente en Dios y llevar a cabo su palabra. Como Dios dijo: “Marchen alrededor de la ciudad siete veces”, Josué y el pueblo marcharon alrededor de ella siete veces, y como Dios dijo: “¡Griten!”, ellos gritaron juntos. Si Josué hubiera intentado resolver el problema con sus propias estrategias, la ciudad de Jericó habría seguido siendo una fortaleza inexpugnable. Sin embargo, como hizo lo que Dios le había dicho, el nudo se desató muy fácilmente.

La Madre celestial ha dicho que somos “los que tienen la misión de Josué”. Con el fin de predicar el evangelio a siete mil millones de personas, necesitamos la misma fe que tuvo Josué.

1 Ti. 2:3-4 “Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.”

Todos los hombres incluyen a los siete mil millones de personas que viven en la aldea global. Dado que Dios quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad, debemos hacerles saber la verdad. Es por eso que todos nosotros nos hemos levantado juntos y ahora estamos llevando a cabo el movimiento de predicar las buenas nuevas de Dios a los siete mil millones de personas en cada continente, país y región, de modo que la puerta de la salvación se abra para todos ellos.

Esto se hará sin falta porque Dios ha dicho que Él lo cumplirá, ¿verdad? Todo lo que tenemos que hacer es predicar a cualquiera que encontremos. Dios ya nos ha mostrado a sus hijos cómo lidiar con el nudo; Él nos ha dicho que cortemos el nudo de un solo golpe, en vez de intentar desatarlo.


Pongan en práctica la palabra de Dios sin ser atrapados por la preocupación y el miedo

Dios ha venido a esta tierra para buscar y salvar lo que se había perdido. La razón por la que estamos llevando a cabo el movimiento de la predicación del evangelio a siete mil millones de personas es también para salvar al mundo, no solo para hacerles saber la verdad. Para esto, debemos cortar todos los nudos de preocupación y miedo que nos enredan, sin ninguna vacilación, y obedecer lo que Dios dice.

Lc. 19:10-26 “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. […] Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver. Y llamando a diez siervos suyos, les dio diez minas, y les dijo: Negociad entre tanto que vengo. […] Aconteció que vuelto él, después de recibir el reino, mandó llamar ante él a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno. Vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas. Él le dijo: Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades. Vino otro, diciendo: Señor, tu mina ha producido cinco minas. Y también a éste dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades. Vino otro, diciendo: Señor, aquí está tu mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo; porque tuve miedo de ti, por cuanto eres hombre severo, que tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste. Entonces él le dijo: Mal siervo, […] Y dijo a los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dadla al que tiene las diez minas. Ellos le dijeron: Señor, tiene diez minas. Pues yo os digo que a todo el que tiene, se le dará; mas al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.”

Los siervos que ganaron diez y cinco minas más respectivamente, fueron los que sabían cómo desatar el nudo fácilmente. Fueron en seguida, negociaron de acuerdo con su mandato y produjeron más minas. En la parábola, negociar significa predicar el evangelio. Por lo tanto, ganar más minas significa guiar muchas almas a la salvación predicando el evangelio.

Un siervo no invirtió el dinero de su señor en absoluto y terminó atado en los nudos del miedo y la preocupación, mientras que los otros dos siervos obedecieron las palabras de su señor y trabajaron duro con el dinero de su señor. “¿Qué debo hacer? ¿Cómo debo hacerlo?” Estando atado en sus propios pensamientos, no hizo nada y solo siguió preocupándose hasta el día en que su señor regresó. Finalmente, fue etiquetado como un siervo malo y fue, incluso, privado de su mina.

En lugar de simplemente preocuparnos como el siervo que escondió la mina, prediquemos el evangelio con entusiasmo de inmediato según el mandamiento de Dios, como los siervos que pusieron en práctica las palabras de su señor inmediatamente. Una vez que comiencen, será más fácil. Si ponen en práctica las palabras de Dios, Él ciertamente les retribuirá con una gran bendición.


La solución está en la meta de la salvación

Había una vez unos niños que jugaban juntos y uno de ellos cayó a un gran cántaro lleno de agua. Entre ellos, un niño corrió hacia los adultos de su aldea en busca de ayuda, y otro solo siguió pateando sin saber qué hacer. Luego, otro niño avanzó cierta distancia y recogió un pedazo de una piedra pesada. Entonces corrió de regreso y rompió el cántaro con ella.

Los otros niños también querían salvar al niño, pero ignoraron un hecho simple: el niño podía vivir si sacaban el agua del cántaro. La única manera de salvar al niño era romper el cántaro con una piedra. Si el cántaro no hubiera sido roto, el niño que se estaba ahogando habría muerto antes de que llegaran los adultos. El niño que solo seguía golpeando con los pies no le dio ninguna ayuda. Solo el que pensó en salvar al niño que se ahogaba por cualquier medio posible, rompió el cántaro y lo rescató.

