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Ninguna parte de los sermones en texto puede ser imprimida o difundida. Por favor, grabe en su corazón lo que ha entendido, para compartir la fragancia de Sion.

Búscame

Dios dijo a la humanidad “búscame”. Para buscar a Dios, debemos conocerlo. A través de todas las pistas de la Biblia, necesitamos descubrir dónde habita Dios y qué verdad trae cuando viene a esta tierra. Solo entonces podremos encontrar a Dios y recibirlo correctamente.

Dios mismo vino a esta tierra, pero muchas iglesias en el mundo aún no conocen a Dios ni lo buscan. Si la Biblia dice que Dios habita en Sion, debemos averiguar qué lugar es Sion, y si la Biblia menciona que es Dios el que proclama la verdad del nuevo pacto en Sion, debemos encontrar a Aquel que establece el nuevo pacto (Is. 33:20-22, Mi. 4:1-2). Si la Biblia indica que el Cordero aparece con su Esposa, debemos encontrar la verdadera iglesia que predica no solo a Dios Padre, el Cordero, sino también a Dios Madre, la Esposa (Ap. 19:7-9, 21:9-10). Busquemos a Dios examinando las palabras de la Biblia una por una.


Busquen a Dios


Is. 55:6-9 “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.”

La Biblia nos insta a buscar a Dios y acercarnos a Él, diciendo que los pensamientos de Dios son completamente diferentes de los pensamientos humanos. Por lo tanto, debemos buscar a Dios siguiendo sus pensamientos. El método de Dios de dar la gracia de la salvación también es completamente diferente de lo que la gente piensa. La historia de Gedeón, que derrotó a 135 000 soldados enemigos con 300 hombres, muestra este hecho.

El ejército madianita de 135 000 hombres superaba abrumadoramente al ejército israelita liderado por Gedeón, de 32 000. Sin embargo, Dios redujo el ejército de Gedeón a 10 000, diciéndole que devolviera a los que temían y se estremecían. Luego Dios dijo que aún eran muchos los hombres y redujo su número, eligiendo solo a 300 hombres. En obediencia al mandato de Dios, Gedeón y sus 300 guerreros fueron al campamento de Madián por la noche, cada uno con una trompeta y una tea escondida en un cántaro. Cuando llegaron al campamento enemigo, tocaron las trompetas al unísono y alzaron las teas después de quebrar los cántaros, con un grito de batalla: “¡Por la espada de Jehová y de Gedeón!”. Los soldados madianitas despertaron de su sueño y quedaron tan sorprendidos que comenzaron a atacarse unos a otros, confundiendo a sus compañeros con el enemigo. Esto era humanamente imposible, pero como resultado de seguir los pensamientos de Dios, el ejército de Gedeón de 300 hombres derrotó al gran ejército de Madián y obtuvo una gran victoria sin una sola baja (Jue. 7).

La historia del Éxodo también muestra la diferencia entre los pensamientos de Dios y los del hombre. Cuando los israelitas llegaron al desierto después de su liberación de Egipto, se enfrentaron con un dilema en el que el Mar Rojo bloqueaba su camino frente a ellos y el ejército egipcio los perseguía por detrás. No sabían qué hacer y empezaron a expresar sus quejas. En ese momento, Moisés clamó a Dios, y Dios le dijo: “Alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar”. Cuando Moisés extendió su vara sobre el Mar Rojo, las aguas del mar se dividieron en dos, y se abrió un camino. Dios llevó a cabo la gran obra que la gente ni siquiera podía imaginar, por lo que pudieron cruzar el mar como en tierra seca (Éx. 14).

Cuando todos los lados: delante, detrás, derecha e izquierda, están bloqueados, la única salida es arriba: el cielo. Incluso cuando sientan que están atrapados en una situación rodeada de muros por todos lados, Dios tiene una respuesta para ustedes. Considerando el pasado como un espejo, debemos tener fe para confiar siempre en Dios y seguir fielmente la Biblia, donde están escritos los pensamientos de Dios.


Prosigan en conocer a Dios


Para buscar a Dios, debemos seguir sus pensamientos y proseguir en conocer cómo es Dios. Si no entendemos a Dios correctamente, no podemos esperar la vida eterna y la salvación.

Os. 6:3-6 “Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra. […] Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos.”

Dios desea que todas las personas se salven y anhela que lo conozcamos a Él, el Salvador, por encima de todo. Conocer a Dios no es tan fácil como parece. Es por eso que Dios permitió a la humanidad un libro llamado Biblia para que pudieran conocerlo y comprenderlo.

Jn. 5:39-40 “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida.”

Podemos conocer los pensamientos de Dios si leemos la Biblia. Es porque Dios puso en la Biblia sus pensamientos y su plan de salvación para la humanidad. Por esa razón, Dios nos mandó que no añadamos a las palabras de la profecía de este libro ni quitemos de ellas. En cuanto a aquellos que no creen en las profecías de la Biblia y añaden sus propios pensamientos, es difícil para ellos recibir a Dios. Debemos desechar nuestros propios pensamientos, y creer y seguir las palabras de la Biblia que contienen los pensamientos de Dios. Solo entonces podremos tener los pensamientos de Dios y encontrarlo correctamente.


Jesús apareció de manera diferente a las expectativas de los pensamientos humanos


Dios dijo: “Vendré a esta tierra en la carne y moraré con ustedes. Así que búsquenme”. La Biblia profetizó la encarnación de Dios de la siguiente manera:

Is. 9:6 “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.”

La Biblia dice que el Dios Fuerte, Padre Eterno, nace como un niño. Esta profecía muestra que Dios vendrá en carne. Según esta profecía, aproximadamente 700 años después, Dios nació en esta tierra con el nombre de Jesús. Los apóstoles, que creyeron en la profecía, aceptaron a Jesús como Dios y lo siguieron.

Fil. 2:5-6 “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, […]”

Los apóstoles reconocieron a Jesús como Dios, pero desafortunadamente la mayoría de los judíos que creían en Dios no recibieron a Jesús, que vino como hombre, y lo rechazaron. La Biblia registra los pensamientos de Dios. Entonces, si hubieran escudriñado las palabras de la Biblia, habrían podido encontrarse con Dios, que vino a salvarlos. Sin embargo, miraron a Dios con sus propios pensamientos y juicios, por lo que no pudieron ver la verdadera identidad de Dios.

No reconocieron a Cristo que vino como un ser humano débil y no tenía parecer en él, ni hermosura para que le deseáramos (Is. 53:1-2). Si hubiera nacido en un espléndido palacio o en una familia noble, probablemente habrían creído en Él. Sin embargo, contrariamente a sus expectativas, Jesús nació en un establo en Belén y creció como el hijo de un carpintero pobre en un modesto pueblo llamado Nazaret. Todas las circunstancias físicas que rodearon a Jesús, como su tierra natal, familia, educación y oficio, fueron tropiezos para ellos.

Jn. 10:30-38 “Yo y el Padre uno somos. Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle. Jesús les respondió: Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre; ¿por cuál de ellas me apedreáis? Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios. Jesús les respondió: […] Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis. Mas si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre.”

Jesús les dijo que era Dios Padre, pero ellos trataron de apedrearlo, diciendo: “Tú, siendo hombre, te haces Dios”. Dios, que es santo y grandioso, dejó atrás la gloria del cielo y vino a esta tierra para salvar nuestras almas. Sin embargo, la gente no tenía conocimiento sobre Dios. Si hubieran prestado atención a las profecías, siguiendo los pensamientos de Dios, habrían reconocido a Dios, su Salvador. Por eso Jesús dijo: “Creed en las obras (profecías) que hago, aunque no me creáis a mí”.


Dios Padre y Dios Madre


Dios manifestó que aparecería por segunda vez, para salvar a los que le esperan (He. 9:28). Dios volvió a decir: “Búscame”. Entonces, los que aman sinceramente a Dios, deben buscarlo, ¿no es así? Sin encontrar a Dios que ha de venir de nuevo en esta época, nadie puede esperar la salvación.

Debemos saber cuándo, dónde, cómo y por qué Dios vendrá de nuevo y qué traerá. Solo entonces podremos encontrar a Dios que viene por segunda vez. La Biblia profetizó que Dios no vendrá solo a esta tierra, sino que Dios Padre y Dios Madre aparecerán juntos en la última época.

Ap. 22:17 “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.”

Algunas personas insisten en que el Espíritu se refiere a Dios y la Esposa al pueblo de Dios. Sin embargo, el pueblo de Dios son en realidad pecadores que anhelan la salvación de Dios. Un pecador no puede salvar a otro pecador ni darle vida. Por lo tanto, el Espíritu y la Esposa que dan el agua de la vida son Dios (Ap. 21:6-7).

Para recibir el agua de la vida, debemos buscar al Espíritu y la Esposa, Dios Padre y Dios Madre, y encontrarlos. Si Dios viniera con una apariencia extraordinaria, con poderes sobrenaturales, y emitiera una voz poderosa para que todas las personas del mundo pudieran escucharla, todos encontrarían a Dios fácilmente. Sin embargo, hace dos mil años, Dios llegó a un lugar humilde como el aposento alto de Marcos, no a una iglesia influyente y reconocida por el mundo, y habitó con su pueblo con una apariencia ordinaria, contraria a las expectativas de la gente, y asimismo hizo en esta época. Es por eso que la Biblia dice que el método de la salvación de Dios es muy diferente al del hombre.

La Biblia testifica claramente la existencia de Dios Padre y Dios Madre.

Mt. 6:8-9 “No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis. Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.”

Gá. 4:26 “Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre.”

No solo tenemos a Dios Padre sino también a Dios Madre. El Padre y la Madre nos dicen: “Ven”. Nos han llamado y nos han heredado su carne y su sangre, haciéndonos sus hijos a través del nuevo pacto, para que podamos tener vida eterna.