Es igual para nosotros. Si solo pensamos en salvar a la gente, podemos tener sabiduría como la del que tomó un pedazo de piedra pesada para rescatar al niño de ahogarse en el cántaro. La predicación a los siete mil millones de personas es el movimiento de salvar a toda la humanidad. Es importante poner en acción el movimiento, en lugar de solo preocuparnos por él y discutir cómo llevarlo a cabo. Si solo nos concentramos en salvarlos predicando el evangelio diligentemente, Dios nos abrirá todas las puertas. Cuando prediquemos el evangelio fervientemente, servirá como la espada de Alejandro que fue utilizada para cortar el complicado nudo, y como la piedra que fue usada para romper el cántaro para salvar al niño.

Mt. 28:18-20 “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”

Cuando los israelitas conquistaron la ciudad de Jericó, Dios les había dicho todo de antemano; Él les había mandado rodear toda la ciudad una vez cada día y siete veces al séptimo día, y gritar, e incluso les había manifestado lo que pasaría, diciendo que los muros de Jericó se derrumbarían cuando gritaran. Igualmente, Dios nos ha mostrado claramente que la obra de la salvación se llevará a cabo en todo el mundo cuando bauticemos a las personas en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, enseñándoles que guarden todas las cosas que Él nos ha mandado.


Su voz ha salido hasta los fines de la tierra

Dios ya ha preparado un resultado lleno de gracia para todo lo que planea y administra. Si nos basamos en el método de Dios y seguimos su voluntad, todo se cumplirá.

Ro. 10:11-18 “[…] porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas! Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. Pero digo: ¿No han oído? Antes bien, por toda la tierra ha salido la voz de ellos, y hasta los fines de la tierra sus palabras.”

Si predicamos las buenas nuevas, llegarán hasta los confines de la tierra sin falta. Así como los muros de Jericó se derrumbaron cuando los israelitas gritaron juntos, la Babilonia espiritual caerá cuando gritemos juntos. “Ellos tienen mayor número de miembros y ejercen sus derechos consolidados; parecen más fuertes que nosotros. De este modo, difícilmente podemos derrotarlos.” Este es el mismo pensamiento que tenían los diez espías. Dios ha dicho que este evangelio será predicado en todo el mundo.

Sal. 19:1-4 “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras. […]”

Dado que la Biblia ha profetizado esto, debemos creerlo, ¿no es así? Todo lo que tenemos que hacer como protagonistas de la profecía es poner en práctica lo que Dios ha dicho: “Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado”.

Cuando los israelitas conquistaron Jericó, Dios les había enseñado cómo conquistarla. Ellos obedecieron a Dios y el resultado fue de acuerdo con la palabra de Dios. Lo mismo ocurrirá con la gran Babilonia. Caerá cuando hagamos lo que Dios nos ha dicho. Satanás está tratando desesperadamente de crear todo tipo de obstáculos para impedir que la gente escuche las buenas nuevas. Sin embargo, Dios destruirá todos los impedimentos de Satanás, así como rompió los muros de Jericó para que se derrumbaran, sin importar lo altos que fueran.

Día a día, el evangelio se predica a más y más personas. No importa lo mucho que Satanás trate de detenernos, Dios siempre abre una puerta para nosotros. Por lo tanto, debemos anunciar fervientemente a la gente las buenas nuevas de que el Padre y la Madre celestiales han venido a esta tierra, y también enseñarles que deben ser bautizados en el nombre nuevo de Jesús —en el nombre de Cristo Ahnsahnghong, que es el Salvador de esta época del Espíritu Santo— y hacer su voluntad.

Los que no creen en las palabras de Dios sino que solamente se centran en el tamaño de Jericó, se desaniman; no logran desatar el nudo, y solo terminan con otro nudo. Solo el pueblo que corte el nudo inmediatamente con fe, sin crear otro nudo, serán los protagonistas de la profecía para llevar a cabo la evangelización mundial conquistando Asia, África y todos los demás continentes del mundo a través del evangelio.

Dondequiera que estemos, debemos predicar el evangelio diligentemente en obediencia a la voluntad de Dios. Este es un acto de cortar el nudo inmediatamente. Creo que si siempre nos esforzamos en predicar el evangelio a todas las personas que encontramos en nuestra vida diaria, por donde vayamos —estudiantes en su escuela, soldados en las fuerzas armadas y empleados en su trabajo—, Dios ciertamente nos retribuirá con la gracia de la salvación y también con hermosos frutos. Él quiere que todos sean salvos y lleguen al pleno conocimiento de la verdad. Por lo tanto, les pido seriamente a todos ustedes, pueblo de Sion de todo el mundo, que se pongan toda la armadura del Espíritu Santo y completen la obra de la salvación para toda la humanidad mediante la predicación del evangelio a siete mil millones de personas, que es lo que el Padre y la Madre celestiales desean.