La razón por la cual las efímeras viven solo un día es que han heredado el gen de su madre que determina su vida útil: solo un día. Los perros tienen una esperanza de vida media de quince años porque han heredado el gen de su madre que afecta su esperanza de vida, que está limitada a quince años. Lo mismo ocurre con los seres humanos. Aunque quieren vivir miles de años, no pueden evitar tener una esperanza de vida limitada que ha sido heredada de sus madres.

Sin embargo, hemos recibido la promesa de la vida eterna. Esto significa que existe Dios Madre que vive para siempre, ¿no es así? Si nuestra Madre no fuera el Dios inmortal, nunca podríamos esperar la vida eterna. No obstante, muchas iglesias en el mundo no buscan a Dios Madre y simplemente dicen que la Madre no existe. Sin encontrar a Dios Madre, nadie puede recibir de Ella la vida eterna. Los que heredan la carne y la sangre del Padre y la Madre celestiales mediante la Pascua del nuevo pacto, tendrán vida eterna y vivirán para siempre en el cielo (Jn. 6:53-55, Lc. 22:7-20). Para llevarnos al mundo eterno donde no hay muerte, ni llanto, ni dolor, Dios nos dice que busquemos a Dios Madre.


El Espíritu mismo da testimonio de que somos hijos de Dios


Ro. 8:16-18 “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.”

La Biblia dice que el Espíritu mismo da testimonio de que somos hijos de Dios. ¿Qué testimonios ve en nosotros para testificar que somos hijos de Dios?

Hay un arroyo llamado Tancheon, que desemboca en el río Han. Permítanme contarles una leyenda sobre el arroyo. En la antigua Corea, vivía un hombre llamado Samcheongabja (tres mil gabjas) Dong Bang Sak. Una gabja se refiere a 60 años y tres mil gabjas a 180 000 años. Se le ordenó a un mensajero del cielo capturar a Dong Bang Sak. Siguiendo la orden de llevarlo al cielo, el mensajero preguntó por él y escuchó que a menudo iba a pescar en un arroyo. Entonces al mensajero se le ocurrió una idea. Todos los días, el mensajero iba al arroyo y lavaba carbones diligentemente. Dong Bang Sak lo miró con curiosidad, y un día se acercó al mensajero y le preguntó por qué los estaba lavando con tanta diligencia. Entonces el mensajero dijo que estaba lavando los carbones para blanquearlos porque eran demasiado negros. Luego Dong Bang Sak dijo: “He vivido 180 000 años, pero nunca había visto a una persona como tú”, y se rio a carcajadas. El mensajero se dio cuenta de que era Dong Bang Sak y lo llevó al cielo de inmediato. Desde entonces, el arroyo donde el mensajero lavaba los carbones se llama Tancheon (arroyo de carbón).

Era difícil encontrar a Dong Bang Sak con solo mirar la apariencia exterior, pero las palabras que dijo: “He vivido 180 000 años”, se convirtieron en una pista para reconocerlo. De la misma manera, los hijos de Dios tienen un testimonio, que es la vida eterna que han heredado de Dios Madre. Aquellos que no tienen el gen de la vida eterna de Dios Madre, no pueden ser reconocidos como hijos de Dios ni entrar en el reino de los cielos, aunque hayan profetizado diligentemente en el nombre del Señor y hecho muchos milagros (Mt. 7:21-23).

Hoy en día, hay muchos cristianos, pero no buscan a Dios. A través de las profecías de la Biblia, necesitan encontrar al Espíritu y la Esposa. Sin embargo, simplemente rechazan a Dios, diciendo: “¿Cómo puede Dios venir como ser humano?”, como hicieron los judíos hace dos mil años.

¿A dónde debemos ir para encontrar a Dios Padre y Dios Madre? La Biblia nos enseña que Dios habita en Sion (Sal. 132:13-14). Sion es el lugar donde el pueblo de Dios cree en Dios Padre y Dios Madre, que han venido de acuerdo con las profecías de la Biblia, y los predican. Ahora estamos en la Iglesia de Dios, la única iglesia en el mundo que predica no solo a Dios Padre sino también a Dios Madre y guarda la Pascua del nuevo pacto que nos permite convertirnos en hijos de Dios recibiendo su carne y su sangre. La Biblia testifica que las bendiciones del perdón de pecados y la vida eterna se conceden a los que habitan en Sion (Is. 33:20-24, Sal. 133:1-3).

Desde Génesis hasta Apocalipsis, el Padre y la Madre celestiales dan un mensaje a sus hijos: “Búsquenme”. Solo los que buscan a Dios con sinceridad pueden encontrarlo. Satanás trata de negar la existencia de Dios Madre e intenta desviar a los hijos del cielo creando mandamientos de hombres. Sin embargo, a pesar de muchos obstáculos, hemos llegado a salvo a Sion y hemos encontrado a Dios por la gracia del Padre y la Madre. Además, hemos recibido la misión de predicar el evangelio a toda la humanidad. Les pido encarecidamente a ustedes, miembros de nuestra familia de Sion, que cumplan fielmente esta preciosa misión, para que muchos puedan encontrar a Dios Padre y Dios Madre y regresar juntos al cielo, nuestro hogar espiritual.